Yolanda Cuevas Ayneto

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Aprender a vivir en la diferencia.

Os dejo el nuevo artículo Aprender a vivir en la diferencia junto a mi compañera Patricia Ramírez.

Muchos padres viven como la mayor de las desgracias los resultados de las pruebas que confirman que su hijo sufre asma, alergia, intolerancia a ciertos alimentos y un largo etc. Comienzan la aventura de vivir, no con un niño que tiene unas características determinadas, de las que se tienen que responsabilizar ambas partes, sino con la idea de…

  • “Es que mi hijo es asmático.”
  • “Es que mi hijo es alérgico.”
  • “Es que mi hijo es intolerante a la lactosa.”
  • “Es que mi hijo lleva gafas.”

 

La sorpresa en muchos casos o la idea de que su hijo se escapa de la “normalidad” les lleva a buscar nuevas opiniones en otros profesionales. Convierten el problema en monotema en los debates familiares y de amigos o buscan información en internet hasta que verifican que ese es el diagnóstico y que son necesarios una serie de cambios en las rutinas. A partir de aquí empieza el proceso de aceptación y la puesta en marcha de un protocolo para cada caso.

 

Dependiendo de la personalidad del niño y su madurez aparecen en escena los padres sobreprotectores, hiperprotectores o padres “helicóptero” que sobrevuelan sobre sus hijos para intervenir en cualquier situación de forma ansiosa y poco conectados emocionalmente. Transforman a sus hijos en niños burbuja favoreciendo el aislamiento, evitando la socialización de sus hijos para evitar los miedos respecto a la enfermedad: les limitan los cumpleaños a los que asistir por miedo a que ingieran algo no permitido, meten miedo al niño que juega a fútbol por miedo a que le den un balonazo en la cara y le rompan las gafas o están todo el rato llamando a los adolescentes por teléfono para comprobar si se han pinchado la insulina

 

Los padres viven con miedo e incertidumbre en su día a día, temen que les pueda ocurrir algo, sobre todo si ellos no están presentes. Y en parte tienen razón. Sus hijos necesitan adaptarse y llevar a cabo una serie de cambios para no poner en riesgo su vida y su salud. Pero, ¿hasta dónde conviene proteger, cuáles es el límite?

 

Ya se sabe que el miedo paraliza, transforma, succiona la mente, no deja decidir con claridad, condiciona la forma de pensar y de actuar. Y ese miedo que se transmite a los hijos les impide desarrollarse con seguridad y confianza. Si traslada el miedo a sus hijos, tendránpoca iniciativa, se sentirán bloqueados, temerosos y serán hijos dependientes, en alerta permanente y con miedo desproporcionado a lo desconocido. Todo esto condiciona su desarrollo y sus relaciones con los demás, se reflejará en su trabajo, en sus relaciones personales, sociales  y sentimentales, en definitiva, en la forma en que se desenvolverán en su vida adulta.

 

Los padres están para proteger pero no para sobreproteger, están para acompañar y no para sustituir. Sobreproteger conlleva una serie de inconvenientes que tenemos que conocer. Los padres construyen día a día la imagen interior de sus hijos con el trato, el apego y lo que con su comportamiento trasladan a sus hijos. Saber cuidar sin sobreproteger forma parte de una futura autoestima, confianza y seguridad.

 

Muchos padres dicen “mientras pueda, lo haré yo, cuando falte ya lo hará él” y la vida nos demuestra que no es así porque lo que no se enseña con naturalidad y desde niño cuesta mucho más aprenderlo de adultos cuando ya tenemos una serie de hábitos y vicios adquiridos. Sobreprotegiendo estamos trampeando la vida de los pequeños.

 

¿Cómo padres os reconocéis si…?

  • Evitáis dejar comer a vuestros hijos en casa de los abuelos, amigos, o asistir a fiestas de cumpleaños si no están ellos.
  • No dejáis que vayan a dormir a casa de sus amigos, realizar intercambios escolares, o ir de campamentos.
  • Evitáis competiciones en las que se tengan que desplazar o incluso limitáis la práctica deportiva.
  • No los dejáis comer en el comedor del colegio, no vais a restaurantes y supervisáis cada movimiento.

