Yolanda Cuevas Ayneto

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Artículos Psicología y Salud

URGENTE: De consulta presencial a consulta online por el bien de todos.

El COVID-19 (coronavirus), no es un virus peligroso por agresividad, pero sí lo es por su fácil contagio y puede afectar a los más vulnerables de una forma más virulenta.

Si eres paciente de la consulta presencial en Centro Vitae,  desde este viernes 13 de marzo las consultas pasarán a ser online vía Skype  hasta que se considere necesario para protegernos. Seguimos a la escucha d ela situación social y sanitaria atendiendo y cumpliendo con las recomendaciones y medidads restrictivas.

¿Cómo hacerlo? Se descarga la aplicación de Skype en el portatil preferentemente, buscas mi dirección yolandapsaludydeporte , me mandas solicitud, yo la apruebo y el día y hora me llamas.

La consulta online sigue el mismo procedimiento y seguridad que la presencial.

Todos tenemos que ser responsables con la situación que nos toca vivir actualmente y frenar la curva. Yo me sumo al reto #yomequedoencasa

Gracias por hacerlo posible.

Comparto como muchos sabéis que llevo años realizando consultas online con personas de:

Zaragoza, Huesca, Teruel, Madrid, Barcelona, Valencia, Valladolid, Vigo, Burgos, Sevilla, Alicante, Toledo, Ibiza, Tarrasa, Bilbao, Ciudad Real, Las Palmas, Guipuzcua, San Sebastian, Ibiza, Castellón, Lugo, Granada, Ceuta, Cartagena, Tarragona, Girona, Elche, Salamanca, Cáceres, Badajoz Almería, Álava, Sevilla, Palma de Mallorca, Menorca, Cantabria, Asturias Málaga
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Perú, Ecuador, México, Santo Domingo Bruselas, Florida, Canadá, París-Francia, Alemania, Illinois, Qatar, Nueva Yersey siendo algunos de ellos #EspañolesPorElMundo

 

 

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Este curso, más autónomos y responsables.

PDF del artículo publicado en la sección escolar del Heraldo de Aragón 15 de septiembre de 2016.

Un nuevo curso está en marcha y con él las expectativas e ilusiones de padres, alumnos y profesores. Pero  si hay algo que todos deseamos es que nuestros hijos sean responsables y autónomos, aunque, a veces,  y normalmente por exceso de protección, seamos los propios adultos los que dificultemos ese proceso.

«Papá, mamá, estas pautas pueden ayudarte a que, este curso, consiga ser más responsable y autónomo».
No eres mi despertador. Soy yo el que tiene que decidir a qué hora me levanto y atenerme a las consecuencias si se me pegan las sábanas. Acompáñame a comprar un despertador que mole; prefiero que no sea el móvil, así evito la tentación de quedarme hasta las tantas hablando por whatsapp con mis colegas.
Tu grupo de whatsapp con otras madres y padres no es mi agenda escolar.
Reconozco que el año pasado era cómodo, no me preocupaba de nada, no escuchaba ni anotaba al final de la clase… total, ya estabas tú para decirme lo que tenía que hacer. Este curso no habrá whatsapp que valga, así estaré atento y tendré que anotar en mi agenda lo necesario. Si me despisto, asumiré las consecuencias, solo así aprenderé.
Enséñame a ir más rápido por las mañanas. Sí, lo sé, me cuesta levantarme antes, lo dejo todo para última hora, vamos siempre corriendo, agobiados, enfadados y a gritos. Ten paciencia y trabajemos este aspecto juntos para empezar el día… en paz.
Edúcame en el hábito del desayuno. No me digas que desayune, mientras yo veo que tú no lo haces. Mi cerebro necesita un buen desayuno –no un triste bollo– para rendir en el colegio y estar atento. Así que, por la noche, dejaremos la mesa preparada para desayunar
y poder arrancar con buen pie y mejor cabeza.

