Yolanda Cuevas Ayneto

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Psicología del Deporte

Marcadores con valores y no solo goles.

En ciertas competiciones nos encontramos con marcadores que sorprenden. Más que por el resultado por la falta de valores que hay detrás de ellos y por las categorías de las que se tratan. Categorías de deporte base, deporte formativo en el que el objetivo es disfrutar, aprender del deporte, y crear hábitos. Sí, les gusta ganar pero ganar nunca puede estar unido a humillar al equipo contrario. Identificando a chavales como rivales, se convierten en partidos de vida o muerte en el que los egos de ciertos entrenadores están por encima de la función que tienen, no hay que olvidarlo, también forman. Atrás quedó el entrenador que solo enseñaba la parte técnica y táctica, las necesidades han cambiado. Los niños aprenden de todo y de todos, lo que ven, oyen y viven y hay que estar a la altura.

Hay que valorar el esfuerzo y lo que consiguen gracias a sus entrenamientos pero nunca humillar al rival, con o sin intención. Hasta los grandes nos han demostrado en una Eurocopa que no eran necesarios 3 minutos para sentenciar un 4-0. ¿Por qué pues en categorías inferiores? ¿No pedimos a los grandes que sean ejemplo porque son los ídolos de los pequeños?
Ningún entrenador o club que defienda el deporte como instrumento de transmisión de valores puede defender con argumentos acciones de este tipo. Marcadores con 30 goles de diferencia están fuera de lugar en las categorías en formación.
En el descanso es momento de valorar lo hecho y destacar que han sido buenos deportistas que han cumplido sus objetivos individuales y de equipo. Pero también es momento de pensar en el equipo contrario, de sacar la empatía al terreno de juego, de poner en valor otras habilidades y no hacer solo lo que sale fácil. Más, cuando el equipo de niños está en un nivel físico y mental, claramente inferior.
Se puede jugar y ganar siendo buen deportista pero mejor siendo mejor persona. Nunca hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Ni en el deporte ni en la vida.
Los entrenadores tenéis la responsabilidad y una gran oportunidad de educar en valores con la práctica. Todas las semanas durante los entrenamientos y partidos tenéis nuevas posibilidades para ello. El partido no acaba cuando lo señala el árbitro, el “partido de verdad” acaba cuando se sacan aprendizajes que te hacen mejor y te permite avanzar.
El entrenador del equipo que pierde también tiene retos:
-Alentar a que ante la adversidad uno tiene que crecerse y que no hay que abandonar.
-Poner en común los méritos que han hecho llegar a esa final y darles valor.
-Que es el momento de demostrar que son un equipo y jugar más unidos que nunca.
-Destacar qué aprendieron del partido o de un jugador.
Pero es importante entrenar estas habilidades desde niños dentro de la temporada y no esperar a situaciones como estas. Porque seguramente hay resultados que se ven venir.

Una vez más se demuestra la importancia de la gestión emocional por parte de entrenadores y padres ante chavales llorando que no quieren salir al terreno de juego.
Si queremos un deporte que enseñe y eduque en valores todos tenemos que poner de nuestra parte y no presumir de ciertos resultados. Cambiar el sistema en el deporte formativo tiene que ser el objetivo principal y así restar peso al número de goles.
Si solo se tienen en cuenta para determinar el “equipo campeón” los goles, luego no podemos vender que la educación en valores es fundamental. Hay que tener en cuenta otros marcadores. Los que anotan el respeto, el no insultar, el ser generosos pasando el balón, que sean comprometidos y no falten a los entrenamientos, el apoyo a sus compañeros, los que aplauden las buenas jugadas aunque no sean de su equipo… de este modo se fomentaría su práctica, y el marcador final, cambiaría.

¿Comenzamos el partido?

marcador

 

Os dejo mi opinión en medios de comunicación.

Cuando el fútbol deja de ser divertido. 29.04.2015 en ABC DEPORTE Aquí enlace y PDF

Una goleada que invita a la reflexión. 27.04.2015 Telediario TVE1 Aquí

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Un tarde con el Alevín del Peñas Sariñena en IV Torneo Cuidad de Huesca.

El martes 17 de Junio de 2014 pude compartir la ilusión, ganas y entusiasmo de un grupo de niños de la Categoría Alevín del Peñas Sariñena.

Paso a paso, partido a partido había llegado el día de disputar la Final del IV Torneo Ciudad de Huesca casi sin darse cuenta.

