Yolanda Cuevas Ayneto

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Cómo entrenar la reflexión en los hijos.

A raíz de la reflexión en RRSS “No fue imprudencia fue adolescencia” que te animo a leer antes de seguir aquí click en la imagen.

Ayudar a los hijos a reflexionar antes de actuar es un proceso que se construye desde la infancia, y no ocurre de la noche a la mañana. Aunque el cerebro adolescente aún esté madurando, sí se puede entrenar la autorregulación, la empatía y la toma de decisiones con práctica, guía y acompañamiento.

¿Cómo pueden los padres ayudar a que sus hijos piensen antes de actuar?

1. Cultivar la reflexión desde pequeños

Preguntarles cosas como: “¿Qué crees que pasaría si…?”, “¿Qué otras opciones había?”, “¿Cómo te sentirías si eso le pasara a ti?”. Como un juego, paseando de excursión, en el parque. En un entorno relajado…no a modo de interrogatorio. Y compartir lo que piensas ahora y como pensabas en tu infancia, adolescencia.

Así no solo se entrena la empatía, también se fortalece la toma de perspectiva y la evaluación de consecuencias.

2. Validar sus emociones, pero enseñar a gestionarlas

En vez de frases como “no llores”, “eso no es nada”, usar “entiendo que te sientas así” y luego enseñarles a actuar desde la calma, no desde el impulso. Vamos a rebobinar y ver cómo lo harías ahora.

El autocontrol emocional se aprende modelando con el ejemplo, nombrando lo que sienten y tener herramientas de acompañamiento emocional. NO se trata de no sentir sino de acompañar lo que se siente.

3. Modelar el pensamiento crítico

Hablar en voz alta sobre decisiones propias: “Hoy estaba tan enfadada que iba a responder mal, pero paré, conecté conmigo, con mi cuerpo y conté hasta 10”.

Mostrar que reflexionar antes de actuar es un proceso, no una orden. Que se entrena y es posible.

4. Fomentar entornos seguros para equivocarse.

Los errores son oportunidades para aprender, no para castigar, humillar, comparar. Si un niño o adolescente se siente juzgado constantemente, dejará de compartir lo que vive. Además de dañar su autoestima y seguridad.

Lo que no se puede hablar, no se puede corregir. Y saber que no se busca ser perfectos.

5. Establecer límites firmes pero con sentido

Los adolescentes necesitan límites claros, pero también entender por qué existen. Involucrarlos en reglas, hablar de consecuencias reales, utilizar noticias para el debate les hace entender, flexibilizarse y ver que no se va en su contra,

6. Ayudarles a reconocer la presión del grupo

Enseñarles a identificar cuándo están actuando para agradar o pertenecer. Frases como: “¿Tú querías hacerlo o fue porque los demás lo hacían?” pueden abrir muchas puertas. Y desterrar para siempre la frase “si se tira tu amigo por un puente tu también lo haces? No hay frase más invalidante y juciosa más repetida que de poco sirve.

7. No decidir siempre por ellos: darles margen para elegir
Si siempre tomamos las decisiones por ellos, no aprenden a hacerlo por sí mismos.
Es mejor darles opciones seguras y guiadas (“Puedes ir en bici por el parque o por la calle tranquila”), y luego conversar sobre cómo se sintieron con la elección. Es importante hacer más preguntas y no dar siempre las respuestas porque se anula el desarrollo de la reflexión.
Así practican la autonomía y aprenden a prever consecuencias con supervisión, no con imposición. Muchas veces propio de los propios miedos.

8. Celebrar el proceso, no solo el resultado
Reconocer cuando han reflexionado, aunque la decisión final no sea perfecta.
Esto refuerza el hábito de pensar antes de actuar, no solo de “acertar”.

9. Exponerlos a decisiones con impacto real (pero seguro)
Por ejemplo: planear juntos un viaje familiar, administrar un pequeño presupuesto, o decidir el menú de una comida.
La práctica en escenarios de bajo riesgo fortalece su confianza y su criterio.

10. Darles espacio para reparar errores
Si se equivocan, en lugar de resolverlo por ellos, acompañar en el proceso de enmendar.
Aprender a reparar les enseña responsabilidad y resiliencia.

No se trata de hacer que los adolescentes no se equivoquen, sino de darles herramientas para pensar, sentir y decidir mejor, paso a paso. Los padres y madres no pueden “prestarles” un cerebro adulto, pero sí pueden ser esa voz interna que con el tiempo ellos aprenderán a activar por sí mismos.

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Cuando el enfado lleva a dormir separados

En la intimidad de la vida en pareja, el conflicto es inevitable. Sin embargo, la forma en la que cada persona reacciona ante el enfado marca la diferencia entre una relación que se fortalece y una que se desgasta. Uno de los comportamientos más comunes, y más dañinos, es que, tras una discusión, uno de los dos se aleje emocional y físicamente: se niega a dormir en la misma cama, deja de hablar o utiliza el silencio como castigo.

Estas conductas no solo no resuelven el conflicto, sino que aumentan la distancia emocional. ¿Qué hay detrás de estos comportamientos? Aquí exploramos sus posibles causas.

1. Modelos aprendidos en la infancia

Desde pequeños aprendemos cómo se gestionan los conflictos en casa. Si una persona ha crecido en un entorno donde el enfado se vivía con gritos, silencios prolongados o retiradas afectivas, es probable que haya interiorizado que esa es la manera “normal” de reaccionar ante una discusión.

