Os dejamos el primer artículo para El Portal del Hombre escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler
Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
Benjamín Franklin.
Os dejamos el primer artículo para El Portal del Hombre escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler
Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
Benjamín Franklin.
Os dejo el nuevo artículo junto a Patricia Ramírez en el que os ofrececemos unas pautas para que la vuelta al cole, a la rutina y los hábitos de todos, sea más fácil y ordenada.Esperamos que os sea de ayuda.
El final del verano termina con despedidas de los amigos del pueblo y la playa, tíos, primos y abuelos. El que más o el que menos ha pasado unos días fuera de la rutina del hogar. Ahora toca cambiar los chapuzones en la piscina, los paseos en bici con la pandilla y las charradas en la plaza de los pueblos, los castillos de arena, los helados y la libertad de horarios por libros y horarios más estrictos… en definitiva septiembre es sinónimo de ir al cole, a guardería o al instituto.
Como todo cambio, cuesta. Nuestro cerebro y cuerpo se han acomodado a la rutina del verano y ahora por obligación, y en cuestión de días, necesitas modificar el chip. Como padres podéis favorecer esta transición.
En una misma familia puede darse diferentes realidades por el número de hijos. El primer día de la guardería y el inicio de primaria en otro, o el cambio de ciclo, o de cole a instituto. Es importante que en estos casos no solo sea un cambio, sino una novedad y como tal hay que tratarlo. Con voluntad, cariño y paciencia todo pasa mejor.
Para ello te proponemos:
Si es pequeño podéis ir marcando en un calendario caritas alegres y que el calendario esté situado a su altura para que pueda verlo. Días antes pasad por delante de la guardería o el cole, la parada del bus…
Es importante que habléis del tema en términos positivos ¡Harás nuevos amigos!, ¡vas a aprender a leer como tu hermano!, o ¡Volverás a ver a los amigos!, ¡podrás contarles todo lo que has hecho! y ¡tus amigos te contarán lo que han hecho en verano!, ¡tu amiga te dirá qué deportes nuevos ha practicado en la montaña!, ¡sabrás qué libros ha leído! Sí, sabemos que a veces según la edad la lectura no es su fuerte pero tenla siempre presente y lee también para que vean que lo que tú predicas lo cumples, porque todo ayuda.
Todos recordamos oler los libros, forrarlos y llenar el borde de tu mesa con recortes de celo para ir más rápido, poner nuestros nombres cuidadosamente…ahora está de moda hacer sellos que valen para poner el nombre en los libros, cuadernos, uniforme y ropa deportiva. Deja que lo hagan ellos. Da igual que quede torcido, lo importante es que se lea y que ellos participen. Esto les hace sentir bien, les refuerza su autoestima. También te ahorrarás hacerlo la víspera a las tantas…
Hay que educar en el agradecimiento. Trabajar e ir al cole son derechos y motivos por los que sentirse agradecido, pero nunca una desgracia. Hay niños que no pueden ir al cole, en unos casos por la pobreza y en otros porque durante el verano mientras ellos han estado en la playa haciendo castillos, otros estaban en guerra. Esto es una realidad a la que no podemos dar la espalda. Es un hecho el que ya llevemos unos años en los que la “depresión postvacacional” ha descendido por sentirse afortunado de una misma realidad que antes era vista negativamente. Así que hay que vivir y educar en lo afortunados que somos a pesar de las circunstancias que nos rodean a cada uno.
Esas instrucciones o normas tienen que ser claras y concisas, aseguraros de que las entienden para evitar malentendidos.
Es importante destacar entre otros:
Como padres no sé cómo os desenvolvéis en las redes sociales (twitter, face, Instagram…) pero igual es un buen momento para darte de alta en algunas y así estar más cerca de tus hijos o prepararte para cuando ellos los hagan.
Buen inicio de curso escolar con comunicación, perseverancia, paciencia y coherencia.
Os dejamos las siguientes citas:
“No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”, Louis Pasteur.
“Para educar a un niños hace falta la tribu entera”, Proverbio africano.
“Una de las peores cosas que se le puede hacer a un niño es no atenderlo”, Javier Urra.
