Hay que aprender a parar y entrenar nuestra capacidad de conectar con nuestra propia respiración día a día. Atender y familiarizarnos con nuestra respiración en un modo diferente a la del modo supervivencia, la que nos permite mantenernos con vida.
Parar, respirar y ser. NO hacer nada más. 3 minutos para calmar la mente, para conectar con las emociones, sensaciones y pensamientos…Date cuenta de como se mueve tu mente sin juzgarla tomando conciencia de ella.
Al final escucharás el sonido de la campanilla para empezar o retomar lo que estabas haciendo.
Agradécete estos minutos que de forma deliberada te has dedicado a cuidarte. Cuidarse es la base del bienestar.
Puedes respetirla cada día las veces que consideres. No esperes a necesitarla o a sentirte mal. Entrena tu propio hábito. Por ejemplo al levantarte, o tras la ducha, antes de salir con el coche o al aparcar, antes o después de una reunión, antes o después de una comida, antes o después practicar deporte, o de una conversación…en la sala de espera, o en la cola del supermercado…
Cada experiencia es única.