Estas experiencias tempranas moldean nuestras respuestas emocionales. Muchas veces, sin darnos cuenta, repetimos en nuestras relaciones de adultos lo que vimos en nuestras figuras de referencia, incluso si eso nos genera malestar.

2. Inmadurez emocional

Saber enfadarse implica reconocer nuestras emociones, entender qué nos pasa y poder expresarlo sin hacer daño. Cuando no se han desarrollado estas capacidades, el enfado se vuelve un impulso difícil de contener: se actúa desde la rabia, el orgullo o la necesidad de tener la razón.

La inmadurez emocional nos lleva a respuestas reactivas: irse de la cama, dejar de hablar, castigar al otro. Son señales de que la emoción nos ha sobrepasado y no contamos aún con recursos internos para gestionarla de forma constructiva.

3. Falta de habilidades comunicativas

No todas las personas han aprendido a expresar lo que sienten de forma clara y serena. Cuando no hay herramientas para comunicar el malestar, es común recurrir a estrategias pasivo-agresivas, como retirarse o generar silencio prolongado.

Estos comportamientos no solo impiden resolver el conflicto, sino que también hacen que el otro se sienta rechazado, confundido o castigado.

4. Deseo inconsciente de castigar

Aunque no siempre es intencional, a veces la retirada tiene una función clara: hacer sentir al otro “lo mal que me siento”. El silencio, la ausencia o el no compartir la cama se convierten en formas de castigo emocional.

Este tipo de respuesta nace muchas veces de un dolor no expresado, pero termina siendo una manera de manipular o generar culpa. Es un patrón destructivo que daña profundamente la conexión emocional de la pareja.

5. Heridas emocionales no resueltas

Cuando en la pareja hay un historial de conflictos mal gestionados, palabras que dolieron o gestos que dejaron huella, es fácil que el enfado actual conecte con viejas heridas. Lo que se expresa no es solo la molestia presente, sino una acumulación de emociones no procesadas.

En estos casos, la retirada puede ser una forma de protección, pero también de cierre emocional. Es una señal de que hay temas pendientes que necesitan ser abordados con honestidad y cuidado.

6. Creencias distorsionadas sobre el amor y el conflicto

Algunas personas arrastran ideas equivocadas como:

    “Si me enfado, tengo derecho a castigar con mi ausencia”.

    “El amor verdadero no discute”.

    “Si cedo, pierdo poder”.

    “Quien ama, tiene que entenderme sin que se lo diga”.

Estas creencias limitan la posibilidad de construir una relación sana. Confunden poder con frialdad, y amor con sufrimiento. Aprender a identificarlas y desmontarlas es un paso clave hacia una relación más madura y consciente.

Dormir juntos no debería ser un privilegio condicionado al estado de ánimo

La cama no es solo un espacio físico, es también un símbolo de intimidad, descanso, cuidado mutuo y conexión. Convertirla en un campo de batalla o en una herramienta de castigo emocional es profundamente dañino para el vínculo.

Incluso en momentos de enfado, es posible preservar el respeto, el cariño y la cercanía. Aprender a discutir sin romper el lazo afectivo es uno de los signos más claros de una relación emocionalmente madura.

Si te identificas con alguno de estos patrones, no es motivo de culpa, sino una invitación al cambio. El primer paso es reconocerlos. El segundo, buscar herramientas para hacerlo diferente y procesar experiencias pasadas en las que he visto estos mismos comportamientos directa o indirectamente.

Las parejas no se rompen porque discutan, sino porque no saben cómo cuidarse en medio del conflicto.

Aquí mi intro en RRSS (CLICK EN LA IMAGEN)

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Infidelidad: entre el juicio y la comprensión.

Vivimos en una cultura que juzga rápidamente la infidelidad. Se etiqueta, se condena, se reduce a blanco o negro. Pero pocas veces se hace lo más incómodo y, a la vez, lo más humano: preguntarnos por qué.

No se trata de justificar ni de normalizar. Se trata de entender.

Porque detrás de cada infidelidad hay una historia que rara vez se cuenta. Hay heridas, vacíos, silencios, decisiones mal gestionadas, miedos, impulsos, deseos no resueltos, conflictos no hablados. Hay personas imperfectas haciendo lo que pueden a veces, de la peor manera.

Juzgar a personas imperfectas por no hacer actos perfectos es una trampa moral.

Es más fácil señalar que mirar hacia adentro. Es más fácil castigar que preguntar:

¿Qué te llevó ahí?

¿Qué estaba pasando contigo, con tu relación, con tu vida?

No todo el mundo quiere o puede perdonar una infidelidad. Pero también es cierto que, si hay conciencia, foco, comprensión, una infidelidad puede ser un despertar. A veces, lo que parece una fractura es solo una grieta que revela lo que ya estaba roto.

Lo difícil no es caer. Lo difícil es atreverse a mirar el porqué.

Y si se mira bien, puede comenzar algo más sincero. Más consciente. Más real.

Compartir las causas por las que las personas pueden ser infieles puede ayudar a generar comprensión sobre un tema complejo y emocionalmente delicado. No se trata de justificar pero sí poder entender más con mente y corazón.

Causas Psicológicas

  1. Baja autoestima: Buscar validación externa.
  2. Trastornos de personalidad: Como el narcisismo o el trastorno límite.
  3. Necesidad de novedad o excitación: Adicción a la dopamina, aburrimiento.
  4. Falta de autocontrol o impulsividad.
  5. Insatisfacción emocional no comunicada.