Entre los jugadores mi primo Alfonso Magdalena y quise compatir y aportar desde mi profesión algo con ellos.

Sus caras al entrar al Alcoraz lo decían todo, no hacía falta que dijeran nada y con asombro entraban al vestuario de los “grandes”.

Realizamos una dinámica centrada en destacar que era lo que les había hecho llegar a ese día soñado y poder jugar en el campo del Alcoraz. Uno a uno fueron destacando que había aportado el equipo, cada uno de ellos, su entrenador y sus padres. Mi objetivo era que fueran conscientes y verbalizaran que detrás está su esfuerzo, constancia, sacrificio, apoyo, unión…que sin esto no se llega a ningún sitio. Y también responsabilidad y toma de decisiones, que curiosamente tuvieron que poner en práctica ya que al llegar a la final coincidió con un viaje de estudios del colegio y tuvieron que decidir qué hacer, sin presiones apoyados por su entrenador y padres respetando la decisión de su hijo.

Su entrenador una vez más quiso recalcar que se salía al campo a disfrutar de la experiencia porque ya habían demostrado que habían sido capaces de mucho, de llegar a su Final, y que tenían que VIVIR  este día como algo especial que quedaría grabado en su mente. Por ello quiso compartir unas emotivas palabras  con ellos y yo he querido con su permiso dar a conocer y compartir con todos los que participais en el desarrollo de los niños, no solo deportivo.

Decía así

En la vida todos tenemos sueños, objetivos que cumplir.
Pero… ¿cómo podemos hacerlos realidad?
Pensar hasta dónde queréis llegar. Todo comienza desde abajo, desde donde vosotros habéis empezado. Habéis trabajado duro cada día para corregir vuestros defectos y perfeccionar vuestras habilidades, respetando a vuestros compañeros y entrenador, debéis hacer respetar a vuestro equipo contribuyendo lo más posible para sacar la victoria. En el fútbol se gana o se pierde, pero lo más importante es saber sobreponerse a las derrotas, por más negro que se ponga el partido nunca bajéis la cabeza. Recordad que el fútbol es un juego, salir y divertiros, dar el máximo en todo el partido, exigiros el 100%, tenéis toda la vida para descansar. Ahí fuera tenéis a vuestros padres, hermanos, abuelos y amigos que esperan grandes cosas de vosotros; pero, sobre todo, hacerlo por vosotros mismos. No dejéis que nadie os diga lo que podéis o no podéis hacer. Solo vosotros sabéis lo que sois capaces de hacer. No perdáis la humildad, si habéis llegado hasta aquí no ha sido por suerte, pensar que vosotros lo habéis merecido. Yo sé que una derrota duele mucho; pero, para mí, más duele no intentar evitarla. Cuando un compañero sufra echadle una mano, cuando un compañero se equivoca, apoyadlo… Todo esto tiene su recompensa, ¿sabéis cuál es? La satisfacción de haber logrado vuestros sueños. Salir y disfrutar y pase lo que pase al final del partido la cabeza alta porque habremos hecho todo lo que estaba en nuestro corazón.
Gracias a todos por el año que me habéis hecho pasar, ¡¡Vamos Peñas!! ahí fuera nos están esperando.

Alberto Hernández

La victoria en goles no pudo ser pero lucharon e incluso metieron un gol (Alfonso) que celebraron como la mejor de sus victorias. Lo consiguieron porque no dejaron de luchar a pesar de un marcador muy en contra.

Y la lección es esa lucha, esfuerzo, trabajo para lo que se quiere conseguir.

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Entrada relacionada: Que el final de la temporada no se reduzca a: ganar o perder.

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¡Maldita y bendita motivación!

Os dejo mi primera colaboración en El Huffington Post junto a Patricia Ramirez Loeffler sobre la motivación necesaria en nuestro día a día.

 

 

¡Maldita y Bendita motivación!

La queremos siempre a nuestro lado y a veces no sabemos cómo conseguirla. La motivación es la fuerza interior que predispone y arrastra hacia un objetivo. Es ese estado interno que te activa, guía y mantiene para que llegues a tus metas. Hace que persistas en ciertas acciones, es tu combustible, tú muelle cada mañana, lo que te da energías y fuerzas para mantenerte en tu propósito. Nos da igual de donde venga pero la queremos y la necesitamos para conseguir lo que nos proponemos.

“Tanto si crees que puedes como si crees que no, tiene razón” ya apuntó Henry Ford.

