Nuestro día discurre entre pensamientos, emociones y comportamientos, todos ellos relacionados entre sí, se condicionan unos a otros para bien o para mal.
Tan importante es conocer las emociones y ponerle nombre, como saber y sentir la parte del cuerpo donde deciden alojarse.
El cuerpo nos manda señales con información que tenemos que saber detectar, traducir, comprender, convivir y gestionar.
En un estudio finlandés, (Nummenmaa, Glerean, Hari y Hietanen, 2013) pidieron a 701 particapantes de diversas nacionalidades que señalaran en un dibujo que representaba una figura humana las zonas del cuerpo que se activaban al sentir un determinado estado emocional y en otra figura, las zonas en que sentían menos activación.
¿Cómo? mediante un código de colores (colores cálidos que representaban la activación, y fríos que representaban la desactivación). Presentaron palabras, películas, historias y expresiones faciales que representaban 6 emociones básicas o primarias (enojo-ira, miedo, asco, felicidad-alegría, tristeza y sorpresa) y 7 secundarias o complejas ( ansiedad, amor, depresión, desprecio, orgullo, vergüenza, envidia) recogidas en la imagen inferior.
Los resultados confirmaron que somos capaces de ubicar las variaciones del estado emocional en diferentes áreas de nuestro cuerpo. Las emociones se sienten en el cuerpo. Vivir conectado al cuerpo implica poder sentir esas emociones de forma localizada y no solo como estado mental. Aquí esta la dificultad, se dice “me siento triste” ¿como lo sabes? y puede ser que se conteste “porque no tengo ganas de nada o por que lloro” todo relacionado con los comprotamiento o conductas. Así que queda conectar con donde lo siento en mi cuerpo. Mente y cuerpo estan interrelacionados. Ambos se comunican. Solo queda escuchar.
Se puede observar las diferentes áreas en el “Mapa corporal de emociones” publicado en la revista Proceedings of the National Ac ademy of Sciences.
Hay que tener en cuenta que mayoría de las emociones básicas (miedo, alegría, sorpresa, tristeza, ira, asco…) se asocian con sensaciones de alta actividad en la zona alta del pecho, sujetas a cambios en nuestra propia respiración y ritmo cardiaco.