Causas Emocionales

  1. Sentirse ignorado/a o no valorado/a por la pareja.
  2. Carencia de conexión emocional o intimidad.
  3. Deseo de sentirse deseado/a o amado/a.
  4. Venganza emocional: Por una infidelidad pasada, desprecio o abandono.
  5. Soledad dentro de la relación.

Causas Sexuales

  1. Insatisfacción sexual.
  2. Fantasías o deseos no compartidos.
  3. Atracción física hacia otra persona.
  4. Falta de deseo sexual en la pareja.
  5. Deseo de experimentar algo nuevo o diferente.

Causas Individuales

  1. Inmadurez emocional.
  2. Falta de compromiso real.
  3. Creencias permisivas sobre la fidelidad (“todos lo hacen”).
  4. Necesidad de reafirmar la propia libertad o independencia.
  5. Historia personal de infidelidades (propias o familiares).

Causas Relacionales

  1. Problemas de comunicación.
  2. Conflictos no resueltos o acumulados.
  3. Rutina o monotonía en la relación.
  4. Falta de tiempo de calidad juntos.
  5. Desconexión emocional o sexual prolongada.

Causas Socioculturales

  1. Contexto cultural que normaliza la infidelidad.
  2. Presión social o de amistades infieles.
  3. Acceso fácil a aventuras (apps, redes sociales).
  4. Idealización del romance o el amor libre.
  5. Falta de educación afectiva o sexual.

Causas de Crisis o Vulnerabilidad

  1. Pérdida de un ser querido.
  2. Cambios de vida importantes (maternidad, mudanzas, crisis de mediana edad).
  3. Estrés laboral o económico.
  4. Depresión o ansiedad.
  5. Consumo de alcohol o drogas.

¿Creías que había tantas?

Acompañar a alguien después de una infidelidad requiere mucha empatía, contención y respeto por su proceso. Las preguntas deben invitar a la reflexión, no al juicio, y pueden ser diferentes dependiendo de si la persona fue infiel o fue lastimada por la infidelidad. A continuación te dejo una guía dividida en dos bloques, y una sección final común para ambas partes.

 Si la persona fue engañada:

1. Emocionales

  • ¿Cómo te estás sintiendo realmente, más allá de la rabia o la tristeza?
  • ¿Qué parte de ti se sintió más herida con esto?
  • ¿Sientes que necesitas comprender más lo que pasó, o simplemente espacio para procesarlo?

2. Sobre la relación

  • ¿Crees que había señales previas que no viste o evitaste ver?
  • ¿Sientes que esta relación te venía haciendo bien antes de la infidelidad?
  • ¿Qué cosas valoras todavía de tu pareja (si las hay)?
  • ¿Quisieras reconstruir esta relación si se dieran ciertas condiciones? ¿Cuáles?

3. Sobre límites y decisiones

  • ¿Qué necesitas ahora para sentirte segura/o?
  • ¿Qué te ayudaría a tomar una decisión clara: tiempo, diálogo, terapia?
  • ¿Qué no estarías dispuesta/o a tolerar nunca más?

Si la persona fue infiel:

1. Emocionales

  • ¿Qué sentías antes de que ocurriera la infidelidad?
  • ¿Qué necesidades no estaban siendo atendidas (por ti o por la relación)?
  • ¿Qué te generó más culpa o más confusión después de lo que hiciste?

2. Sobre la relación y la elección

  • ¿Fue un acto impulsivo o venía gestándose con el tiempo?
  • ¿Qué buscabas en ese otro vínculo que no encontrabas en tu relación?
  • ¿Aún hay amor hacia tu pareja? ¿O solo apego, costumbre o miedo a perder?

3. Sobre la responsabilidad

  • ¿Qué estás dispuesto/a a asumir como responsabilidad emocional, más allá del error?
  • ¿Estás dispuesto/a a ser transparente y reparar, si la otra persona lo desea?
  • ¿Estás preparado/a para entender el dolor que causaste sin defenderte.

 Preguntas comunes para ambas partes:

  • ¿Qué aprendiste sobre ti a raíz de esta experiencia?
  • ¿Qué patrones crees que se repiten en tu forma de vincularte?
  • ¿Qué heridas viejas pueden haberse reactivado con esto?
  • ¿Qué necesitarías para sentirte en paz, sea cual sea el futuro de esta relación?

Estas preguntas no tienen que responderse todas de inmediato. A veces basta con una sola para abrir un proceso interior muy profundo. 

No hay respuestas rápidas ni caminos idénticos después de una infidelidad. Cada historia es única, como lo son las personas que la viven.

Si estás atravesando este proceso, desde cualquier lugar que te toque, mereces darte tiempo. Tiempo para sentir, para entender, para nombrar lo que dolió y también lo que aún importa. No todo tiene que resolverse de inmediato. A veces, simplemente sostenerse y respirar ya es suficiente.

No estás rota/o. No estás sola/o. No estás equivocada/o por sentir todo lo que sientes.

Sanar no siempre significa volver. A veces es soltar. A veces es reconstruir desde otro lugar. Y a veces, es volver a uno mismo con más verdad.

Sea cual sea el camino que elijas, que sea un camino con sentido para ti. Con calma. Con compasión. Con conciencia.

Y recuerda: Esto no te define.

No te define como pareja, como mujer, como hombre, como ser humano.

Lo que sí te define es cómo te acompañas a ti misma/o en este proceso.

Con amor, respeto, paciencia y verdad.