Al cole voy yo, no tú. Deja que sea yo el que me organice la mochila, aunque a veces me cueste meter los libros; solo ayúdame si te lo pido y de buenas maneras.
Valora mi esfuerzo antes que mis notas o resultados. Si solo te importan mis notas, haré lo posible por conseguir los resultados que quieres, aunque sea copiando en los exámenes. No me digas que me quieres cuando saque buenas notas porque pensaré que no me quieres si suspendo. Eso sí, felicítame y dime que estás orgulloso de mi esfuerzo.
No me castigues sin hacer deporte. Me he comprometido con mis compañeros y con mi entrenador y tengo que cumplir.
Además, el deporte me hace sentir bien y fortalece mi memoria y atención, que es lo que necesito en los estudios. Eso sí, ayúdame a organizarme, y a diseñar horarios para que me cunda más.
No me compares con mis amigos, hermanos, primos… Me duele, me siento inferior y hasta pienso que no me quieres o que no estáis orgullosos de mí. Entonces, se me quitan las ganas de hacer cosas y, en parte, hasta por venganza. Si lo haces por motivarme, sinceramente, cambia de estrategia.
Proponme nuevos retos diarios, semanales y mensuales. Leer un cuento a mi hermano, ayudarle en una tarea, bañarlo, acompañarlo a una actividad, limpiar algo en casa, preparar la cena…

¡FELIZ CURSO A TODOS!

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Aprender a vivir en la diferencia.

Os dejo el nuevo artículo Aprender a vivir en la diferencia junto a mi compañera Patricia Ramírez.

Muchos padres viven como la mayor de las desgracias los resultados de las pruebas que confirman que su hijo sufre asma, alergia, intolerancia a ciertos alimentos y un largo etc. Comienzan la aventura de vivir, no con un niño que tiene unas características determinadas, de las que se tienen que responsabilizar ambas partes, sino con la idea de…

  • “Es que mi hijo es asmático.”
  • “Es que mi hijo es alérgico.”
  • “Es que mi hijo es intolerante a la lactosa.”
  • “Es que mi hijo lleva gafas.”

 

La sorpresa en muchos casos o la idea de que su hijo se escapa de la “normalidad” les lleva a buscar nuevas opiniones en otros profesionales. Convierten el problema en monotema en los debates familiares y de amigos o buscan información en internet hasta que verifican que ese es el diagnóstico y que son necesarios una serie de cambios en las rutinas. A partir de aquí empieza el proceso de aceptación y la puesta en marcha de un protocolo para cada caso.

 

Dependiendo de la personalidad del niño y su madurez aparecen en escena los padres sobreprotectores, hiperprotectores o padres “helicóptero” que sobrevuelan sobre sus hijos para intervenir en cualquier situación de forma ansiosa y poco conectados emocionalmente. Transforman a sus hijos en niños burbuja favoreciendo el aislamiento, evitando la socialización de sus hijos para evitar los miedos respecto a la enfermedad: les limitan los cumpleaños a los que asistir por miedo a que ingieran algo no permitido, meten miedo al niño que juega a fútbol por miedo a que le den un balonazo en la cara y le rompan las gafas o están todo el rato llamando a los adolescentes por teléfono para comprobar si se han pinchado la insulina

 

Los padres viven con miedo e incertidumbre en su día a día, temen que les pueda ocurrir algo, sobre todo si ellos no están presentes. Y en parte tienen razón. Sus hijos necesitan adaptarse y llevar a cabo una serie de cambios para no poner en riesgo su vida y su salud. Pero, ¿hasta dónde conviene proteger, cuáles es el límite?

 

Ya se sabe que el miedo paraliza, transforma, succiona la mente, no deja decidir con claridad, condiciona la forma de pensar y de actuar. Y ese miedo que se transmite a los hijos les impide desarrollarse con seguridad y confianza. Si traslada el miedo a sus hijos, tendránpoca iniciativa, se sentirán bloqueados, temerosos y serán hijos dependientes, en alerta permanente y con miedo desproporcionado a lo desconocido. Todo esto condiciona su desarrollo y sus relaciones con los demás, se reflejará en su trabajo, en sus relaciones personales, sociales  y sentimentales, en definitiva, en la forma en que se desenvolverán en su vida adulta.

