Busca la imagen y visualiza a un Homo habilis hace 1,7 millones de años por las costas orientales africanas. Ya podían andar sobre dos piernas ya habían dejado los árboles. Ya agarraban y podían arrancar hierbas o confeccionar herramientas de caza con piedras afiladas. Comer crudo implica mucho tiempo y esfuerzo mandibular así que despeñar las presas por las rocas para ablandar la comida ahorraba tiempo y esfuerzo energético que empezó a emplearse a desarrollar el cerebro.
Pero cuando hace ochocientos mil años se empieza a procesar la comida con el fuego, esta aportaba más calorías y los intestinos comienzan a reducirse con la nueva dieta, tras el duro trabajo anterior del intestino de digerir todo duro y fibroso. Esto permite ahorra más energía todavía que el Homo erectus la invirtió en desarrollar un cerebro un 50% mayor. Ya estaba más cerca de los humanos que de los simios. Pero como describe James Nestor, el cerebro en crecimiento necesitó espacio para poder crecer y extenderse y lo ganó de la parte delantera de la cara donde están los senos, la boca y las vías respiratorias, así que los músculos del centro de la cara y se debilitan los huesos de la mandíbula volviéndose más finos. La cara se acortó y la boca se hizo más pequeña lo que dejó una protuberancia que sustituiría al hocico, nuestra nariz más prominente, más visible.
Esta nariz vertical es menos eficiente al filtrar el aire y aumenta la exposición a bacterias y patógenos del aire. Y los senos y la boca pequeña redujeron el espacio de nuestra garganta.
Como conclusión aprenden a cocinar, comer más blando y más calorías, hace que el cerebro crezca y las vías respiratorias se estrecharan.
En los climas más fríos se va estrechando y alargando para calentar el aire y en los más soleados y cálidos la nariz es más ancha y chata para enfriar el aire cálido y húmedo. Y por otro lado la laringe bajó dentro de la garganta. Con el desarrollo del habla y la laringe descendiendo aumentan las vocalizaciones y diferentes volúmenes. Los labios se vuelven finos, la lengua desliza hacia la garganta lo que hace que la mandíbula se adelante, y se vuelve más flexible y ágil para el control de los sonidos en el habla.
Pero su descenso también facilitaba el atragantamiento y asfixia por objetos grandes o pequeños cuando no se come con atención mayoritariamente o se trata de niños pequeños. Solo a partir de los Sapiens se podía morir atragantado.
A mi me resulta apasionante como esta evolución está dentro de nosotros y lo que para unas cosas se evoluciono a mejor como el pensar, hablar, mayor inteligencia, mayor longevidad para otras, respirar bien, fue lo contrario.
Espero que hayas disfrutado y te haya despertado la curiosidad como me pasó a mí. Te espero en el siguiente artículo para saber por qué es tan importante respirar por la nariz y no por la boca. No, no da igual. Y desterrar ese pensamiento de “qué más dará, la cuestión es que entre aire, oxígeno”
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