Pasar por una infidelidad duele. Se remueven heridas viejas, creencias, identidad, vínculos, autoimagen, confianza. Es mucho para cargar en soledad.

Pedir ayuda no significa que no puedas con esto. Significa que no tienes por qué hacerlo sola/o.

A veces necesitamos que alguien nos escuche sin interrumpirnos, que nos mire sin juzgarnos, que nos devuelva perspectiva cuando todo se ve roto.

Un proceso terapéutico puede ayudarte a procesar la experiencia, ordenar, cuidar, elegir.

Te abrazo de corazón.

“Volver a mí”

Se cayó el mundo,

y aún así, respiré.

Entre los restos del “nosotros”,

empezó a nacer un “yo” más verdadero.

No supe qué hacer al principio,

solo supe sentir.

Sentí el temblor, la rabia,

la pregunta que no tiene respuesta.

Y en el centro del ruido,

descubrí mi voz.

No gritaba, no exigía,

susurraba: “Aquí estás. Vuelve a ti.”

No necesito certezas ahora,

solo este hilo invisible que me sostiene:

la certeza de que merezco paz,

que mi amor no fue el error.

Lo que me quebró no me define.

Lo que elegí después, sí.

Y hoy, sin prisa, sin máscara,

vuelvo a mí.

Más honesta. Más fuerte. Más libre.

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¡Ya a la venta nuestro libro Autocuidado: 52 semanas para cuidar de ti!

Nos hace mucha ilusión compartir contigo que Autocuidado: 52 semanas para cuidar de ti ya está disponible en preventa.

El 2 de octubre en librerías.

Este libro nace del deseo de acompañarte a lo largo de un año completo, ofreciéndote cada semana una invitación a parar, reflexionar y reconectar contigo misma. Son 52 propuestas sencillas pero poderosas que te ayudarán a cultivar el bienestar, la calma y la amabilidad hacia ti.

Creemos que el autocuidado no es un lujo ni un acto egoísta, sino una necesidad que nos permite estar presentes en nuestra vida con mayor equilibrio y serenidad. A través de reflexiones, ejercicios prácticos y preguntas inspiradoras, este libro quiere convertirse en un espacio íntimo en el que puedas escucharte y cuidarte de una forma consciente.

📖 ¿Qué encontrarás en sus páginas?
✔️ Reflexiones semanales para inspirarte.
✔️ Ejercicios prácticos y propuestas de acción.
✔️ Preguntas poderosas para conocerte mejor.
✔️ Ideas para integrar el autocuidado en tu día a día.

Es un libro para ti o para regalar a alguien a quien quieras mucho. Porque cuidarnos es el primer paso para vivir con más plenitud.

Te invitamos a sumarte a este viaje de 52 semanas para cuidar de ti.

👉 Puedes conseguirlo aquí:

Ya han salido en webs los links de preventa:

https://www.penguinlibros.com/es/libros-autoayuda/398474-libro-autocuidado-9788425369131

A partir de octubre comenzarán las presentaciones y firma.

¡Te esperamos!

Patri y Yolanda


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“Redes que atrapan” a los menores

Cada día, miles de niños, niñas y adolescentes sufren violencia sexual en el entorno digital sin que la sociedad llegue a verlo o comprender su gravedad.

Esta realidad no puede ser ignorada. Es urgente que familias, escuelas, instituciones y redes sociales asuman su parte de responsabilidad para proteger a los menores, educar en el uso seguro de la tecnología y denunciar cualquier forma de abuso. 
Y por ello quiero compartir los datos principales y el informe de Save The Children, 8 julio 2025  

  1. Impacto generalizado
    • El 97,9 % de los jóvenes (18‑21 años) afirma haber sufrido alguna forma de violencia sexual en internet durante su minoría de edad.
    • En 2023 se registraron 4 896 denuncias por ciberdelitos contra menores, de las cuales 1 068 fueron de índole sexual, según el Ministerio del Interior. Save The Children advierte que la mayoría de los casos no se denuncian o detectan.
  2. Formas de violencia sexual identificadas
    • Grooming: un tercio de los jóvenes encuestados sufrió contacto adulto con fines sexuales.
    • Sexting sin consentimiento y difusión no autorizada de imágenes íntimas.
    • Sextorsión: coacción por contenido íntimo.
    • Deepfakes: uno de cada cinco sufrió manipulación de imágenes mediante IA.
  3. Desigualdad de género
    • Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia en Save The Children, advierte que las chicas están más expuestas y son más castigadas si son víctimas.
  4. Recomendaciones clave
    • Refuerzo del control parental y acompañamiento familiar desde edades tempranas.
    • Educación digital, sensibilización sobre riesgos y uso adecuado de dispositivos.
    • Protocolos educativos y legales más eficientes para prevenir, detectar y sancionar estos abusos.

