Nuevo artículo junto a Patricia Ramírez Loeffler
La práctica deportiva centra la atención de padres, educadores e instituciones que trabajan para convertirla en un hábito en la vida de niños y adolescentes.
A nivel físico, cada vez somos más conscientes de la evidencia científica que demuestra que hacer ejercicio y hacer ejercicio de forma regular y correcta es una “vacuna” para evitar posibles enfermedades, como la obesidad o la osteoporosis. Es un aliado para el correcto desarrollo de huesos, músculos y beneficiarse de un sistema cardiovascular fuerte. Previene la diabetes, ayuda a coordinar movimientos, favorece el crecimiento, la flexibilidad, el equilibrio, estimula la higiene y la salud. Fomenta el adecuado sueño y descanso. Libera del organismo sustancias tóxicas como las liberadas por el estrés, estimula la proliferación de endorfinas que generan sensación de bienestar y vitalidad.
A nivel psicológico, fomenta y fortalece la autoestima cada vez que avanzas en la práctica, mejora la confianza en uno mismo y enseña a contar y confiar en los demás. Te permite entrenar tus habilidades sociales cada vez que te relacionas con el grupo deportivo, por lo que favorece la integración, la empatía de ganar y compartir triunfos y el manejo de la frustración cuando se pierde o no se consigue lo que se proponen. También el ejercicio es un catalizador de la energía, enseña a organizar el tiempo y ser más productivos, y resta al excesivo tiempo de sofá, de televisión y de videoconsolas. Así mismo,puede alejarte de hábitos nocivos como el tabaco, alcohol u otras drogas.
A nivel educativo, el deporte es una fuente de trasmisión de valores. Valores que se aplicarán tanto al deporte como a la vida. Entrenadores y técnicos formados, y padres comprometidos pueden tener un papel muy positivo que formará al niño para su futura vida personal, social y laboral. El deporte te enseña trabajar en equipo, a mostrar respeto al compañero, al entrenador, al contrario, al público, a los árbitros y a las normas y reglas de la entidad y del propio deporte, a tolerar los errores del compañero, a pensar en los demás, a ser generoso, a fijar metas, a liderar, a responsabilizarte de tus acciones, a sentir y gestionar las emociones, a comprometerte, a desarrollar la cultura del esfuerzo…con el objetivo de trasladar lo aprendido a la escuela, al estudio, a los amigos y a la familia..
¡Cuánto nos da el deporte si se lo permitimos! No queda otra que como padres fomentarlo y no abusar del castigo evitando su práctica como método para que hagan otras de sus obligaciones.
Es decir que ayuda a construir a las personas en sus variantes física, psicológica y educacional. Desarrolla y mantiene el equilibrio entre el cuerpo y la mente desde niños.
Cuando llega el momento en que como padres decidís que vuestro hijo haga deporte vais a pensar en:
– el deporte que practicasteis cuando erais pequeños
– en vuestros gustos actuales, en las modas
– en los deportes que practiquen los hijos de vuestros amigos
– en la oferta de actividades del cole y horarios, en las cuotas
– en las características de vuestros hijos bien porque se les ve habilidosos, o bien porque quieran que a través del deporte se pueda contribuir al desarrollo de aspectos que carecen tanto físicos como psicológicos
– en las decisiones de los más pequeños, que muchas veces irán condicionadas porque sus amigos hacen ese deporte.
La clave es reflexionar teniendo como prioridad a vuestro hijo. Porque en ocasiones temas relacionados con la espalda, obesidad temprana, déficit de atención, timidez preocupan de manera especial y condicionan también la elección.
Independientemente de que ciertos deportes por ser individuales o grupales favorezcan unos u otros valores, características físicas o psicológicas, el propio entrenador puede fomentar aquellos que se considere más adecuados a las necesidades del niño.
Deportes como la gimnasia rítmica, atletismo, judo, kárate, taekwondo, esquí, natación, surf, ciclismo, tiro con arco, equitación, esgrima, bádminton, tenis, pádel, patinaje, golf… potencian en un mayor grado la responsabilidad. El porcentaje destinado a que los objetivos marcados se vayan cumpliendo dependen de uno mismo. La autoestima del niño se verá reforzada cada vez que consiga su objetivo que no solo resultados y aprenderá qué habilidades y valores son los responsables de su disfrute, favoreciendo su confianza y seguridad. Además, fortalecerá el sentimiento de capacidad ante otras situaciones, desarrollando el valor de la superación (como puede ser el simbolismo del que color de los cinturones en el judo). Aprenderá si le guiamos a competir con él mismo sin tener opciones y responsabilizarse de sus éxitos y fracasos sin que ningún compañero ayude o reste en su ejecución. El deporte individual te ayuda a conectar más rápidamente contigo mismo, con tus emociones y con tus pensamientos.
Los deportes colectivos como baloncesto, fútbol, balonmano, hockey, voleibol, rugby, fútbol sala… facilitan la socialización, realizar nuevas amistades, fomentan el autocontrol, el respeto a los compañeros, el trabajo en equipo en las competiciones, aprender a colaborar porque todos dependen de todos y fomentan el compromiso y la responsabilidad. Aprender a trabajar en equipo es una actividad interesante de cara al futuro. En las empresas, másteres y últimamente también en la Universidad, cada vez más se pide que trabajadores y alumnos trabajen en equipo y con sinergia. Pero es muy difícil cambiar el chip cuando uno viene de la tradición individualista en la que se forma en los colegios y en las familias “tú mira por ti que nadie lo hará si no lo haces tú”, “tú estudia y déjate de compararte y ayudar a los demás”, “con lo que a ti te cuesta cada mañana levantarte para tener tus apuntes ordenados y la caradura de tu amiga te los pide cuando ella no va a clase”. Comentarios como estos fomentan que cada uno mire por lo suyo en lugar de por el bien grupal o la generosidad. El niño que ha aprendido a esperar su turno, a ser suplente y ser generoso dando un pase de gol en lugar de chutar él a puerta, sabe lo que es trabajar en equipo.
Los niños, ante todo, deben divertirse con su deporte. Y en los primeros años hay que fomentarles el multideporte, que prueben y practiquen tantos deportes y actividades como les apetezca. Eso sí, siendo responsables con las opciones que eligen. No se puede cambiar cada “semana” de deporte y de club. Tiene que aprender a comprometerse, a tener paciencia, a darse y dar oportunidades a los demás (compañeros y entrenadores)
Los niños por naturaleza, son activos, y desde muy temprana edad. Estimular la actividad física les beneficia: saltar, correr, aplaudir, agacharse, y todo lo relacionado con la flexibilidad, coordinación, destreza y el equilibrio. Divertirse mientras se mueven es el inicio del ejercicio físico que terminará en la práctica deportiva con reglas y competiciones a partir de los seis años.
Destacar que si el deporte es practicado entre niños y niñas fomenta la igualdad, evitando conductas de “esto es de chicos” y así erradicar patrones machistas.
Educar el hábito de la vida deportiva parte desde la infancia. No hay que olvidar que no solo hay que acompañar sino practicar actividad física o deportiva con nuestros hijos, porque además de fijar el hábito, permite experimentar emociones y sensaciones únicas y compartidas en familia creando nuevos vínculos.
Patricia Ramírez
@patri_psicologa
Yolanda Cuevas
@YolandCuAy