 

Los padres están para proteger pero no para sobreproteger, están para acompañar y no para sustituir. Sobreproteger conlleva una serie de inconvenientes que tenemos que conocer. Los padres construyen día a día la imagen interior de sus hijos con el trato, el apego y lo que con su comportamiento trasladan a sus hijos. Saber cuidar sin sobreproteger forma parte de una futura autoestima, confianza y seguridad.

 

Muchos padres dicen “mientras pueda, lo haré yo, cuando falte ya lo hará él” y la vida nos demuestra que no es así porque lo que no se enseña con naturalidad y desde niño cuesta mucho más aprenderlo de adultos cuando ya tenemos una serie de hábitos y vicios adquiridos. Sobreprotegiendo estamos trampeando la vida de los pequeños.

 

¿Cómo padres os reconocéis si…?

  • Evitáis dejar comer a vuestros hijos en casa de los abuelos, amigos, o asistir a fiestas de cumpleaños si no están ellos.
  • No dejáis que vayan a dormir a casa de sus amigos, realizar intercambios escolares, o ir de campamentos.
  • Evitáis competiciones en las que se tengan que desplazar o incluso limitáis la práctica deportiva.
  • No los dejáis comer en el comedor del colegio, no vais a restaurantes y supervisáis cada movimiento.

 

La solución ante una vida con otras “características” no pasa por estos pasos. Vosotros como padre y madre no estaréis siempre a su lado para decirle lo que tiene que hacer. Tu hijo tiene que aprender a tomar decisiones, a no llevar colgada la etiqueta de “soy un alérgico, soy un celiaco” y llevar solo una vida que pueda vivir con normalidad conforme a los cuidados que necesite su trastorno o enfermedad.

 

Cada niño, según su edad y madurez, y desde el momento en el que es diagnosticado, debe ser educado en:

 

Responsabilidad: si ayudas a conocer qué le pasa, sin alarmas innecesarias, y saber qué pasos tiene que seguir en la alimentación, medicación, uso de gafas en el cole o en su deporte, le aportarás seguridad. Conociendo las consecuencias que implican si las cosas no se hacen bien fomentas la responsabilidad hacia su salud.

 

Autonomía: responsabilidad y autonomía van de la mano. Conseguir vivir con autonomía e independencia es uno de los objetivos en la vida de cualquier persona, al margen de su salud. Conocemos claros ejemplos de niños en silla de ruedas que con gran empeño y el que les transmiten sus padres consiguen vivir una vida plena y con autonomía. Educar en la dependencia no ayuda a crecer en ningún plano y menos en el emocional. No le evites situaciones ni hagas por él lo que él puede resolver solo, aunque le cueste más que a otros niños.

 

Resiliencia: esa capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas de la vida saliendo fortalecido no es un valor que se transmita en los genes. Se educa. Transmite a tu hijo que todos tenemos una situaciones dadas, que no depende de nosotros y que la energía tiene que estar en resolverlas en lugar de lamentarnos. Entrénales más en solución de problemas y menos en el arte de las quejas.

 

Respetar: si educas en la diversidad y lo fomentas con tu ejemplo, favoreces que él lo haga con sus iguales. Tu hijo normalizará lo que tú le digas que es normal. Si te comportas desdramatizando y normalizando, él también pensará que un problema como el suyo forma parte de sus “normales”.

 

Comunicación: Ten informado a tu hijo para que sepa el porqué de lo que le dices que haga. Facilita espacios de comunicación para que entienda lo que le ocurre. Ayúdale a conocer sus causas y las consecuencias de un comportamiento no responsable en sus acciones. Que ocultes o disfraces la realidad no le ayudará a responsabilizarse.

 

Reconocimiento: Cada vez que decida no comer lo que tiene prohibido, usar su inhalador, limpiar y ponerse sus gafas etc… no lo interpretes como algo normal. Transmítele que lo ha hecho bien, que es responsable, que tiene que sentirse orgullosos y que te sientes orgulloso de él. De esta forma se fijan las conductas que queremos de forma amorosa, comunicativa y reflexiva.