Consecuencias Psicológicas de la violencia sexual online en menores:

  1. Ansiedad y miedo constante
    • Las víctimas pueden vivir con temor a ser expuestas, juzgadas o atacadas, tanto en el mundo digital como en el presencial.
    • Puede generarse un estado de hipervigilancia y desconfianza hacia los demás.
  2. Depresión y tristeza profunda
    • La humillación, el rechazo social o el aislamiento que a veces sigue a la exposición de imágenes o mensajes íntimos pueden desencadenar síntomas depresivos, falta de sentido vital y desesperanza.
  3. Problemas de autoestima y autoconcepto
    • La difusión de contenido íntimo o el acoso sexual online puede dañar gravemente la percepción que la persona tiene de sí misma, minando la confianza y el respeto propio.
    • Las víctimas pueden sentirse “rotas” o “sucias”, lo que impacta su identidad.
  4. Aislamiento social
    • Muchas víctimas se aíslan por vergüenza o miedo al juicio social, evitando tanto el contacto digital como el presencial.
    • Este aislamiento puede reforzar la sensación de soledad y abandono.
  5. Culpa y vergüenza
    • A menudo, los menores sienten que han sido “cómplices” o “culpables” de la situación, especialmente en casos de sexting o grooming.
    • Esta falsa culpa alimenta el silencio y dificulta pedir ayuda.
  6. Estrés postraumático
    • En casos graves, las víctimas pueden desarrollar síntomas de trauma: flashbacks, pesadillas, evitación, bloqueo emocional y una sensación persistente de inseguridad.
  7. Conductas autodestructivas o de riesgo
    • Algunos adolescentes recurren a autolesiones, consumo de sustancias o conductas sexuales de riesgo como forma de aliviar el malestar emocional.
  8. Dificultades en las relaciones afectivas y sexuales futuras
    • La vivencia de abuso o humillación sexual digital puede afectar la capacidad para establecer relaciones sanas y seguras en la adultez.

Estas consecuencias no siempre son visibles de inmediato, pero pueden acompañar a la persona durante años si no se recibe apoyo psicológico adecuado.

Pincha aquí para ver el informe

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He presenciado un suicidio ¿qué hago?

Presenciar un suicidio, ver a alguien lanzarse al vacío, encontrar un cuerpo sin vida o escuchar el impacto de una caída, es una experiencia profundamente impactante. No importa si conocías o no a la persona: lo que viviste fue un hecho traumático y eso deja una huella emocional.

En este artículo vas a encontrar orientación clara y contenedora:

  • Qué es normal sentir después de presenciar un suicidio.
  • Qué hacer en el momento y en los días siguientes.
  • Qué evitar para proteger tu salud mental.
  • Cuándo y cómo pedir ayuda.

¿Qué pasa cuando presenciamos un suicidio?

Cuando vivimos un hecho así, nuestro cuerpo y nuestra mente reaccionan automáticamente. Entra en juego el instinto de supervivencia, el shock, la incomprensión. Estas reacciones pueden durar minutos, horas o días.

Reacciones emocionales normales:

  • Shock, incredulidad, bloqueo.
  • Ansiedad o angustia intensas.
  • Tristeza profunda o vacío.
  • Culpa, aunque no haya ninguna responsabilidad real.
  • Sensación de irrealidad o desconexión (como estar en una película).

Reacciones físicas:

  • Temblores, mareo, náuseas.
  • Palpitaciones, falta de aire.
  • Falta de apetito, insomnio o somnolencia excesiva.

Reacciones mentales:

  • Imágenes que se repiten sin querer (flashbacks).
  • Dificultad para concentrarte o hablar.
  • Pensamientos como: ¿podría haber hecho algo?

Estas respuestas no son señales de que estés mal, sino reacciones humanas, normales frente a algo anormal, extraordinario.

¿Qué hacer en el momento?

1. Ponerte a salvo

Si aún estás cerca de la escena, intenta moverte a un lugar tranquilo, seguro y protegido. Evita quedarte expuesto/a a la situación o al público.

2. Respira y conecta con tu sentir

Tu cuerpo está tratando de entender qué pasó. Permitete llorar, temblar, respirar fuerte, quedarte en silencio o hablar. No hay una forma correcta de reaccionar. Permite que tu cuerpo reaccione porque es la primera opción que tiene de expresar.

3. Contacta con alguien de confianza

No te aísles. Es importante que estés acompañado/a. Llama a una amiga, familiar o alguien con quien te sientas seguro/a. Fomenta la corregulación.

4. Cuida tu cuerpo

Aunque no tengas hambre, comé algo liviano. Hidratate. Intentá dormir o al menos descansar. Tu cerebro lo necesita para procesar.

5. Evita la sobreexposición

No busques imágenes, videos ni comentarios sobre el hecho en redes sociales. Esto puede reactivar el trauma, retraumatizar.

Qué evitar en las primeras horas

  • No minimices lo que sientes. Estás viviendo una situación traumática. No tienes que “estar bien”. Permite la coherencia.
  • No te expongas a más contenido sensible, ni visualices escenas o noticias relacionadas.
  • No te dejes llevar por la culpa si la sientes.
  • No te quedes solo/a si estás muy alterado/a.

¿Qué hacer en los días siguientes?

Las emociones pueden aparecer de forma tardía. Lo que no se sintió al momento puede salir más tarde. No es acción reacción. Por eso es importante seguir cuidándote los días posteriores.

1.Dale tiempo a tu cuerpo y mente

    Permítete descansar. No te exijas seguir con tu rutina al 100%. El trauma consume energía. El cerebro está intentando digerir.

    2.Habla de lo que pasó peor no en bucle.

    Contarle a alguien de confianza cómo te sientes puede ayudarte a ordenarlo y procesarlo. También puedes escribirlo, dibujar lo que sientes o grabarlo en audio para “sacarlo” de tu mente y al distanciarte no rumiar.

    3.Evita la sobreinformación

    No busques explicaciones obsesivamente. No leas foros o comentarios en redes. No necesitas entender todo para poder empezar a sanar.