 

La solución ante una vida con otras “características” no pasa por estos pasos. Vosotros como padre y madre no estaréis siempre a su lado para decirle lo que tiene que hacer. Tu hijo tiene que aprender a tomar decisiones, a no llevar colgada la etiqueta de “soy un alérgico, soy un celiaco” y llevar solo una vida que pueda vivir con normalidad conforme a los cuidados que necesite su trastorno o enfermedad.

 

Cada niño, según su edad y madurez, y desde el momento en el que es diagnosticado, debe ser educado en:

 

Responsabilidad: si ayudas a conocer qué le pasa, sin alarmas innecesarias, y saber qué pasos tiene que seguir en la alimentación, medicación, uso de gafas en el cole o en su deporte, le aportarás seguridad. Conociendo las consecuencias que implican si las cosas no se hacen bien fomentas la responsabilidad hacia su salud.

 

Autonomía: responsabilidad y autonomía van de la mano. Conseguir vivir con autonomía e independencia es uno de los objetivos en la vida de cualquier persona, al margen de su salud. Conocemos claros ejemplos de niños en silla de ruedas que con gran empeño y el que les transmiten sus padres consiguen vivir una vida plena y con autonomía. Educar en la dependencia no ayuda a crecer en ningún plano y menos en el emocional. No le evites situaciones ni hagas por él lo que él puede resolver solo, aunque le cueste más que a otros niños.

 

Resiliencia: esa capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas de la vida saliendo fortalecido no es un valor que se transmita en los genes. Se educa. Transmite a tu hijo que todos tenemos una situaciones dadas, que no depende de nosotros y que la energía tiene que estar en resolverlas en lugar de lamentarnos. Entrénales más en solución de problemas y menos en el arte de las quejas.

 

Respetar: si educas en la diversidad y lo fomentas con tu ejemplo, favoreces que él lo haga con sus iguales. Tu hijo normalizará lo que tú le digas que es normal. Si te comportas desdramatizando y normalizando, él también pensará que un problema como el suyo forma parte de sus “normales”.

 

Comunicación: Ten informado a tu hijo para que sepa el porqué de lo que le dices que haga. Facilita espacios de comunicación para que entienda lo que le ocurre. Ayúdale a conocer sus causas y las consecuencias de un comportamiento no responsable en sus acciones. Que ocultes o disfraces la realidad no le ayudará a responsabilizarse.

 

Reconocimiento: Cada vez que decida no comer lo que tiene prohibido, usar su inhalador, limpiar y ponerse sus gafas etc… no lo interpretes como algo normal. Transmítele que lo ha hecho bien, que es responsable, que tiene que sentirse orgullosos y que te sientes orgulloso de él. De esta forma se fijan las conductas que queremos de forma amorosa, comunicativa y reflexiva.

 

Lo que no hay que hacer:

 

Victimizarse: “fíjate lo que nos ha pasado”, “ahora qué vamos a hacer”, “menudo plan de por vida” son frases que pueden venir a tu mente pero que no van a solucionar nada. No las uses como forma de presentarle a su nuevo profesor, o a la madre de su nuevo amigo. El victimismo no es buen compañero de vida, te debilita y te resta energía.

 

Etiquetar: supone condicionar su manera de pensar, sentir y actuar. Un niño etiquetado vivirá y se relacionará como tal. Lo usará de pretexto para justificar otros motivos y dirá que le duele la  tripa, que está cansado para recoger la habitación, o que suspende porque no ve bien…activando tu alarma y compasión.

 

Aprovecharse de un error: Si en vez de valorar el intento que hace tu hijo lo traduces como una crisis y verbalizas “es que tengo que estar yo supervisando porque si no…” solo consigues que tu hijo crezca en la inseguridad y no se sienta capaz de asumir sus responsabilidades.

 

No olvides que eres un modelo educativo a seguir y que ellos usarán tus estrategias y tus habilidades para andar por su mundo. Enseñar a vivir con lo que nos toca sin victimismo, elaborar un plan de acción, no acomodarse, ampliar nuestro margen de maniobra y salir de la zona de confort es el reto educativo como padres. Todo padre quiere que su hijo sea feliz pero no olvidemos que para ser feliz hay que superar adversidades y no esconderse.

 

No hay mayor seguridad para un niño que ver como ante la adversidad los suyos le enseñan a crecer y a superarse. Estos son los grandes legados y aprendizajes que les quedan. Educa para que tu hijo se sienta acompañado y no anulado.

