DATE UN RESPIRO
Los psicólogos fomentamos, difundimos y enseñamos la importancia y la práctica de la respiración. El objetivo es entender que es una de las herramientas principales para suavizar, parar y anular los efectos de la ansiedad ante las amenazas. Amenazas que en ocasiones son irreales, temores infundados o aprendidos que nos limitan en diferentes ámbitos como el laboral, el social, el familiar o el deportivo. Esas amenazas, miedos van ganando terreno, te paralizan como de un peligro real de vida o muerte se tratara. Limita tu día a día creando situaciones insostenibles física y mentalmente carcomiendo tu bienestar y calidad de vida.
No nos referimos a la respiración común a todos los humanos y animales como proceso fisiológico, el simple hecho de meter y sacar aire, sino a un proceso más complejo que se domina con el entrenamiento. Una nueva respiración, mediadora entre el cuerpo y la mente. Decimos que hay que aprender a respirar, que hay que saber respirar, que respirar crea otros pensamientos, otras emociones y otras conductas desde el equilibrio que genera y transmite.
Sabes que si sufres estrés, ansiedad el propio proceso respiratorio, rápido, agitado y entrecortado obliga a respiraciones poco profundas, se hiperventila y envía señales al cerebro. Estas son interpretadas como “algo grave va a suceder” y prepara todos los mecanismos para la huida o evitación. En ese momento te sientes asustado, nervioso o enfadado…un cambio de respiración produce un cambio en tu forma de estar. Es incompatible respirar de forma consciente y pausada y estar angustiado y tenso.
Si ese tipo de respiración se convierte en la norma, porque sufres un estrés mantenido, lo que ocurre es que:
-Se deteriora tu sistema nervioso e inmunológico y serás más vulnerable a ciertas enfermedades.
-La regeneración celular se enlentece así que envejeces antes.
-Te sientes cansado por falta de oxigenación.
-Fuerzas la máquina, al introducir menos oxígeno tu corazón tiene que esforzarse más para repartir el oxígeno, la sangre fluye más lenta, como resultado de que tu capacidad pulmonar no está a pleno rendimiento.
-Empiezas a pensar mal. Tu cerebro es la parte de ti que más oxígeno necesita, si le falta comienza a generar pensamientos negativos, o depresión. La actividad mental y cerebral empeora e influye en tu estado de ánimo.
Toda una revolución en cadena que se corta con cambiar la forma de respiración. Esas nuevas respiraciones te permiten ganar el primer asalto. Estas nuevas respiraciones son “la mano que mece” el exceso de ansiedad, miedos, nervios, tensiones… que quieren despertar cuando no es su hora.
¿Basta con conocerlas y aplicarlas cuando las necesite?
Hay que tener en cuenta que conocer las técnicas no implica que las domines. El cerebro necesita que las entrenes, que las pongas en práctica, que te sientas seguro, que controles, que se creen huellas emocionales, las llamadas anclas, en momentos relajados. Hay que empezar por practicarlas en diferentes momentos del día. Que sepas que su efecto es inmediato y cuantas más veces las hagas mejor. Estamos delante de un nuevo reto, crear un nuevo hábito. De este modo cuando adviertes que “la cosa se pone fea” puedas desde la seguridad de la experiencia poner en práctica las diferentes técnicas.
¿Solo sirven si tienes ataques de ansiedad?
Conocer y dominar los diferentes tipos de respiración es un tesoro que todo el mundo tiene que poseer. Da igual la edad, tu trabajo o posición social en todos hay situaciones que producen estrés. Ya se dan a conocer desde niños porque son una gran herramienta que te acompaña de por vida. Un gran compañero de viaje para salir de tu zona de confort. Conectar con tu respiración aporta importantes beneficios desde la atención y concentración, base del mindfulness – atención plena, fomenta el autoconocimiento y la confianza en uno mismo, al control de situaciones producto de la ansiedad como discusiones y violencia. La respiración sería una tabla de salvación mental.
¿Cómo empezar?
Buscaremos esos lugares y momentos tranquilos a modo de refugio para sentar una buena base. Hay que darse y permitirse ese tiempo. Alejarlo de lo impuesto u obligado. Si no te acercas a la práctica de forma cariñosa aparecen tus resistencias. Póntelo fácil, apaga el móvil, regálate este momento. Comunica a los que te rodean que necesitas que no te interrumpan, pon un cartel en la puerta del cuarto donde vayas a empezar.
Empieza en tu casa, al levantarse, o antes de acostarse, en las pausas del almuerzo o la comida, antes de arrancar el coche…y poco a poco lo trasladas a otros escenarios un parque, en el autobús, en la cola de espera de un establecimiento, en el trabajo al iniciar la jornada, en una pausa o al finalizar como despedida… Como ves te lo pone fácil es algo “bueno, bonito y barato” no se puede pedir más solo te necesitas a ti mismo y unos diez minutos.
Para empezar…
-Ropa cómoda, descálzate.
-Quítate gafas, o gomas o peinados que aprieten o molesten al estar tumbados si eliges esta opción.
-Desconecta el móvil.
-Avisa a las personas que conviven contigo.
-Que la temperatura sea agradable para no pasar ni frío ni calor.
Recuerda que tu respiración desenreda tu mente. La respiración se amolda a nuestras circunstancias pero en ocasiones somos nosotros los que tenemos que amoldar la respiración para crear una nueva circunstancia.
En breves recopilaré diferentes tipos de respiración para que comiences a practicar. ¿Te animas?