Las expectativas condicionan la forma de comportarse y esto es extrapolable a cualquier faceta de la vida diaria. Y aquellos que piensan que es posible conseguir un objetivo, invierten más esfuerzo en lograrlo.

Necesitas motivación cuando te enfrentas a cualquier desafío,  en tu vida diaria como dejar de fumar, adelgazar, leer, salir más, buscar pareja, trabajo o deportiva como puede ser apuntarte a un gimnasio, correr más, aumentar el número de series de un ejercicio, entrenar más y mejor, no faltar a los entrenamientos. La clave es que la emoción que sientas por desarrollarla sea mayor que el esfuerzo que requiere. La necesitamos antes y durante. Al final solo estarás tú y tus circunstancias, así que más vale que vayas preparado con tu kit de supervivencia motivacional.

La motivación pasa por diferentes fases. Al principio se fantasea con la idea de conseguir esa meta, analizar los beneficios, los logros que implicará. Para después pasar a la acción y día a día trabajar para conseguir ese reto. Ante un mismo reto las motivaciones no son iguales para todos, lo que motiva a unos no motiva a otros. Lo mismo ocurre con la persistencia, que no todos la desarrollan igual. La motivación es algo tan dinámico, que tienes que aprender a relacionarte con ella, aquí está la clave. No esperes un nivel estable, porque la motivación no juega con esa regla.

A continuación te presentamos unos puntos de los que se alimenta la motivación, así que a por ellos. Podrás aumentar tu motivación, y lo más importante, disfrutar del camino que recorres hasta que llegas a conseguir lo que te propones. Piensa que la motivación hay que trabajarla, así que de ti depende que te acompañe en tus desafíos:

Date tiempo para elegir tu objetivo: Las prisas no son buenas consejeras, sin prisa pero sin pausa. Anota aquellos objetivos que sean específicos, medibles, alcanzables, realistas y acotados en el tiempo. Trabajar en un objetivo con estas características te dará mayor seguridad para poder empezar.

Conócete a ti mismo: Analiza tus puntos fuertes y tus debilidades para trabajar y poner soluciones. Se trata de adelantarte a ciertas situaciones y escribir la historia a tu manera. Te dará sensación de control, tú eres el que diriges. ¿Qué quieres que ocurra, cómo quieres comportarte, pensar y sentir? Si tu cerebro se prepara para ello de forma exitosa, aumentas la probabilidad de conseguirlo.

Decide un plan de acción: Centrándote en pequeños logros que debes celebrar. Deben estar por escrito, es la mejor manera de que el cerebro se comprometa aún más con el objetivo. Céntrate más en lo que llevas conseguido que en lo que te queda, y sobre, todo, en el presente: en este momento y no en lo que todavía no has conseguido. De este modo no se dispara la alarma de la ansiedad.

 

No desaproveches tu energía física o mental: en personas, cosas, situaciones que te alejan o te dejan en el camino. No olvides que lo que no suma, resta. No te quejes, no rumies porque no solucionas nada. La conducta victimista, además de aportarte pocas soluciones, te deja fuera de juego la mayoría de las veces. En este caso “quien no llora no mama” no es una solución. Recuerda que estás superándote a ti mismo.

Esfuerzo: Luchar por conseguir algo implica un gran esfuerzo a diferentes niveles. Es parte del proceso. Nadie dijo que fuera fácil. No pretendas conseguir algo sin esforzarte.

Refresca tu objetivo en los malos momentos: Háblale a tu mente de tu objetivo y hazlo en positivo, lo que quieres, por lo que estas luchando y sacrificándote. Te posiciona de nuevo. Toma las dificultades como retos que te quieren poner a prueba y saber si lo que decías que querías, realmente lo quieres.

Sí o sí, actúa: No esperes a tener ganas para hacer algo. Hazlo y ya está, es lo que hay. Si esperas a tener ganas, dejarás de hacer muchas cosas en tu vida. En la mayoría de las ocasiones aparece la motivación cuando haces las cosas. Todos hemos vivido ese momento de “no fue para tanto, y al principio no quería, no tenía ganas o no me sentía capaz…”. Rompe con esa idea. Hay que ponerse a ello y cuanto antes empieces antes disfrutarás del proceso y de lo que consigues.

Visualiza tu objetivo: Tu mente se familiarizará con ello y sus consecuencias. Así estarás más predispuesto a seguir. El cerebro no distingue entre lo real y lo imaginado. Visualiza e imagínate tu objetivo, tus logros, sus etapas. Tu mente, tu cuerpo y tú disfrutaréis de las sensaciones y emociones y aumentará la adherencia.