Os dejo el nuevo artículo sobre sueño infantil escrito junto a Patricia Ramírez para la Fundació Roger Torné en el que ofrecemos pautas para conseguir educar el sueño de los más pequeños.
Que un niño esté de mal humor, con rabietas o apático puede esconder detrás ciertas necesidades básicas no cubiertas como tener hambre, un estado febril o sueño, que se transforman en problemas de conducta o comportamiento. Una de las “misiones” como padres es saber detectar ese estado y elaborar un plan de acción para que en cierta medida no se repita o podáis tener mayor control sobre ello.
En el caso del sueño es necesario conocer:
Con esta información y estableciendo la rutina adecuada, el niño podrá rendir mejor en la guardería, el cole o en el parque, al igual que los adultos lo hacemos en nuestro trabajo, vida social y familiar. Descansar y tener un sueño reparador asienta la memoria registrando la información del día, ayuda a tener un buen estado de ánimo y a seguir creciendo mientras el niño duerme.
Desarrollar patrones de sueño saludables, que ir a la cama no se convierta en una guerra cada día y educar en este hábito, es clave en el desarrollo de los peques de la casa. Además, participa en el control del sobrepeso y la depresión infantil.
Para ello te ofrecemos estas pautas que te ayudaran a desarrollar el hábito de dormir de tu hijo:
1-Personaliza un ritual de unos 20 minutos: en unos casos puede ser el lavado de los dientes, otros un baño, otro hacer pis y en otros leer un cuento (con lo que se favorece a la vez el hábito de la lectura), ayudar a tomar conciencia de las cosas positivas del día, una canción, la escucha de una melodía, un masaje, técnicas de respiración, imaginación guiada (que flota, que nada como un pez…) de este modo inducirles a sensaciones agradables que relajan para posteriormente ir a la cama y dormir. De este modo esa rutina en la acción prepara la mente y el cuerpo del niño para saber lo que va a continuación sin decírselo.
2-Nada de prisas: estas acciones previas son momentos de tranquilidad, que aportan seguridad al pequeño. El organismo no necesita activarse en estos momentos. Así el niño podrá llegar tranquilo a la cama y no le cueste dormir.
3- La televisión, videojuegos y móviles también activan el cerebro, así que no son recomendables en el periodo de tiempo entre cenar y dormir. Y menos utilizarlos dentro de la cama. Su luz altera el ritmo del reloj biológico (a cualquier edad).
4- Fomenta que poco a poco aprenda a dormirse solo y sea consciente de ello, valorándoselo por la mañana. Esto facilita que si se despierta durante la noche sepa cómo dormirse sin reclamaros por no saber qué hacer. Así favorecéis su autonomía.
5-Evita que se duerman en el salón o en vuestra cama y sea llevado a la suya dormido, porque no toma conciencia ni aprende el hábito.
6-Educa que la cama es para descansar, no para jugar. Así evitas darle la información contradictoria.
7-El gesto y tono en el que te diriges a tu hijo también condiciona que vaya a la cama con unas emociones u otras. Cuidar estos aspectos facilita un ambiente más propicio fuera de tensiones.
8-Dormir es una necesidad, no un castigo. Borra de tu repertorio el “castigado y a la cama”. Lágrimas y enfados no son “buenos ángeles de la guarda”.
9- No refuerces sus desvelos con muestras de cariño como abrazos y besos, comida, pasarlo a vuestra cama… porque interpreta que el despertarse tiene un “premio” que de otra forma no conseguiría. Eso sí, unas palabras de comprobación para saber si la causa del desvelo es algún dolor físico, una pesadilla, recordar que ingiera agua o unas palabras de calma, pero que entienda que lo que esperas de é es que se vuelva a dormir.
10-Lo que valió con el mayor no tiene por qué valer para el siguiente, recuerda que aunque son tus hijos son personas distintas, con diferentes gustos.
11-Establece un horario, tanto para la siesta si le corresponde, como para la hora de irse a dormir por la noche. El horario depende de la edad. El niño no puede irse a la cama a diferentes horas. Algún día del fin de semana y por algo excepcional o según periodo estival, los horarios pueden flexibilizarse, pero tienen que ser los mínimos.