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Preparados, listos ¡ya! La gestión de la atención en el deporte

Os dejamos Patricia Ramírez y yo nuestro nuevo artículo en la revista Body Life.

Preparados, listos ¡ya! La gestión de la atención en el deporte

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Cohesión y valores desde los primeros entrenamientos.

Se sabe de la importancia de la cohesión grupal y los valores en la base de un buen equipo.

Os dejo el artículo escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler para la web OkPatines.

Seguridad y confianza variables que deseas que te acompañen en la vida y en el deporte. Pero ¿cómo trabajarlas para que sean pilares en tu día a día? La seguridad y la confianza no surgen de la nada, no son el resultado de comentarios del tipo  “venga ten confianza en ti que saldrá” o “tienes que confiar más en ti”. A la confianza todos la quieren tener de su lado, pero el problema está en cómo conseguirla y mantenerla.

 

Seguridad y confianza se alimentan, entre otros, de experiencias positivas vividas que potencian tus capacidades. Cada vez que confirmas y experimentas que has sido capaz de realizar aquello que te proponías, te sientes bien y seguro. Se trata de que el trabajo y las horas de esfuerzo se traduzcan en tu mente en recuerdos de lo que sí eres capaz de hacer. La percepción de control en lo que haces es la base de tu confianza y seguridad.

 

Cuando te enfrentas a un nuevo reto, tu mente busca en la base de datos del cerebro qué experiencias has vivido que te permiten ser apto para repetir y poder alcanzar tus objetivos. En definitiva, la mente busca situaciones y fortalezas que permitan que tu confianza sea óptima. Y esa confianza es el resultado de tu pasado y de la percepción que tienes de ti mismo.

 

El primer paso es recordar la vez que fue posible o la última vez que te enfrentaste a ese reto y te acercaste a tu objetivo. Este recuerdo te hace sentirte más orgulloso, más seguro con más confianza y por lo tanto te prepara para repetirlo. Analizar y tener presente qué hizo posible ese logro es fundamental para ordenar los pasos en los siguientes intentos. Se trata de buscar en tus fortalezas lo que te hace capaz, tener claro que dentro de ti existen una serie de capacidades, una actitud y un talento que, si lo trabajas, te puede llevar al éxito. Si no sabes qué tienes dentro, si desconoces el locus de control interno, no serás capaz de repetir y darle valor a lo que te lleva al éxito. Tienes que tomar conciencia de lo que haces correctamente, el por qué y así crear tu ruta hacia lo que te propones.

 

Todo lo que dependa de ti mismo tiene que ser trabajado. Tienes que centrarte en el presente, en lo que tienes que hacer en cada momento, en lo que depende de ti, y a la vez, dejar de prestar atención a todo lo demás, a lo que resta energía y tiempo; la duda, el “pero”, los “y si”…, la suerte.

 

Si quieres conseguir sentirte seguro y con confianza tienes que:

  1. Establecer metas realistas y a la vez ambiciosas, que seas capaz de alcanzar pero que tiren de ti y te motiven.
  2. Entrenar y desarrollar autodisciplina, esfuerzo y perseverancia como base del éxito.
  3. Dar prioridad al rendimiento, a la ejecución y no focalizar el éxito en el resultado.
  4. Fomentar un ambiente y unas actitudes positivas que favorezcan el aprendizaje y el avance. Nadie quiere trabajar un ambiente hostil, en el que uno se siente presionado. Permítete aprender con el error, es la única manera de hacer las cosas diferentes. Equivocarse forma parte del camino y si te machacas con el error, terminarás por sentirte inseguro cada vez que pruebes algo.
  5. Establecer rutinas y así reducir la presión y ansiedad previa a la competición.
  6. Trabajar con visualización o práctica imaginada para entrenar situaciones futuras. Imaginar el modelo de lo que quieres hacer, el tipo de ejecución, las sensaciones que quieres sentir, la fortaleza de tus músculos. La mente es capaz de imaginar todo lo que te propongas. Trata de imaginar sobre el éxito y no con las equivocaciones. Tu cerebro guardará en su memoria lo que hayas imaginado y podrás acceder a ello cuando estés entrenando y compitiendo.