Aprovecha esos días que estás a tope: hay días en que te sientes con más energía, más alegre esos días que “te comes el mundo”, no los desaproveches, ese día dedícalo a lo que más te cuesta, a lo que no piensas que no puedes hacer. Demuéstrate que a veces es solo cuestión de saber elegir el momento.

Rodéate de optimismo: Las personas tenemos un gran poder de contagiar, ya sea pesimismo u optimismo. Tú eliges de qué quieres impregnarte. Habla con tu gente de tu objetivo, de tu meta, de tu ilusión. No seas hermético. Comenta tus vivencias, lo que te ayuda, lo que vas consiguiendo, lo que te cuesta porque todo aporta y sirve para conseguir lo que te has propuesto. De todo esto se alimenta parte de la motivación que necesitas. Así que lo que depende de ti te lo tienes que trabajar tú, porque nadie lo hará por ti.

Cuando en la vida consigues tus retos, aumentas el nivel de autoeficacia y estás preparado para asumir nuevos retos. Esta es la clave.

Si tienes ganas de tirar la toalla, si sientes que no lo consigues, ¡espera! Analiza los pasos descritos porque puede que en alguno hayas fallado, reorganiza y comienza. No fracasaste, solo estabas entrenando. Así que a seguir con esfuerzo y optimismo, y sobretodo disfrutando del proceso.

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Deporte, padres y entrenadores

Comienzo a colaborar con la revista on line Inspira de la Fundació Roger Torné junto a Patricia Ramirez Loeffler, que trata temas de la salud infantil y medioambiente.

Nuestro primer artículo es Deporte, padres y entrenadores.

Espero que os guste y sobretodo ayude a reflexionar sobre un tema tan interesante como es la formación deportiva en los más pequeños.

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El deporte siempre ha sido considerado un medio para educar en valores que desarrollen a nivel personal y social y que seguro te acompañarán a lo largo de tu vida. Valores que comienzas a adquirir en las edades de iniciación, donde el deporte ante todo es diversión. Los beneficios físicos del deporte los conoces en su mayoría, pero que tomes conciencia de lo que aporta como herramienta educativa y psicológica a tu hijo, es la clave. Cuando tu hijo practica deporte, también se educa en valores. Todo depende de la orientación que como padre y entrenador quieras dar. Los niños aprenden a socializarse con nuevos compañeros, a  ganar y compartir triunfos, a perder y saber tolerar la frustración, a experimentar emociones, a crear lazos de ayuda entre ellos, a fomentar la colaboración, a ser responsable, a controlar la impulsividad en unos casos y a vencer la timidez en otros, a reducir la ansiedad, a respetar las normas, al entrenador, a los compañeros, a los rivales y a los árbitros. El deporte también incrementa su nivel de confianza y autoestima: los niños se sienten partícipes de los éxitos y jugadas de su equipo, son protagonistas junto a los demás. Los niños que asisten a actividades deportivas además aprenden a gestionar y optimizar su tiempo, teniendo que compatibilizar los estudios con el deporte. A nivel cognitivo, se fijan metas, desarrollan habilidades como el pensamiento estratégico y la capacidad de liderar. El deporte en equipo es la mejor escuela para el futuro trabajo en equipo el día que se integren en un grupo de trabajo en la empresa. Habrán desarrollado la pertenencia a un grupo con intereses y objetivos comunes, a cumplir con lo que uno se compromete, a ser perseverante, a tolerar el error propio y de los compañeros.

 

Como padre y como entrenador, procura que tu atención no esté en si tu hijo gana o pierde, si ha salido a jugar más o menos minutos o si tu hijo lo hace mejor que “el otro”. “El otro” también es un niño que acude a los entrenamientos y competiciones con la misma ilusión que el tuyo. Como padre, tu interés SOLO debe estar en que tu hijo sea buen compañero, generoso y ante todo, que DISFRUTE.

 

Pero muchos padres se ofuscan, gritan, dan directrices desde la banda, hablan mal de los compañeros de sus hijos, menosprecian y desacreditan a los entrenadores y ven en sus hijos la posibilidad de convertirlos en grandes estrellas y cumplir con los sueños que ellos no hicieron realidad. Este problema se repite todos los fines de semana en todas las competiciones y partidillos de los chavales. A veces los padres os olvidáis de que vuestros hijos ya tienen un entrenador. Por eso hay que recordar que no sois los entrenadores de vuestros hijos, que solo sois los padres y que vuestra labor se limita a dar apoyo de forma incondicional.