 

Lo que no hay que hacer:

 

Victimizarse: “fíjate lo que nos ha pasado”, “ahora qué vamos a hacer”, “menudo plan de por vida” son frases que pueden venir a tu mente pero que no van a solucionar nada. No las uses como forma de presentarle a su nuevo profesor, o a la madre de su nuevo amigo. El victimismo no es buen compañero de vida, te debilita y te resta energía.

 

Etiquetar: supone condicionar su manera de pensar, sentir y actuar. Un niño etiquetado vivirá y se relacionará como tal. Lo usará de pretexto para justificar otros motivos y dirá que le duele la  tripa, que está cansado para recoger la habitación, o que suspende porque no ve bien…activando tu alarma y compasión.

 

Aprovecharse de un error: Si en vez de valorar el intento que hace tu hijo lo traduces como una crisis y verbalizas “es que tengo que estar yo supervisando porque si no…” solo consigues que tu hijo crezca en la inseguridad y no se sienta capaz de asumir sus responsabilidades.

 

No olvides que eres un modelo educativo a seguir y que ellos usarán tus estrategias y tus habilidades para andar por su mundo. Enseñar a vivir con lo que nos toca sin victimismo, elaborar un plan de acción, no acomodarse, ampliar nuestro margen de maniobra y salir de la zona de confort es el reto educativo como padres. Todo padre quiere que su hijo sea feliz pero no olvidemos que para ser feliz hay que superar adversidades y no esconderse.

 

No hay mayor seguridad para un niño que ver como ante la adversidad los suyos le enseñan a crecer y a superarse. Estos son los grandes legados y aprendizajes que les quedan. Educa para que tu hijo se sienta acompañado y no anulado.

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Artículos Psicología del Deporte

Cohesión y valores desde los primeros entrenamientos.

Se sabe de la importancia de la cohesión grupal y los valores en la base de un buen equipo.

Os dejo el artículo escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler para la web OkPatines.

Seguridad y confianza variables que deseas que te acompañen en la vida y en el deporte. Pero ¿cómo trabajarlas para que sean pilares en tu día a día? La seguridad y la confianza no surgen de la nada, no son el resultado de comentarios del tipo  “venga ten confianza en ti que saldrá” o “tienes que confiar más en ti”. A la confianza todos la quieren tener de su lado, pero el problema está en cómo conseguirla y mantenerla.

 

Seguridad y confianza se alimentan, entre otros, de experiencias positivas vividas que potencian tus capacidades. Cada vez que confirmas y experimentas que has sido capaz de realizar aquello que te proponías, te sientes bien y seguro. Se trata de que el trabajo y las horas de esfuerzo se traduzcan en tu mente en recuerdos de lo que sí eres capaz de hacer. La percepción de control en lo que haces es la base de tu confianza y seguridad.

 

Cuando te enfrentas a un nuevo reto, tu mente busca en la base de datos del cerebro qué experiencias has vivido que te permiten ser apto para repetir y poder alcanzar tus objetivos. En definitiva, la mente busca situaciones y fortalezas que permitan que tu confianza sea óptima. Y esa confianza es el resultado de tu pasado y de la percepción que tienes de ti mismo.

 

El primer paso es recordar la vez que fue posible o la última vez que te enfrentaste a ese reto y te acercaste a tu objetivo. Este recuerdo te hace sentirte más orgulloso, más seguro con más confianza y por lo tanto te prepara para repetirlo. Analizar y tener presente qué hizo posible ese logro es fundamental para ordenar los pasos en los siguientes intentos. Se trata de buscar en tus fortalezas lo que te hace capaz, tener claro que dentro de ti existen una serie de capacidades, una actitud y un talento que, si lo trabajas, te puede llevar al éxito. Si no sabes qué tienes dentro, si desconoces el locus de control interno, no serás capaz de repetir y darle valor a lo que te lleva al éxito. Tienes que tomar conciencia de lo que haces correctamente, el por qué y así crear tu ruta hacia lo que te propones.

