Estamos asistiendo a la incorporación del psicólogo/a al deporte aceptando con asombro que no es solo la figura de bata blanca que trata ciertos problemas mentales desde la mesa de su despacho, a la que estamos acostumbrados, sino una pieza clave en el cuerpo técnico junto a entrenadores, preparadores físicos, técnicos, fisioterapeutas y médicos.
Ya no es extraña la semana que no salga en prensa una noticia de deportistas o entidades deportivas que han apostado por la contratación de un psicólogo/a para realizar preparación psicológica y así crear como resultado una experiencia positiva. Existe una gran difusión y comentarios en las redes sociales permitiendo conocer y tomar conciencia de ello del trabajo que se realiza.
La formación psicológica forma ya parte de los temarios de los entrenadores. Tener conocimientos en esta materia, te permite opinar, y poder experimentar las ventajas de aplicar la psicología en el entorno deportivo.
El deportista o equipo de élite que entrena tanto sus aspectos físicos, técnicos, tácticos como psicológicos ha servido de ejemplo y ya en la capital zaragozana son varios los equipos en los que la figura del psicólogo/a ha adquirido protagonismo, desterrando la idea de que sólo los grandes equipos o deportistas pueden permitirse ese lujo.
Es importante que diferenciemos los objetivos de un psicólogo deportivo en deportes de élite y el papel del psicólogo en el deporte de base.
La psicología enseña a comprender, evaluar y modificar la conducta humana en todos los ámbitos incluido el deportivo por lo que es prioritario que los entrenadores vayan adquiriendo conocimientos psicológicos, al igual que se forman en otros aspectos técnicos o tácticos. Entrenadores y psicólogos, trabajando conjuntamente, pueden coordinar y obtener el máximo beneficio de la práctica deportiva, en un entorno en pleno desarrollo y en el que el deporte es una herramienta educativa.
Conocidas las variables que influyen en el rendimiento de cualquier deportista a cualquier edad, no todos los entrenadores saben cómo ponerlas en práctica con sus jugadores y saber potenciar la motivación, controlar el nivel de estrés de un jugador, fortalecer su autoconfianza, lograr atención individual y grupal y conseguir una buena cohesión (que no es sólo ir a cenar una pizza el día de antes del partido).
Es fundamental conocer a cada jugador y no generalizar los métodos que se aplican, que en ocasiones producen efectos contrarios ante el asombro de entrenadores que no entienden las causas, pensando incluso que es culpa del propio jugador, porque su otro compañero sí “responde”.
Todas estas variables se trabajan desde un inicio para poder conseguir resultados, porque los psicólogos no podemos solucionar ciertas situaciones de un día para otro, todo se consigue con trabajo, dedicación y esfuerzo, valores que últimamente parecen haber desaparecido.
Desde mi experiencia, entre otros, como psicóloga en el RSD Santa Isabel contar con directivos que conozcan los beneficios de la Psicología es fundamental. Poco a poco, se trata de crear una cultura con los entrenadores, que se involucren y que sean conscientes del potencial que pueden desarrollar y aumentar su efectividad e implantar un programa de formación, charlas y reuniones con cierta periodicidad. Es importante también que los padres valoren la figura como un apoyo más en el desarrollo de sus hijos.
Sólo me queda animar a todos los responsables de entidades deportivas a la reflexión de que un psicólogo/a enseña herramientas para que los entrenadores sepan gestionar de forma más efectiva un vestuario y son el apoyo para el desarrollo equilibrado de los jóvenes deportistas.