 

Los padres no tenéis que conseguir que vuestros hijos rindan más, ni que jueguen con una determinada estrategia, y olvidaros de centraros en los resultados. De esta manera solo conseguís generar presión y que el niño se sienta evaluado por vosotros. Vuestra función es apoyar y  fomentar los valores que el club y entrenadores trabajan con los niños, como el compromiso, la responsabilidad, la autodisciplina, el respeto, la cooperación, la humildad, el afán de superación, la tolerancia a la frustración, el juego limpio, la gestión emocional, honestidad, lealtad… Promover que sea puntual, acudir a los entrenamientos a los que se ha comprometido, recoger el material, ser generoso con los compañeros, fomentar la comunicación y ayudar al entrenador.

 

Tenéis que motivar y reforzar para que se esfuercen no para que alcancen resultados. Al finalizar un partido, el niño no se tiene que pensar en si lo ha hecho bien o mal, esa no es la finalidad. La finalidad es divertirse, jugar e integrarse en un equipo. Pregúntale cómo se lo ha pasado, si ha disfrutado, como te gusta ver con qué ganas se entrega, transmítele que te encanta verle disfrutar practicando su deporte, que ves que se entrega en lo que hace por él y sus compañeros, que te sientes orgulloso de su esfuerzo, de su perseverancia, de su respeto a los demás y de su deportividad.

 

No fomentes actuaciones físicas, técnicas y tácticas deportivas que el entrenador no les exige.

El entrenador es el que tiene que corregir, esa su función, pero no es la tuya. Si tu hijo sabe que vas a valorarle tras el partido, lo pasará mal desde que suena el despertador para asistir al encuentro. Practica su deporte nervioso y pendiente de tus pautas, gritos, gestos y de lo que le dirás después. Así es imposible disfrutar jugando ¿no crees? No olvides las consecuencias que tiene en la autoestima de tu hijo. No es extraño escuchar a niños que dicen: “el domingo juego pero no hace falta que vengas, papá”.

 

El problema es que los niños ven que algo que era divertido se convierte en algo por lo que se les juzga y valora. Padres y entrenadores no debéis acelerar el proceso evolutivo del deporte, todo llega, lo importante es crear unas bases sólidas. Buscamos el desarrollo de la persona y luego, el del deportista.

 

Por todo esto, piensa en ellos y…

Si eres entrenador:

  1. Trabaja la cohesión. Los niños se esfuerzan más si se sienten a gusto en el grupo. El deporte es un lugar para disfrutar.
  2. Habla siempre en términos de NOSOTROS en lugar de YO. Facilita el sentimiento de PERTENENCIA.
  3. Inculca valores como la SOLIDARIDAD, la BENEVOLENCIA y el ALTRUÍSMO.
  4. Comunícate con paciencia y en un tono conversacional. No tienes más carisma ni más poder por dar gritos.
  5. Estate más pendiente de los aciertos que de los errores, porque así les transmites seguridad.
  6. Valora el esfuerzo, la intensidad y el trabajo por encima del talento y la genialidad.
  7. Define los objetivos en función del rendimiento, de lo que depende del jugador y del equipo, no de los resultados.
  8. Refuerza siempre. Siempre hay algo que valorar: ser solidario, el compañerismo, el trabajo, el buen humor, la buena actitud…
  9. Huye de las comparaciones entre ellos. Es injusto y genera desconfianza.
  10. Trátales en función de lo que te gustaría que te aportaran. Si esperas cosas buenas de los chicos, ellos lo notarán, se esforzarán y se sentirán “buenos”.

Si eres padre de un niño que hace deporte:

  1. Recuerda el motivo por el que tu hijo va a jugar y no lo pierdas nunca de vista. Lo hace por DIVERSIÓN, por estar con sus AMIGOS, por pasarlo BIEN.
  2. Tú no eres el ENTRENADOR, eres su padre. De ti no necesita que le digas la técnica, ni lo que tiene que hacer, sólo que le apoyes y le preguntes si se lo ha pasado bien.
  3. Deja que sea él quien elija si quiere hacer del deporte su modo de vida. Igual prefiere los fines de semana estar con amigos en lugar de ir de competición en competición. TENER TALENTO NO TE OBLIGA A VIVIR DE ÉL.
  4. No le presiones, le des gritos desde la banda, no le digas que lo hace mal, ni que ha jugado fatal. Así le haces sentir ridículo, bajas su autoestima y le quitas las ganas de jugar.
  5. No le hables MAL NUNCA DE SUS COMPAÑEROS. Ni le digas que lo hacen peor que él. Intenta unir al grupo en lugar de separarlo.
  6. No desacredites a su entrenador, ni le transmitas a tu hijo que el entrenador se equivoca. Las desavenencias las tratas con el técnico, no con tu hijo.