    4. Cuida lo que te dices

    Pensamientos como “podría haberlo evitado” son comunes, pero no reales. El suicidio es una decisión multicausal y compleja. Nadie que presencia algo así es responsable.

    5. Pedir ayuda no es debilidad

    Si sientes que lo que viviste te sigue afectando días después, hablar con un profesional de salud mental puede ayudarte mucho. No estás solo/a ni tienes que hacerlo a solas.

    Qué puede hacer la pareja, familiares, amigos…

    1. Ofrece presencia, no soluciones

    No tienes que “arreglar” lo que pasó, solo estar. Escucha sin presionar, sin interrumpir y sin necesidad de dar consejos.

    Puedes decir:

    • “Estoy aquí contigo”
    • “No tienes que hablar si no quieres, pero estoy para escucharte”
    • “Lo que sientes ahora es completamente válido”
    • “Date tu tiempo”

    2. Valida lo que siente

    A veces va a llorar, otras veces parecerá “como si nada”. Todas las reacciones son posibles frente al trauma. Recuerda no minimizar o juzgar.

    Evita frases como:

    • “Tienes que ser fuerte”
    • “Ya está, no pienses más en eso”
    • “Seguro mañana se te pasa”

    3. Ayúdale con lo cotidiano

    En los días siguientes, quizás tenga dificultad para concentrarse o funcionar con normalidad. Puedes ayudar con tareas básicas: cocinar, acompañar al médico, hacer compras, o simplemente estar.

    4. Ofrécele contacto emocional y físico (si lo desea)

    Un abrazo, una mano tomada o simplemente sentarse al lado puede ser mucho más útil que cualquier palabra. Pregúntale qué necesita.

    5. Promueve la búsqueda de ayuda profesional

    No todos necesitarán terapia inmediatamente, pero es importante que sepa que puede contar con apoyo psicológico si las emociones lo desbordan. Ayuda a buscar un profesional o acompañalo si lo desea.

    Qué NO hacer

    • No le digas que “ya va a pasar” o que “todo pasa por algo”.
    • No minimices el impacto porque “no conocía a la persona”.
    • No lo presiones a hablar si no quiere.
    • No lo juzgues si parece muy afectado o, por el contrario, si parece frío o distante.
    • No compares con otras personas.

    Tu presencia cálida, tu respeto y tu capacidad de estar sin exigir explicaciones son un gran sostén. Y si no sabes cómo acompañar, puedes decirlo con honestidad:

    “No sé muy bien cómo ayudarte, pero quiero hacerlo.”

    Eso, muchas veces, ya es más que suficiente.

    ¿Cuándo buscar ayuda profesional?

    Consulta con un profesional si después de varios días:

    • Tienes pesadillas frecuentes o imágenes que se repiten.
    • No puedes dormir o comer.
    • Sientes ansiedad constante o estás muy irritable.
    • Te cuesta concentrarte o estar con otras personas.
    • Tienes pensamientos negativos persistentes, vacío o desesperanza.

    La ayuda psicológica no borra lo vivido, pero puede ayudarte a integrarlo sin que te paralice.

    No todas las personas reaccionan de la misma manera.

    Algunas se sienten paralizadas, con imágenes que se repiten, ansiedad o tristeza profunda. Otras, en cambio, pueden seguir con su vida como si nada hubiera pasado… al menos por fuera o por un tiempo.

    Y todo eso es normal. Porque no hay una única forma “correcta” de reaccionar al trauma.

    ¿De qué depende cómo nos afecta?

    Hay muchos factores que pueden influir en la intensidad del impacto emocional:

    1. Nuestra historia personal

    • Haber vivido traumas anteriores (accidentes, pérdidas, abusos) puede hacer que el cerebro reaccione más intensamente.
    • Personas con antecedentes de ansiedad, depresión o estrés postraumático pueden ser más sensibles.

    2. La cercanía con lo vivido

    • No es lo mismo ver algo a la distancia que estar muy cerca del cuerpo o del momento del impacto.
    • Si hubo contacto visual, participación directa o intervención (intentar ayudar), el impacto suele ser mayor.

    3. Cómo interpreta el cerebro lo ocurrido

    • Algunas personas sienten que “podrían haber hecho algo”, aunque no sea cierto, y eso genera culpa o angustia.
    • El cerebro a veces interpreta la situación como una amenaza a su propia seguridad, incluso si no lo fue.

    4. Factores internos: personalidad, sensibilidad y recursos

    • Hay personas más introspectivas, empáticas o visuales, que pueden quedar más afectadas.
    • También influye el nivel de recursos emocionales y de apoyo con el que cuentes.

    5. El contexto social

    • Si la persona se siente comprendida, escuchada y acompañada, el impacto suele ser menor.
    • Si, en cambio, recibe frases como “no te tiene que afectar, ni la conocías”, puede retraerse o sentirse incomprendida.

    Entonces… ¿por qué me siento tan mal si otros no?

    Porque tu experiencia es única, y tu reacción también. No es una competencia de “quién sufre más o menos”.

    Cada mente y cuerpo procesa lo vivido de una manera distinta, y todas son válidas.

    ¿Cómo puede ayudar el EMDR después de presenciar un suicidio?

    Presenciar un suicidio puede generar una respuesta traumática. A veces, incluso si la persona dice estar “bien”, quedan grabadas en el cerebro imágenes, sonidos o sensaciones físicas que reaparecen días o semanas después, generando malestar, ansiedad o desconexión.

    ¿Qué es el EMDR?

