Os dejo el último artículo escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler para la Fundació Roger Torné.
En el se ofercen pautas para que la hora de la comida no sea un «martirio»
Padres ¿os suena esta frase? “este niño no me come nada”. En esta frase se esconde contenidos como:
- Exageración y preocupación por vuestra parte. A veces pensáis que no es suficiente o que pasará hambre, cuando la realidad es que vivimos en una sociedad con exceso de recursos.
- Problemas con vuestras expectativas. En ocasiones queréis cumplir ofreciendo un rato más en el parque si acaba el bocata, o una chuche si además se come el plátano entero.
La mayoría de las veces sois los padres con vuestro estilo de vida, costumbres y educación, los que organizáis la alimentación de los niños. Pero falta atender a los cambios evolutivos en su desarrollo, emocionales como puede ser la vuelta al cole, final de curso o la llegada de un hermano al hogar y necesidades físicas como realizar determinados deportes que exigen diferentes esfuerzos físicos.
Una cosa es hacer menús por antojo de los niños y otra, saber adaptarse a las necesidades de ellos. La comida puede ser la misma para los hermanos pero no la cantidad, y eso no significa que el que menos coma “no come nada”. Durante el año los niños pasan por etapas de desarrollo físico y emocional que condicionan su alimentación y hay que saber detectarlos.
Es importante que como padres sepáis sobre pautas de alimentación según las edades de los niños y chavales. Y que reflexionéis sobre la importancia que tiene lo que hagáis en los hábitos que van a adquirir desde niños para su futura vida adulta e independiente. Sois modelos de conducta y los hábitos alimentarios se adquieren en la infancia y principalmente en vuestra casa. La alimentación es un acto voluntario y consciente que se puede educar y modificar y aquí los padres sois los protagonistas.
Nuestro reto es conseguir no vivir con amargura las horas de las comidas de los hijos.
Si ciertos comportamientos no se producen en el comedor del colegio ¿Por qué ocurren en casa? Para facilitaros la tarea aquí van unas pautas que pueden daros un orden y esquema de qué hacer:
Antes de comer:
- Establece unas rutinas: organizan la mente del niño. Le aportarán orden y seguridad. Llega a casa, se cambia, se lava las manos, ayuda a poner la mesa, se sienta en la mesa, nos sirven o servimos dependiendo de la edad, y comenzamos a comer.
No vale que un día se coma en la cocina, otro en el salón, hoy de excursión por el pasillo, y mañana en el sofá viendo dibujos animados.
- No dejes que pique antes de comer porque eso ya es comer, llena su estómago y no comerá lo que tengas preparado.
Durante la comida:
- La comida es un acto social en el que la familia sienta las bases de la comunicación. Es el momento perfecto para hablar de las cosas buenas que nos han ocurrido e incluso de las no tan buenas, pero no utilizar ese rato para sermonear, discutir o castigar. Se corre el peligro de relacionar comida con “ambiente tenso”. Nadie quiere comer de forma relajada en un ambiente tenso.
- En un principio todos comeréis lo mismo pero en diferentes cantidades, exceptuando si lo prescribe un médico como pueden ser intolerancias, alergias, períodos de crecimiento, controles de dieta, o alimentaciones especiales por determinadas circunstancias deportivas.
- Sirve en pequeñas cantidades porque siempre es posible repetir. Si llenas el plato y además no es de lo que más le apetece el cerebro empieza a mandar señales de “horror, con esto no puedo”.
- Tenemos la gran ventaja de poder disfrutar de la alimentación mediterránea, que es muy variada. Puede que una verdura, un pescado, una carne no guste pero tienes otras que ofrecer. Así que no te empeñes en que coma esa en concreto, la aborrecerá y será peor.
- Si es estrictamente necesario que coma algo que no es de su agrado, habla con él y explícale las razones, siempre adaptadas a su edad. Investiga con él buscando información, hazle partícipe en su elaboración según su edad, y no le sirvas la cantidad que tú quieres. Proponle que se sirva él y que vas a respetar la cantidad que se eche pero tiene que saber que no se le va a cambiar el plato. Valora finalmente su esfuerzo y lo contentos que estáis. Pero no digas nunca que lo queréis más por lo que come. Esto es una manera de acercarse poco a poco a tu propósito, sin presión, sin “porque yo lo digo que para eso hago la comida”.
- Piensa que cuando coméis, no lo haríais a gusto si os miraran constantemente, si a cada grano de arroz que se os cayera, se acercara alguien corriendo a recogerlo, a resoplar y a suspirar en los intentos de llevarse la sopa a la boca. Una cosa es ir enseñando a coger el tenedor, la cuchara, el cuchillo y otra pretender que no se ensucien como si fuera un adulto. Recuerda que a ciertas edades comen a la vez que aprenden o aprenden a la vez que comen, darles
- Es importante pautar el tiempo que se está con la comida según la edad. Nada de “se le junta la comida con la merienda”. Los niños tienen que aprender que tienen un tiempo para comer. Una vez pasado el tiempo pautado, se les retira el plato. Y no os asustéis, no les va a pasar nada, tarde o temprano comerán.