Anima siempre, independientemente del resultado. Valora su esfuerzo, su ilusión por encima de ganar o perder.

 

Si los entrenadores y padres tenéis en cuenta estas pautas es más fácil sacar la mejor versión deportiva y como persona de los niños. Podréis vivir con equilibrio el inicio de la vida deportiva, fomentar y facilitar su práctica. Tú eres el modelo de conducta de hijo: ante todo, RESPETO.

 

Patricia Ramirez Loeffler

Psicóloga de la salud y el deporte

 

Yolanda Cuevas Ayneto

Psicóloga de la salud y el deporte

 

 

 

 

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Entrenanado la comunicación y la cohesión de equipo.

Entrenando..

 

Vuelve la equipación, los horarios, los preparativos, huele a verde (aunque el césped sea artificial) y a vestuario, mucho más que cuatro paredes.

Con ilusión comienza una nueva temporada, nuevos retos  en deportistas, entrenadores y clubes que deben organizar y trabajar unidos para alcanzarlos. Es la unión lo que nos hace fuertes y conseguirlos.

No es fácil comenzar de nuevo, entrenadores y jugadores que cambian de club o de categoría y aquí las redes sociales que se llenan de buenas intenciones, de apoyo, se hablan de ganas, de lucha, de retos,  de compromiso, de empezar ¡ya! Pero esto tiene que durar a lo largo de la temporada.

Hay que comenzar comunicándonos, la única vía que ayuda a conocerse y entenderse.

Son muchas horas las que van a estar juntos jugadores y entrenadores  y no hay que dejar al azar el que unos hablen con otros, o dar por hecho ciertos temas.

De la misma forma que se planifica y organiza un ejercicio hay que saber qué hacer los primeros días en relación a los aspectos personales y de relaciones con los jugadores, independientemente de la edad y el género. Trabajar la parte psicológica del jugador y del equipo.

Sois vosotros, los entrenadores, los que tenéis que fomentar  estas actuaciones, desde los más jóvenes hasta los entrenadores que lleváis más años, porque hay que saber amoldarse a las nuevas generaciones, que no funcionan como las de antes. Dependerá de vuestro compromiso y reto personal que trabajéis  estos aspectos.

Dedicar un tiempo a estas actividades es clave para la unión del equipo, seguridad y una buena cohesión que será protagonista en diferentes momentos de la temporada. No hay que olvidar que cuando no sea  una derrota inesperada, será un conflicto entre jugadores, una lesión, la salida de un jugador, no estar de acuerdo con las alineaciones, las expulsiones y las tarjetas… que amenazarán al grupo. Todo por evitar el tan temido funcionamiento de los jugadores en solitario o en pequeños grupos. Recuerda que un equipo dividido no avanza.

Los jugadores agradecen que se les conozca de manera individual.

Muchas veces se piensa que por ser  un deporte de grupo, todo hay que tratarlo en grupo, y no es así, el grupo está formado de personas que practican el mismo deporte pero con circunstancias muy distintas. Pueden venir de otros clubes y hay que saber las razones que les han llevado a cambiar y a su nueva elección, conocer sus preocupaciones, lo  que les motiva, como les gusta que les hables, sus problemas personales, sus estudios y un largo etc.  que facilitará vuestro trato, la unión con sus compañeros y su compromiso con el equipo.

En definitiva ir creando un espacio de tranquilidad, de confianza y seguridad que seguirá trabajándose en el resto de la temporada. Esto fortalece la unión con el club y ayuda a evitar fugas inesperadas.

Hay que conseguir un equipo que ante los problemas busquen soluciones en común, se involucren y evitar las críticas internas.

No olvidemos los equipos femeninos en los que hay que tener en cuenta más aún si cabe la inteligencia emocional de los entrenadores.

Entrenar implica también construir relaciones entre todos que favorecen el desarrollo de la práctica deportiva.

NO ESPERES A QUE TE DESEEN BUENA SUERTE, BUSCA Y TRABÁJATE TU SUERTE.

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