Os dejo el nuevo artículo sobre sueño infantil escrito junto a Patricia Ramírez para la Fundació Roger Torné en el que ofrecemos pautas para conseguir educar el sueño de los más pequeños.
Que un niño esté de mal humor, con rabietas o apático puede esconder detrás ciertas necesidades básicas no cubiertas como tener hambre, un estado febril o sueño, que se transforman en problemas de conducta o comportamiento. Una de las “misiones” como padres es saber detectar ese estado y elaborar un plan de acción para que en cierta medida no se repita o podáis tener mayor control sobre ello.
En el caso del sueño es necesario conocer:
- Las horas que debe dormir un niño según su edad (alrededor de 10 horas en el sueño infantil).
- El estado evolutivo por el que atraviesa, como circunstancias del tipo cambio de colegio, separación de los padres, problemas familiares…
- Las rutinas que favorecen que el niño duerma y tenga un sueño reparador.
- El carácter del niño.
Con esta información y estableciendo la rutina adecuada, el niño podrá rendir mejor en la guardería, el cole o en el parque, al igual que los adultos lo hacemos en nuestro trabajo, vida social y familiar. Descansar y tener un sueño reparador asienta la memoria registrando la información del día, ayuda a tener un buen estado de ánimo y a seguir creciendo mientras el niño duerme.
Desarrollar patrones de sueño saludables, que ir a la cama no se convierta en una guerra cada día y educar en este hábito, es clave en el desarrollo de los peques de la casa. Además, participa en el control del sobrepeso y la depresión infantil.
Para ello te ofrecemos estas pautas que te ayudaran a desarrollar el hábito de dormir de tu hijo:
1-Personaliza un ritual de unos 20 minutos: en unos casos puede ser el lavado de los dientes, otros un baño, otro hacer pis y en otros leer un cuento (con lo que se favorece a la vez el hábito de la lectura), ayudar a tomar conciencia de las cosas positivas del día, una canción, la escucha de una melodía, un masaje, técnicas de respiración, imaginación guiada (que flota, que nada como un pez…) de este modo inducirles a sensaciones agradables que relajan para posteriormente ir a la cama y dormir. De este modo esa rutina en la acción prepara la mente y el cuerpo del niño para saber lo que va a continuación sin decírselo.
2-Nada de prisas: estas acciones previas son momentos de tranquilidad, que aportan seguridad al pequeño. El organismo no necesita activarse en estos momentos. Así el niño podrá llegar tranquilo a la cama y no le cueste dormir.
3- La televisión, videojuegos y móviles también activan el cerebro, así que no son recomendables en el periodo de tiempo entre cenar y dormir. Y menos utilizarlos dentro de la cama. Su luz altera el ritmo del reloj biológico (a cualquier edad).
4- Fomenta que poco a poco aprenda a dormirse solo y sea consciente de ello, valorándoselo por la mañana. Esto facilita que si se despierta durante la noche sepa cómo dormirse sin reclamaros por no saber qué hacer. Así favorecéis su autonomía.
5-Evita que se duerman en el salón o en vuestra cama y sea llevado a la suya dormido, porque no toma conciencia ni aprende el hábito.
6-Educa que la cama es para descansar, no para jugar. Así evitas darle la información contradictoria.
7-El gesto y tono en el que te diriges a tu hijo también condiciona que vaya a la cama con unas emociones u otras. Cuidar estos aspectos facilita un ambiente más propicio fuera de tensiones.
8-Dormir es una necesidad, no un castigo. Borra de tu repertorio el “castigado y a la cama”. Lágrimas y enfados no son “buenos ángeles de la guarda”.
9- No refuerces sus desvelos con muestras de cariño como abrazos y besos, comida, pasarlo a vuestra cama… porque interpreta que el despertarse tiene un “premio” que de otra forma no conseguiría. Eso sí, unas palabras de comprobación para saber si la causa del desvelo es algún dolor físico, una pesadilla, recordar que ingiera agua o unas palabras de calma, pero que entienda que lo que esperas de é es que se vuelva a dormir.
10-Lo que valió con el mayor no tiene por qué valer para el siguiente, recuerda que aunque son tus hijos son personas distintas, con diferentes gustos.
11-Establece un horario, tanto para la siesta si le corresponde, como para la hora de irse a dormir por la noche. El horario depende de la edad. El niño no puede irse a la cama a diferentes horas. Algún día del fin de semana y por algo excepcional o según periodo estival, los horarios pueden flexibilizarse, pero tienen que ser los mínimos.
12-Cuida el escenario porque es igual de importante: luz, temperatura (entre 16 y 22 grados constante), humedad, olores a esencias relajantes como la lavanda (unas gotitas en la almohada), un colchón y almohada adecuados, que duerman solos en su propia habitación, que haya sido ventilada y que la ropa de la cama y el pijama se adecuen a las necesidades del momento.
13-Respeta las necesidades de los más pequeños para sentirse seguros y cómodos en su “viaje nocturno”: unos necesitan su chupete, otros crecen y quieren muñecos, otros necesitan un punto de luz, o que la puerta no se cierre…
14-El deporte es mejor realizarlo lo más alejado de la hora de dormir para no sobreactivar y también porque su práctica eleva la temperatura del cuerpo.
15- Cuida la ingesta de alimentos y bebidas estimulantes; evitar el chocolate como “premio” a horas nocturnas, por el contrario los hidratos de carbono, calcio y vitamina B tienen propiedades sedantes. Es bueno que tengan agua a mano, un botellín para evitar que se derrame con un vaso.
16-Observa su comportamiento al despertar, puede darte pistas de si tu hijo ha descansado o está irritable.
Dormir alimenta a los niños y necesitan un sueño de calidad. Son los hábitos los que permiten que tu hijo descanse y no solo duerma. De este modo fomentas un adecuado crecimiento, desarrollo y bienestar físico y psicológico.
Destacar que el “lado más oscuro de la noche” lo pueden protagonizar las pesadillas y los terrores nocturnos, que forman parte de los Trastornos del Sueño (Parasomnias). No son trastornos importantes pero un asesoramiento o intervención psicológica y paliar los efectos secundarios que producen es recomendable. No dejes que sea solo el tiempo el que lo solucione.
Papás no olvidéis finalizar la despedida con vuestro hijo cada noche con algunas de estas frases que proponemos:
Un besito cariño…
Te quiero, descansa…
Felices sueños…
Escucha tu latido y tu respiración…
Hasta mañana pequeño…
Patricia Ramírez Loeffler
Yolanda Cuevas Ayneto