abandono
Vale no lo castigo sin deporte, entonces ¿qué hago?
Le dejo hacer lo que quiera, ¿paso? Así reaccionan algunos padres y madres al tratar el tema relacionado con el “castigo sin su deporte”. Las razones, suspender o bajar de notas académicas y en ocasiones mal comportamiento. En el 2013 escribí un artículo relacionado con el tema te animo a que lo leas antes de seguir con este (aquí). Muchos entrenadores, de diferentes categorías y clubes, a los que les doy las gracias, se aferran enviándolo a los padres bien por e-mail, o por los famosos grupos de whatsapp o colgándolo en el tablón de anuncios. Su objetivo, ver si con su lectura entienden que no es la solución. Esto demuestra:
1. Que el castigo o la amenaza del “te quedas sin fútbol” es un recurso habitual, que además de general en el panorama deportivo, se da en chavales de diferentes edades y deportes.
2. Que no hay conciencia de la importancia de la práctica deportiva en el presente y futuro de los jóvenes para su desarrollo a diferentes niveles.
3. Que las faltas de asistencia de los chavales condiciona el trabajo de los entrenadores en los entrenamientos, competiciones y en las decisiones de convocatoria para los fines de semana.
4. Que entrenadores, padres y estudios están llamados al entendimiento por el bien de los chavales a nivel físico, psicológico y social y con ello prevenir y evitar el absentismo o abandono del deporte.
5. Que se relaciona deporte con algo lúdico, que es así, pero se olvida que es un hábito saludable que hay que educar para la vida como lavarse los dientes.
Lo fácil es dar donde más duele, siempre se ha dicho, pero contraproducente porque nos encontramos que castigar quitando el deporte, tiene otras consecuencias perjudiciales para su desarrollo. Además aunque en ocasiones sirva de algo a corto plazo, no sirve a largo plazo. Castigar sin deporte no ayuda a adquirir los valores de la responsabilidad, el sacrificio y el compromiso en los estudios. Se necesitan otras herramientas tiempo, paciencia y flexibilidad. Y recordemos que hay que tomar el deporte como el comer, el dormir o el beber, una necesidad básica para el desarrollo.
Si se admite que este tipo de castigos es fruto de la rabia e impotencia del momento y que una vez pasada la “tormenta” lo que surge es el arrepentimiento, tomamos conciencia de que no es la mejor manera de educar. No se educa desde la rabia e impotencia. Si castigas tiene que ser desde un estado emocional reflexivo y que no sea la rabia quien ponga el castigo. Así evitas arrepentirte y ganar credibilidad.
En la mayoría de los casos se da por hecho que si se suspende es porque el deporte quita tiempo.
Cuando desde mi profesión estoy con pre y adolescentes ninguno quiere suspender, lo pasan mal, no quieren dejar el deporte o que les obliguen a dejarlo, se sienten presionados, amenazados, no saben lo que quieren, no saben expresarlo, nadie les entiende, y surgen sentimientos de venganza… así comienza la espiral de malos rollos en casa. Los padres resumen, “es que pasa de todo, es un egoísta, ¡a ver qué haces con él!”.
Por eso creo que la comunicación una vez más es la base de todo. Hay que dejar de dar por hecho las cosas, hacer resúmenes sin conocer el punto de vista del hijo y usar el comodín del deporte para justificar lo que se cree que ocurre. Hay que saber las razones por las que suspende y corregir lo que no funciona.
El momento, el lugar, las palabras y las formas son fundamentales para conocer de primera mano los motivos por los que el chaval no supera sus objetivos académicos y no echarle la culpa al deporte. Unas veces lo ocasionan el cambio de colegios e institutos, la relación con profesores, la metodología, otras “sus problemas” relacionados con amigos, el que se enamoran, cambios a todos los niveles, el que no se saben concentrar, no estar atentos en clase etc… y como podéis deducir ninguno “se cura” castigando sin deporte.
Detrás de un suspenso puede haber muchas causas que desconocemos y enseñar a gestionar el tiempo es más productivo que decir “es que no te sabes organizar” o ”el tiempo no te cunde”… Es cierto que en ocasiones dicen “es que no me dio tiempo”, esta frase esconde el dejar cierta obligación para la víspera. Esto ocurre haga o no deporte como se sabe.
Así que una de las tareas más importantes como padres es ayudar a gestionar el tiempo desde niños, y alentar al estudio con paciencia, flexibilidad y diálogo.
Os propongo a los entrenadores.
1. Motivar al estudio y transmitir que es algo necesario. Vuestra condición de entrenador os da más poder de influencia del que creéis y podéis usarlo para un bien fuera del campo, piscina, cancha o pista.