    El EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) es una terapia desarrollada para ayudar a procesar recuerdos traumáticos que el cerebro no ha podido integrar por sí solo.

    Utiliza estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos alternos, tapping) mientras la persona se conecta con el recuerdo, permitiendo que la mente lo reprocesa de forma adaptativa, como haría naturalmente si no hubiera trauma.

    ¿Cómo puede ayudar a alguien que presenció un suicidio?

    • Reduce la intensidad emocional del recuerdo (imágenes, sonidos, olores o sensaciones físicas).
    • Ayuda a que el recuerdo deje de sentirse como “presente” o “revivido”.
    • Disminuye síntomas como ansiedad, insomnio, hipervigilancia o flashbacks.
    • Favorece que la persona pueda pensar en lo ocurrido sin sufrir intensamente.
    • Repara creencias negativas que suelen surgir tras el trauma (ej.: “No hice nada”, “Fue mi culpa”).
    • Acelera el procesamiento emocional que a veces queda bloqueado por el shock.

    Lo importante: el EMDR no borra lo ocurrido, pero ayuda a integrarlo de forma saludable.

    Después del tratamiento, el recuerdo sigue existiendo, pero pierde fuerza, deja de doler intensamente y no interfiere con la vida diaria.

    ¿Cuándo empezar con EMDR?

    El EMDR puede iniciarse tanto en las primeros días, semanas (en modo de intervención temprana para prevenir estrés postraumático), como también meses después, si la persona nota le limita.

    Un profesional EMDR sabe adaptar el proceso según la fase en que se encuentra la persona:

    • En fase aguda (primeros días): se trabaja con estabilización, recursos de seguridad y contención.
    • En fase posterior: se trabaja el reprocesamiento del trauma si el recuerdo sigue activo.

    Arriba en mi web sección mindfulness tienes recursos de regulación.

    Te abrazo fuerte y deseo que haya sido inspiradora y reguladora esta entrada.

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    Conoce el trauma y como limita y condiciona.

    Os comparto este nuevo episodio de Seres mortales.

    Alex te agradezco que des espacio a la psicología y en concreto al trauma y terapia EMDR en tu podcast Seres mortales.

    Alex ha sido premiado al mejor creador de contenido sonoro de Aragón 2025

    En este episodio conocerás:

    1.¿Qué es el trauma y cómo nos afecta?

    2. ¿Por qué no superamos determinadas situaciones?

    3. Funcionamiento del cerebro cuando tenemos trauma.

    4. ¿Cómo sé si tengo trauma?

    5. Qué puedo hacer para superar un trauma.

    6. ¿Qué es EMDR y en qué se diferencia de otras terapias?

    7. Aplicación de la terapia EMDR.

    8. Mensaje universal sobre el trauma.

    Deseo que lo disfrutes y te ayude a entender para ayudarte.

    Puedes compartir tu impresión, dudas y difundir entre los tuyos.

    Click y todo tuyo! https://www.youtube.com/watch?v=PbNZ4g39-W8

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    Primeros pasos para aprender a respirar.

    Respirar por la nariz: una función vital olvidada

    Respirar es algo que hacemos de forma automática, pero cómo respiramos marca una diferencia profunda en nuestra salud y bienestar. En los últimos años, muchas personas, sin darse cuenta, han desarrollado el hábito de respirar por la boca, especialmente durante el día. Y tras la pandemia más por el uso de mascarillas.

    Aunque esto puede parecer inofensivo, tiene efectos acumulativos sobre el cuerpo: desde una mayor fatiga, ansiedad y mala calidad del sueño, hasta una menor oxigenación y rendimiento físico.

    La respiración nasal, en cambio, es la forma natural y óptima de respirar. La nariz no es solo un conducto para el aire; es un filtro, un humidificador, un calentador y un regulador. Nos protege de agentes externos, mejora el intercambio de oxígeno y activa mecanismos fisiológicos que promueven el equilibrio del sistema nervioso.

    Recuperar y entrenar la respiración nasal es un paso fundamental para reconectar con una forma de respirar más eficiente, calmada y saludable. No requiere equipos especiales ni largas sesiones: solo atención, práctica y compromiso diario.

    A continuación, encontrarás una guía con los primeros pasos imprescindibles para comenzar a entrenar la respiración nasal durante el día. Son acciones simples pero poderosas, que pueden marcar una gran diferencia en cómo te sientes, te mueves y descansas.

    1. Evaluación inicial de tu respiración

    Antes de cambiar hábitos, toma consciencia de cómo respiras actualmente:

    • ¿Respiras por la nariz o por la boca?
    • ¿Tu respiración es superficial o profunda?
    • ¿Tu abdomen se mueve o solo el pecho?

    📌 Consejo: Si respiras principalmente por la boca, el cambio debe ser gradual.

    2. Limpieza nasal

    Asegúrate de que tus fosas nasales estén despejadas.

    • Usa solución salina o un lavado nasal, yo uso la neti pot.
    • Hazlo especialmente por la mañana y antes de dormir.

    3. Cierra la boca conscientemente

    Durante el día, especialmente en reposo o tareas rutinarias:

    • Mantén los labios cerrados y lengua en el paladar (atrás de los dientes superiores).
    • Si lo necesitas, puedes usar una tira hipoalergénica para entrenar a mantener la boca cerrada (solo mientras estás despierto y supervisado).