 

A pesar de que la seguridad te la da lo que está haciendo ahora, fantasear con el futuro te abre las puertas a nuevas oportunidades. La mente no puede estancarse en el pasado. El presente sirve para trabajar, para ponerte a prueba. Olvida el error y piensa que tienes cientos de oportunidades por delante para demostrar todo lo que llevas dentro. El único fracaso es no intentar lo que deseas.

 

Importante: No olvides que la confianza se relaciona con el rendimiento mediante una curva en forma de U invertida. Conforme aumenta la confianza el rendimiento aumenta hasta el llamado punto óptimo. A partir del cual el aumento de confianza va unido a una disminución del rendimiento, en este caso lo que ocurre es un exceso de confianza. ¡No te relajes en exceso!

 

Tan importante es trabajar la seguridad y confianza por defecto como por exceso, ambas te alejan de conseguir tu objetivo.

 

Patricia Ramirez Loeffler                                                            Yolanda Cuevas Ayneto

Psicóloga de la salud y el deporte                                           Psicóloga de la salud y el deporte

@Patri_Psicologa                                                                           @YolandaCuAy

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Carta de cualquier hijo a cualquier padre

Quiero compartir esta  llamada “carta”,  anónima con mis aportaciones entre paréntesis.

Una carta que cualquier niño podría escribir a sus padres. Y que yo la hago comenzar….

Papá o mamá,

1. No me grites.Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo. (Luego me castigas porque te grito).

2. Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos. Que seamos familia no significa que no pueda recibir el mismo trato. (No hay que abusar de la confianza).

3. Si hago algo mal, no me preguntes el porqué. A veces ni yo mismo lo sé. (Entonces es cuando necesito ayuda).

4. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti.Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal. (Luego no me castigues porque mienta por algo).

5. Cuando te equivoques en algo admítelo.Mejora mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores. (Ser padre no significa saber hacerlo todo bien).

6. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces parecer peor seré yo quien sufra. (No soy ni mejor ni peor que mi hermano, primo, amigo o vecino, yo soy yo, único. Valórame, cree en mí y házmelo saber. Me sentiré más capaz.)

7. Déjame valerme por mí mismo.Si tú lo haces por mí, yo no podré aprender. (Luego no me digas que no se hacerlo o que no soy autónomo y que estás cansado de hacérmelo todo, yo no te lo pedí).

8. No me des siempre órdenes.Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto. (A ti tampoco te gusta que te ordenen).

9. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.Decide y mantén esa posición. (A veces me mareas y ya no sé qué hacer).

10. Cumple las promesas, buenas o malas.Sea un premio o un castigo. (Si no cumples no te creeré y seré muy pesado para intentar conseguir lo que quiera, o apuraré al máximo pensando que igual esta vez toca que no me castigas).

11. Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuento un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene. (No sé si no te acuerdas o no quieres acordarte pero seguramente  tú tuviste los mismos problemas que yo a mi edad).

12. No me digas que haga algo que tú no haces.Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas. (Si quieres que haga deporte no te quedes en el sofá, si quieres que lea no pases la tarde viendo la televisión, si quieres que aprenda a cocinar no pidas comida por encargo).

13. No me des todo lo que pido. A veces, solo pido para ver cuánto puedo recibir. (No seré más feliz por más cosas materiales que yo tenga, aunque sean esas que tú querías de pequeño. Yo no soy tu).

14. Quiéreme y dímelo.A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú  no lo creas necesario dímelo.  (No hay nada mejor que decir te quiero de forma sentida para el que lo dice y para el que lo recibe, a ti también te gusta que te lo diga).

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SEGURIDAD Y CONFIANZA

Enlace a IAPD

Comienzo a colaborar para OkPatines    junto a Patricia Ramirez Loeffler en la sección Efecto Positivo.  VER

Os dejo el artículo que hemos escrito.01.01.2014

Seguridad y confianza variables que deseas que te acompañen en la vida y en el deporte. Pero ¿cómo trabajarlas para que sean pilares en tu día a día? La seguridad y la confianza no surgen de la nada, no son el resultado de comentarios del tipo  “venga ten confianza en ti que saldrá” o “tienes que confiar más en ti”. A la confianza todos la quieren tener de su lado, pero el problema está en cómo conseguirla y mantenerla.