2. Preocuparos por lo que hacen, lo que les gusta, las asignaturas que les cuesta, sus exámenes, hablad en equipo y de forma individual, que vean que tienen vuestro apoyo.
3. Fomentar la competencia sana con sus estudios, premiando sus avances y no la nota en sí. Juntos podéis crear los premios relacionados con la práctica deportiva.
4. Ante situaciones graves “no paséis” no sois su profesor, ni su padre o madre pero quizá suene la tecla, y no por casualidad, que necesitan porque en ese momento están receptivos.
5. El inicio de la temporada es un buen momento para transmitir a los padres el valor que le dais a los estudios. Es importante que sepan lo que pretendéis, sobre todo con los que piensan que “os metéis donde no os llaman».
Os propongo a los padres y madres:
1. Inteligencia emocional para saber comunicaros. Dialoga con tu hijo para llegar a un entendimiento. Escúchalo, no le juzgues, busca soluciones y alternativas pero juntos. Amenazar y gritar no son las herramientas de un “juego limpio” nunca.
2. Valora sus logros académicos pero de forma especial su esfuerzo, porque aumenta la autoestima, el concepto de sí mismo y la confianza en su capacidad de estudio. No hay nada peor que no sentirse capaz de algo o que vean que no eres capaz. Valorar el esfuerzo ayuda a resistir y vencer las dificultades y previene el abandono.
3. No le compares, ni con su amigo, ni con su primo, ni con su vecino. Cada uno es único, no es lo que necesita y eso no motiva aunque lo digas pensando que así le “picas” y cambiará. Lo único que interpreta es que no es el hijo que esperáis y eso presiona. Un 6 haciendo deporte tiene más valor que un 8 sin hacer deporte, piénsalo así.
4. Aprende a motivarle en su estudio, cada persona necesita una fórmula, conocer la de tu hijo es el reto. A veces con buenas intenciones se dicen cosas que desalientan, frustran y desmotivan. “Si no estudias no serás nadie en la vida”, “Quien te va a querer”, “Que pretendes ¿ser un mantenido?, “Así vas por mal camino”…
5. Menos “céntrate y organízate” y más ayúdale a hacerlo. Juntos podéis diseñar el espacio, el horario y plan de estudio personal y realista. Hacerlo unilateralmente no promueve el compromiso. Es importante fomentarlo desde niños para que sea un hábito.
6. Apoya, supervisa y haz un seguimiento. Ofrece tu ayuda pero espera a que la pidan. Orienta pero no le hagas los deberes para tener mejor nota. Conociendo sus dificultades podrás ayudarle. Muestra interés pero sin controlar hasta que vayan “soltándose” poco a poco.
7. Fomenta el estudio empezando por lo que más le gusta, seguido por lo más difícil, y acabando por lo más fácil teniendo en cuenta las dificultades. Rétale a sus propios objetivos, a destacar y compartir lo que supone conseguirlos
8. Ofrécele técnicas de concentración, control respiratorio y estrategias que ayudan a que se concentren. Decirle “estate atento en clase que no quiero ver más notas en tu agenda” no les da la herramienta para hacerlo. Quieren y no pueden, necesitan el cómo.
9. No satures de extraescolares, tan malo es no hacer nada y tener exceso de sofá, televisión o videojuegos como tener cada día actividades, pintura, música, baloncesto, baile moderno, fútbol, inglés… compensa las actividades deportivas con las demás. Tu ansia porque haga de todo ante tanta oferta no permite el disfrute y en ocasiones lo viven como una carga.
10. No minimices las preocupaciones de tus hijos, en ocasiones el “eso no es nada”, “eso es una tontería” con el ánimo de que no sufran es doblemente contraproducente. Por un lado no se sienten comprendidos y por otro no se educa con y en inteligencia emocional, dando espacio a emociones sentimientos y ayudando a gestionarlos.
Hay mucho por hacer por parte de todos antes que fomentar el castigo con el deporte o promover el futuro abandono.
Si tienes más ideas compártelas y estaremos todos a una.
Os dejo un enlace con unas pautas para #CopaSamsung Aquí
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Vídeo de interés de Marcet football
Cuando el adolescente quiere dejar el deporte.
Y después de años de trabajo, esfuerzo, perseverancia y dedicación en los entrenamientos y competiciones, de sacrificio cada fin de semana, madrugones, viajes, tener que trasnochar para llegar a los estudios y un largo etc… llega un día y tu adolescente te dice papá, mamá quiero dejarlo.