- Hasta la hora de la merienda no se picotea ni se comen chucherías. Así aprenden que hay unos horarios y que tienen que comer más si no quieren luego pasar hambre. Eso sí, todos a una. No vale que lo haga la madre y no el padre o al revés… ¡o los abuelos! Si actuáis de manera distinta, ellos se comportan de forma diferente. Los abuelos son expertos en hacer su comida favorita el fin de semana, pero no puede ser todos los días de la semana u ofrecer tres platos para ver que quieren sus nietos.
- Nada de comer a la carta. Vuestra casa no es un restaurante. El fin de semana podéis hacer partícipes a vuestros hijos del menú de la semana. Os dará orden en vuestra vida. A los más peques puedes hacerles un calendario y que dibujen la comida y pegarlo en la cocina. Así interiorizan lo que van a comer y no les pilla de sorpresa. Si los niños participan en el menú, evitas el ¿qué hay para comer? y a la respuesta “Joooo, eso no me gusta”, “¿otra vez?”.
- No obligues a comer, ni castigues por ello, ni ridiculices, ni dejes de hablar con tu hijo porque no ha comido como tú quisieras. No fomentes sentimientos de culpabilidad que no llevan a nada positivo.
- Si tu hijo decide no comer más, se respeta, se le deja el plato hasta que terminéis el resto de la familia y proceda el segundo plato.
- No les deis bebidas con gas que dan la sensación de estar llenos por lo que se sacian antes.
- Decir “si no comes no verás los dibujos”, son amenazas que solo sirven a corto plazo. Además, en la mayoría de los casos no se cumplen y los pequeños, tres horas después, están viendo dibujos. Si amenazas o chantajeas, estás enseñándoles a ellos a hacerlo y tarde o temprano serán los niños quienes os hagan el chantaje a vosotros.
- No se come con televisión. Hay que fomentar la hora de la comida como la hora de comunicación. En realidad tardas 30 minutos aproximadamente en comer dependiendo de la edad. Minutos muy valiosos para compartir en familia. La televisión prolonga el tiempo de la comida. Los niños quieren convenceros de que mastican mientras ven la televisión, pero lo cierto es que lo hacen cuando los miráis. Su objetivo es ver la televisión no comer. Finalmente el apetito desaparece.
- ¡Arriba la creatividad! Tú ya sabes lo buena que está la sandía, las fresas o la manzana pero no puedes darlo por hecho para tu hijos. Permite que desde pequeños prueben contigo un trocito de tu comida para probar algo nuevo, haz brochetas de fruta, o permite que decoren ellos el plato o la fuente…
- Importante, comer bien no es comer cualquier cosa. Vivimos en una sociedad que oferta productos de todo tipo: llamativos colores y más apetecibles a nuestro cerebro, nos referimos a bollería, chuches, refrescos con gran cantidad de azúcar, pizzas, hamburguesas la llamada “comida rápida”. Nos ahorran tiempo, pero nos perjudican la salud. Se puede estar muy bien alimentado pero malnutrido. Cuando se toman estos alimentos el problema es que no nos aportan los nutrientes necesarios como lo hace la verdura, carne o pescado. No decimos que haya que esperar al cumpleaños para comer ganchitos y refrescos como ocurría hace 30 años, pero los niños no pueden merendar la mayor parte de la semana bollería o comer y merendar con refrescos. Esto está relacionado con el sobrepeso y colesterol infantil.
Todas estas pautas hay que seguirlas cada día, con paciencia. Sabemos que a veces es difícil pero es la clave y tus hijos lo necesitan. Te tienen que ver convencido y ser perseverante, que no cedes, y al final su cerebro lo asimila. No todos los niños son igual de constantes, así que si el tuyo insiste, alégrate porque esa misma perseverancia la utilizará para otras actividades de su vida. No es bueno que los niños sean obedientes a la primera, es bueno luchar por lo que uno quiere. El “hazme caso a la primera” no tiene que estar en vuestro repertorio de frases. Ni los adultos las cumplen así que ¿por qué lo iban a hacer los niños? Recuerda inculcar el hábito de las 5 comidas: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena.
Finalmente, ten en cuenta que estas pautas de hábitos saludables contribuyen a promover la salud de los tuyos y prevenir enfermedades.
- La alimentación equilibrada contribuye a que el crecimiento y desarrollo de tu hijo sea el correcto. Evitando anemias, sobrepeso, trastornos de nutrición y alimentación, caries, problemas de conducta, aprendizaje, etc.
- Que eduques a los tuyos en estos hábitos favorece que se mantengan cuando sean adultos. Es durante la infancia cuando se establecen los hábitos alimentarios. Ahora estas trabajando en la prevención de posibles enfermedades cardiovasculares, obesidad, hipertensión, diabetes…de tus futuros hijos adultos.
- La buena alimentación y realizar ejercicio favorece que el rendimiento en el cole y en la vida sea mejor.
Como veis es un tema serio de gran trascendencia, papás ¿comenzamos una dieta variada, saludable, equilibrada, con paciencia y amor?
Patricia Ramírez Loeffler
Yolanda Cuevas Ayneto