Seguridad y confianza se alimentan, entre otros, de experiencias positivas vividas que potencian tus capacidades. Cada vez que confirmas y experimentas que has sido capaz de realizar aquello que te proponías, te sientes bien y seguro. Se trata de que el trabajo y las horas de esfuerzo se traduzcan en tu mente en recuerdos de lo que sí eres capaz de hacer. La percepción de control en lo que haces es la base de tu confianza y seguridad.

Cuando te enfrentas a un nuevo reto, tu mente busca en la base de datos del cerebro qué experiencias has vivido que te permiten ser apto para repetir y poder alcanzar tus objetivos. En definitiva, la mente busca situaciones y fortalezas que permitan que tu confianza sea óptima. Y esa confianza es el resultado de tu pasado y de la percepción que tienes de ti mismo.

El primer paso es recordar la vez que fue posible o la última vez que te enfrentaste a ese reto y te acercaste a tu objetivo. Este recuerdo te hace sentirte más orgulloso, más seguro con más confianza y por lo tanto te prepara para repetirlo. Analizar y tener presente qué hizo posible ese logro es fundamental para ordenar los pasos en los siguientes intentos. Se trata de buscar en tus fortalezas lo que te hace capaz, tener claro que dentro de ti existen una serie de capacidades, una actitud y un talento que, si lo trabajas, te puede llevar al éxito. Si no sabes qué tienes dentro, si desconoces el locus de control interno, no serás capaz de repetir y darle valor a lo que te lleva al éxito. Tienes que tomar conciencia de lo que haces correctamente, el por qué y así crear tu ruta hacia lo que te propones.

Todo lo que dependa de ti mismo tiene que ser trabajado. Tienes que centrarte en el presente, en lo que tienes que hacer en cada momento, en lo que depende de ti, y a la vez, dejar de prestar atención a todo lo demás, a lo que resta energía y tiempo; la duda, el “pero”, los “y si”…, la suerte.

Si quieres conseguir sentirte seguro y con confianza tienes que:

1.       Establecer metas realistas y a la vez ambiciosas, que seas capaz de alcanzar pero que tiren de ti y te motiven.

2.       Entrenar y desarrollar autodisciplina, esfuerzo y perseverancia como base del éxito.

3.       Dar prioridad al rendimiento, a la ejecución y no focalizar el éxito en el resultado.

4.       Fomentar un ambiente y unas actitudes positivas que favorezcan el aprendizaje y el avance. Nadie quiere trabajar un ambiente hostil, en el que uno se siente presionado. Permítete aprender con el error, es la única manera de hacer las cosas diferentes. Equivocarse forma parte del camino y si te machacas con el error, terminarás por sentirte inseguro cada vez que pruebes algo.

5.       Establecer rutinas y así reducir la presión y ansiedad previa a la competición.

6.       Trabajar con visualización o práctica imaginada para entrenar situaciones futuras. Imaginar el modelo de lo que quieres hacer, el tipo de ejecución, las sensaciones que quieres sentir, la fortaleza de tus músculos. La mente es capaz de imaginar todo lo que te propongas. Trata de imaginar sobre el éxito y no con las equivocaciones. Tu cerebro guardará en su memoria lo que hayas imaginado y podrás acceder a ello cuando estés entrenando y compitiendo.

A pesar de que la seguridad te la da lo que está haciendo ahora, fantasear con el futuro te abre las puertas a nuevas oportunidades. La mente no puede estancarse en el pasado. El presente sirve para trabajar, para ponerte a prueba. Olvida el error y piensa que tienes cientos de oportunidades por delante para demostrar todo lo que llevas dentro. El único fracaso es no intentar lo que deseas.

Importante: No olvides que la confianza se relaciona con el rendimiento mediante una curva en forma de U invertida. Conforme aumenta la confianza el rendimiento aumenta hasta el llamado punto óptimo. A partir del cual el aumento de confianza va unido a una disminución del rendimiento, en este caso lo que ocurre es un exceso de confianza. ¡No te relajes en exceso!

Tan importante es trabajar la seguridad y confianza por defecto como por exceso, ambas te alejan de conseguir tu objetivo.

Patricia Ramírez Loeffler                                                       

Psicóloga de la salud y el deporte     @Patri_Psicologa

 

Yolanda Cuevas Ayneto

Psicóloga de la salud y el deporte      @YolandaCuAy

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