Los padres también se han sacrificado para que su hijo o hijos crezcan en todos los sentidos gracias al deporte. Por él se han dejado de ir a acontecimientos familiares, de pasar fines de semana de otra forma, organizar vacaciones pensando en los inicios de temporada, y así educar en el respeto y responsabilidad que conlleva comprometerse con un club y su equipo sea el deporte que sea. En ocasiones cuando hay más de un hijo supone un gran despliegue familiar en todos los sentidos y así dar gusto a todos.
Esfuerzos económicos, apoyo moral, desgaste emocional pero ante todo una experiencia familiar vital, el acompañar a un hijo en su deporte e inculcar la importancia de la actividad física como parte de una vida sana y en equilibrio.
Y cuando llega este momento muchos padres no están preparados para esta situación. Les pilla desprevenidos, creían que su hijo sería diferente. No sabían que en la adolescencia todo cambia y que el deporte se vería afectado aunque hasta ahora fuera su pasión. Ha habido alguna señal como días aluden cansancio, otras se alargan las lesiones, aparecen molestias, dicen no estar “a tope” o tener “malas vibras”, que se aburren, no acuden a algún entrenamiento, o dicen que ya no es lo mismo…
Han crecido en un ambiente sano, han creado nuevas amistades pero ahora aparecen en escena nuevos actores empeñados en colocar al deporte en segundo plano, en definitiva a quitarle protagonismo.
Con la adolescencia:
1. Aparecen nuevos intereses y sus prioridades cambian. Se pasa de los fines de semana en chándal con los padres y entre competiciones a querer compartir su ocio con amigos del barrio, instituto o del club deportivo al que pertenecen en diferentes horarios.
2. Hasta ahora el deporte era juego y diversión con una parte competitiva que a todos motiva pero ahora la balanza se decanta más hacia la competición y esto ya no les divierte tanto porque el nivel de exigencia aumenta y no todos están dispuestos a ciertos sacrificios y esfuerzos.
3. Sienten que están estancados, alimentando creencias de que es siempre lo mismo y que no aprenden nada nuevo en su deporte.
4. Resultados no esperados, expectativas que no se cumplen, presiones mal gestionadas pueden ganar la batalla al deporte. Se genera frustración porque las cosas no son tan fáciles como antes.
5. Se cuestionan decisiones de entrenadores por la propia condición de la edad y aparecen las primeras diferencias que les alejan, si el entrenador no sabe gestionar estas situaciones.
6. Se les empieza a tratar como a adultos y en ocasiones no reciben la motivación necesaria, ni se les reconoce su progreso lo que reduce su compromiso y esfuerzo.
7. Es una edad en que la exigencia en sus estudios es mayor y aunque practicar deporte les ha ayudado desde pequeños a gestionar su tiempo ahora tienen la sensación de que no llegan. La mente también está en otros temas y lo fácil es echar la culpa al deporte.
8. Descubren lo que es el amor, y quieren compartir horas con esa chica o chico. A la hora de elegir qué actividad dejar, el deporte la mayoría veces es la primera opción.
9. Aumenta la capacidad de tomar decisiones, se ven con fuerza para decir no a un deporte que en ocasiones ha sido impuesto por el gusto de sus padres.
10. Es una etapa en que los amigos van “todos a una” y si uno dice que lo deja los demás no quieren ser menos.
Estas situaciones que tarde o temprano pueden aparecer en todas las familias nos muestran la importancia de saber prevenir, adelantarse, e inculcar la importancia del deporte o de la actividad para vivir con equilibrio físico, mental y social. Hay que saber implicarse desde el ejemplo porque la teoría se sabe y es fácil.
No es momento de echar en cara todos los esfuerzos que como padres habéis hecho, ni en decir que ha sido tiempo perdido. En el fondo sabes que no es así porque el deporte hasta ahora le ha enseñado a superarse, a ser responsable, a cumplir objetivos, a respetar, a comprometerse, a esforzarse, a sacrificarse…y eso “nunca caerá en saco roto”.
Ahora es momento de estar juntos y dialogar para ayudarle a gestionar su tiempo o encontrar alternativas y que el deporte al nivel que sea no se esfume de su vida porque quizá al final la única alternativa sea quitarse del club. Siempre hay deportes que estaban en segundo lugar, en definitiva nuevas prácticas deportivas que se adaptan a las nuevas situaciones, necesidades y gustos.
A veces sin ser consciente se quita valor al deporte así que si eres padre y tu hijo hace deporte:
No castigues sin deporte. Enlace de interés a la entrada Vale no lo castigo entonce ¿qué hago? aquí
No digas que el deporte es para los que les sobra el tiempo o sacan buenas notas.
No lo uses para amenazar.
El deporte, la actividad física es de esas asignaturas en las que siempre hay que estar matriculado.
Padres, entrenadores y entidades deportivas deben trabajar en equipo para que el deporte no se borre de las agendas de los chavales.
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