12-Cuida el escenario porque es igual de importante: luz, temperatura (entre 16 y 22 grados constante), humedad, olores a esencias relajantes como la lavanda (unas gotitas en la almohada), un colchón y almohada adecuados, que duerman solos en su propia habitación, que haya sido ventilada y que la ropa de la cama y el pijama se adecuen a las necesidades del momento.
13-Respeta las necesidades de los más pequeños para sentirse seguros y cómodos en su “viaje nocturno”: unos necesitan su chupete, otros crecen y quieren muñecos, otros necesitan un punto de luz, o que la puerta no se cierre…
14-El deporte es mejor realizarlo lo más alejado de la hora de dormir para no sobreactivar y también porque su práctica eleva la temperatura del cuerpo.
15- Cuida la ingesta de alimentos y bebidas estimulantes; evitar el chocolate como “premio” a horas nocturnas, por el contrario los hidratos de carbono, calcio y vitamina B tienen propiedades sedantes. Es bueno que tengan agua a mano, un botellín para evitar que se derrame con un vaso.
16-Observa su comportamiento al despertar, puede darte pistas de si tu hijo ha descansado o está irritable.
Dormir alimenta a los niños y necesitan un sueño de calidad. Son los hábitos los que permiten que tu hijo descanse y no solo duerma. De este modo fomentas un adecuado crecimiento, desarrollo y bienestar físico y psicológico.
Destacar que el “lado más oscuro de la noche” lo pueden protagonizar las pesadillas y los terrores nocturnos, que forman parte de los Trastornos del Sueño (Parasomnias). No son trastornos importantes pero un asesoramiento o intervención psicológica y paliar los efectos secundarios que producen es recomendable. No dejes que sea solo el tiempo el que lo solucione.
Papás no olvidéis finalizar la despedida con vuestro hijo cada noche con algunas de estas frases que proponemos:
Un besito cariño…
Te quiero, descansa…
Felices sueños…
Escucha tu latido y tu respiración…
Hasta mañana pequeño…
Patricia Ramírez Loeffler
Yolanda Cuevas Ayneto
Os dejo este artículo sobre el hábito de la lectura escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler.
Educar en el Hábito de la lectura
Hablar de hábitos saludables es hablar de acciones que a base de repetirlas las conviertes en tu rutina y forma parte de tu filosofía de vida. Crean el guion de tu día a día que determinará la historia de tu salud física y emocional a corto y largo plazo. Una buena alimentación, realizar ejercicio, tener y saber disfrutar del tiempo de ocio son algunas rutinas mental y físicamente sanas. Ocio es distracción, diversión, alegría, esparcimiento, juego… Hoy en día, en la llamada era digital, la televisión y su variedad de canales, programas y nuevas series, el ordenador, la consola y los infinitos videojuegos forman parte del tiempo de ocio de vuestros hijos. Se convierten en protagonistas en sus vidas. Los niños pasan una media de entre tres y cinco horas, cuando lo recomendable es una o dos según la edad. Este hábito quita tiempo para otras actividades necesarias y enriquecedoras como es la LECTURA. Porque leer es apostar e invertir en cultura, rapidez lectora, mejora de la comprensión, incluso facilitar el proceso de aprendizaje.
Si tratas de educar a tu hijo para que lea, porque sí, porque lo dicen en el cole o porque existen libros obligados, estarás asociando la lectura a algo negativo. Si como padres no educáis en el hábito de la lectura desde otra perspectiva es muy difícil que haya espacio para los libros, para la creatividad y para los beneficios que aporta. El objetivo no es apartarles de la realidad audiovisual en la que viven, sino que se eduquen desde pequeños en la compatibilidad y no excusión de estas diferentes actividades.
¡Adelante con la misión! Consiste en que iniciéis y fomentéis las costumbres en relación al uso que vuestros hijos hacen de la tecnología. Y con ello evitar el mal uso o abuso de la misma, que dificulta e impide otras actividades de ocio y tiempo libre como la lectura. Desde muy pequeñitos se les puede ayudar a elegir libros, fomentar el espíritu crítico, diferenciar realidad y ficción, enseñar a establecer los tiempos para las diferentes actividades y el uso de los libros como complemento a lo que se ve en la televisión.