 

Todo lo que dependa de ti mismo tiene que ser trabajado. Tienes que centrarte en el presente, en lo que tienes que hacer en cada momento, en lo que depende de ti, y a la vez, dejar de prestar atención a todo lo demás, a lo que resta energía y tiempo; la duda, el “pero”, los “y si”…, la suerte.

 

Si quieres conseguir sentirte seguro y con confianza tienes que:

  1. Establecer metas realistas y a la vez ambiciosas, que seas capaz de alcanzar pero que tiren de ti y te motiven.
  2. Entrenar y desarrollar autodisciplina, esfuerzo y perseverancia como base del éxito.
  3. Dar prioridad al rendimiento, a la ejecución y no focalizar el éxito en el resultado.
  4. Fomentar un ambiente y unas actitudes positivas que favorezcan el aprendizaje y el avance. Nadie quiere trabajar un ambiente hostil, en el que uno se siente presionado. Permítete aprender con el error, es la única manera de hacer las cosas diferentes. Equivocarse forma parte del camino y si te machacas con el error, terminarás por sentirte inseguro cada vez que pruebes algo.
  5. Establecer rutinas y así reducir la presión y ansiedad previa a la competición.
  6. Trabajar con visualización o práctica imaginada para entrenar situaciones futuras. Imaginar el modelo de lo que quieres hacer, el tipo de ejecución, las sensaciones que quieres sentir, la fortaleza de tus músculos. La mente es capaz de imaginar todo lo que te propongas. Trata de imaginar sobre el éxito y no con las equivocaciones. Tu cerebro guardará en su memoria lo que hayas imaginado y podrás acceder a ello cuando estés entrenando y compitiendo.

 

A pesar de que la seguridad te la da lo que está haciendo ahora, fantasear con el futuro te abre las puertas a nuevas oportunidades. La mente no puede estancarse en el pasado. El presente sirve para trabajar, para ponerte a prueba. Olvida el error y piensa que tienes cientos de oportunidades por delante para demostrar todo lo que llevas dentro. El único fracaso es no intentar lo que deseas.

 

Importante: No olvides que la confianza se relaciona con el rendimiento mediante una curva en forma de U invertida. Conforme aumenta la confianza el rendimiento aumenta hasta el llamado punto óptimo. A partir del cual el aumento de confianza va unido a una disminución del rendimiento, en este caso lo que ocurre es un exceso de confianza. ¡No te relajes en exceso!

 

Tan importante es trabajar la seguridad y confianza por defecto como por exceso, ambas te alejan de conseguir tu objetivo.

 

Patricia Ramirez Loeffler                                                            Yolanda Cuevas Ayneto

Psicóloga de la salud y el deporte                                           Psicóloga de la salud y el deporte

@Patri_Psicologa                                                                           @YolandaCuAy

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Charlas y formación Psicología del Deporte

Psicología deportiva en los Campus.

Durante el 2013 la empresa Grandeporte como Macro Imagen de Tauste se interesaron por mi trabajo relacionado con niños y jóvenes.

Entre otros se realizó dentro del Campus de Semana Santa con Grandeporte en el CDM Valdefierro y de verano en Tauste un trabajo en el área de psicología deportiva, fomentando:

1-Mediante el juegos y dinñamicas el entrenamiento de la atención y concentración.

2-Mediante cuentos adaptados al deporte la transmisión de valores como la responsabilidad, el esfuerzo, sacrificio y las ganas para conseguir lo que quieran en el deorte y en la vida.

Fomentando la participación y comunicación de los más pequeños trabajando el paralelismo de los valores en el deporte, cole y casa con ejemplos. Y promoviendo una nueva “MISIÓN” que es como la llamo para adquirir nuevos hábitos.

Experiencias  que nos enriquecen a todos incluido en entrenador/ra que ve como de forma divertida los niños aprenden y se comprometen y a mí porque estar unas horas con ellos te contagina de su alegría y ganas!.

Los niños aprenden a poner significado a palabras “valores” que muchas veces oyen pero que pocas entienden.DSC_0884gran deporte

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Y que el último día que te vengan con esto…..no tiene precio.

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Gracias por apostar por estas actividades en vuestro Campus.

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