En muchas ocasiones desde niños tras un enfado o algo mal hecho los padres ordenáis que vayan a su cuarto castigados y se pongan a leer. De este modo los niños aprenden que la lectura se obliga y se ordena en los momentos negativos. Nunca hay que usar la lectura como un castigo.
Desde niños podéis sugerir en familia espacios para la lectura, igual que decidís dar una vuelta en bici, ir al parque o hacer una excusión. Lo importante es que lo vivan con naturalidad, sin sentirse forzados, que sintáis que se disfruta del ambiente de la lectura, que sea algo apetecible y que les emocione. Podéis leer antes un capítulo con el fin de promover debates y comentarios al respecto, lo mismo que realizáis con las series, deportes o documentales. Ellos son los que tienen que elegir su libro o el libro a ellos, bajo supervisión, sí, pero no el que te guste a ti. Respeta que a tu hijo no le guste el mismo libro que a ti. Tu hijo no eres tú.
Es importante también que seáis flexibles y decidan en qué horario quieren leer, imponer no facilitará que lo hagan. Y esto implica la opción de lectura digital por ordenador, en ebooks, en los móviles… donde se desarrollan otras capacidades. Porque la información hoy en día tiene varios formatos. Lo mismo ocurre con el lugar dónde se practique, se puede leer en una mesa bien sentados con atril, pero también tumbados, en el sofá, en la alfombra, en el césped, en el parque, en la playa, en el coche…
Tenéis que transmitir la lectura como hábito saludable por sus virtudes para la salud física y emocional, y no focalizar la lectura solo como beneficio académico y aprendizaje. Que los niños vayan comprendiendo los diferentes beneficios, facilitará su práctica:
• Reduce el estrés a cualquier edad. A los 6 minutos de inmersión lectora la tensión muscular y el ritmo cardíaco disminuyen, porque disuelve las preocupaciones como cualquier acto creativo, pintar, escribir una historia…
• Leer antes de dormir ayuda a conciliar mejor el sueño. Así que es conveniente para la rutina de higiene del sueño.
• A la larga, según un estudio publicado en USA Today, las personas con hábito a la lectura tienen menos riesgo de enfermedad de Alzheimer. El cerebro se beneficia de la lectura y con él la memoria, ya que al mantenerse activo se fortalecen las conexiones cerebrales aumentando la reserva cognitiva. Lo que ayuda al retardo de las enfermedades neurodegenerativas.
• Leer aumenta la capacidad de respuesta porque obliga a al cerebro a pensar, lo activa y relaciona conceptos.
• Leer potencia la empatía, leer historias implica vivir emociones de otras personas. Su práctica facilitará la habilidad de intuir los estados emocionales de las personas en la vida real.
• Despierta la curiosidad y ayuda a las relaciones sociales, porque aporta nuevos temas de conversación que hace más interesantes a las personas.
Hay que fomentar el libro como un objeto familiar, como una prolongación del niño, como un “amigo”, no como un objeto de decoración. Se puede manosear, doblar, subrayar, tiene que hacerse nuestro. No hay porque dejarlo intacto como un cuadro. No pasa nada porque se manche con el verde de la hierba o con una gota de zumo…
Dar ejemplo es la mejor herramienta que les podéis ofrecer. Si ven que disfrutáis, será más fácil que quieran compartir esa curiosidad y el intercambio de ideas.
Igual que vas al parque, ve a una librería infantil, a una biblioteca, que miren libros, que lean un ratito y que vean que acercarse a los libros no son horas de riñas para aprender a leer. No relaciones la lectura con esas frases incansables de “hijo repite que lo has dicho mal…hijo repite que lo has entonado mal…” porque esto agota a cualquiera, y les aleja de los libros. Acelerar los procesos formativos no es bueno. Quizás así aprendan rápido a leer pero ¿de qué les sirve si luego no leen?