    4. Practica la respiración nasal consciente (5-10 minutos diarios

    Dedica unos minutos cada día a entrenar de forma consciente:

    1. Siéntate derecho, relaja hombros y rostro.
    2. Inhala suave y silenciosamente por la nariz.
    3. Exhala por la nariz, también de forma lenta.
    4. Busca que el abdomen se expanda en la inhalación y se relaje al exhalar.

    🕒 Empieza con sesiones cortas (5 minutos), aumentando poco a poco.

    5. Entrenamiento con respiración nasal en movimiento

    Cuando camines o hagas ejercicio suave (caminar, yoga, estiramientos):

    • Respira exclusivamente por la nariz.
    • Si te falta el aire, baja el ritmo pero no abras la boca.

    6.Monitoreo constante y autoconciencia

    • Coloca recordatorios visuales (“respira por la nariz”) en tu entorno.
    • Haz pausas cada 1-2 horas para hacer 5 respiraciones conscientes nasales.

     7. Evita disparadores de respiración bucal

    • No hables innecesariamente mientras haces esfuerzo físico.
    • Evita ambientes secos o con polvo que irriten la nariz (usa humidificador si hace falta).

    Recuerda que tienes mi taller online grabado Aprender a respirar donde podrás profundizar en tu conocimiento y entrenamiento.

    Aquí

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    Ruidos, bebés y cerebro.

    💥 ¿Sabías que los petardos pueden afectar gravemente a los bebés?

    Aunque para muchos son parte de la fiesta, los ruidos fuertes e inesperados pueden causar miedo, ansiedad, alteraciones del sueño e incluso estrés agudo en los más pequeños. 

    Su sistema nervioso aún está en desarrollo y es muy sensible a estímulos intensos.

    💔 Lo que para un adulto son segundos o ratos diversión, para ellos pueden ser horas de angustia.

    1. Respuestas de miedo y ansiedad

    • Sobresalto intenso: Los ruidos fuertes e inesperados pueden provocar una reacción de sobresalto extremo.
    • Llanto incontrolable: Es una forma en la que expresan su incomodidad o miedo.
    • Inseguridad o temor persistente: A largo plazo, pueden desarrollar un temor hacia ruidos similares (por ejemplo, truenos o sonidos mecánicos fuertes).

    2. Estrés agudo

    • Activación del sistema de alerta: El ruido repentino puede activar el sistema nervioso simpático (respuesta de lucha o huida).
    • Aumento del cortisol: Se ha visto que los ruidos fuertes pueden elevar los niveles de esta hormona del estrés en bebés.
    • Dificultades para calmarse: Pueden tardar mucho tiempo en recuperar la sensación de seguridad.

    3. Trastornos del sueño

    • Despertares frecuentes o dificultad para dormir: El miedo al ruido puede provocar que se despierten con facilidad.
    • Asociación negativa con la hora de dormir: Si los petardos ocurren por la noche, pueden generar un rechazo al sueño.

    4. Efectos en el desarrollo emocional

    • Apego inseguro: Si los episodios de ruido no van acompañados de una respuesta calmante del cuidador, el bebé puede desarrollar una sensación de desprotección.
    • Sensibilidad aumentada a estímulos sensoriales: Algunos bebés pueden volverse más reactivos a sonidos, luces o movimientos bruscos.

    5. Riesgo en bebés con condiciones especiales

    • Trastornos del espectro autista (TEA): Bebés con riesgo de TEA pueden presentar una hipersensibilidad aún mayor al ruido.
    • Bebés prematuros: Su sistema nervioso es aún más inmaduro, por lo que los efectos pueden ser más intensos.

    Cuando un bebé escucha un ruido fuerte y repentino como el de un petardo, se activan varias zonas de su cerebro, relacionadas con el miedo, el procesamiento sensorial y la respuesta al estrés. Aunque su cerebro aún está en desarrollo, estas áreas ya cumplen funciones clave. Aquí te explico las principales:

    🧠 Zonas cerebrales que se activan por ruidos fuertes en bebés

    Amígdala

    • Es la principal estructura cerebral relacionada con el miedo y la respuesta emocional.
    • Se activa intensamente ante sonidos amenazantes o inesperados.
    • Genera una respuesta de alarma en el cuerpo (aumento de frecuencia cardíaca, llanto, tensión muscular).

    Hipotálamo

    • Coordina la respuesta fisiológica al estrés, activando el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.
    • Libera hormonas como el cortisol, que preparan al cuerpo para defenderse.

    Corteza auditiva (lóbulo temporal)

    • Es la encargada de procesar los sonidos.
    • En los bebés, esta zona está en rápido desarrollo y puede sobreestimularse fácilmente con ruidos intensos.

    Tálamo

    • Funciona como una “estación de relevo” sensorial.
    • Envía la señal auditiva desde el oído hacia otras regiones del cerebro, incluyendo la corteza auditiva y la amígdala.
    • En bebés, este procesamiento es más lento y puede generar una sensación de “ruido abrumador”.

    Tronco encefálico (especialmente el locus coeruleus)

    • Controla funciones automáticas como la respiración, el ritmo cardíaco y los reflejos de sobresalto.
    • Se activa para poner al bebé en estado de hipervigilancia (alerta extrema).

    ¿Qué pueden hacer los cuidadores?

    • Evitar exposición directa: Alejar al bebé de esas zonas.
    • Usar protectores auditivos para bebés: Existen orejeras especiales para reducir el impacto sonoro.
    • Ofrecer consuelo inmediato: Tomarlos en brazos, hablarles suavemente y mantener contacto visual ayuda a calmar su sistema nervioso. Se regulan con el adulto no diciendo “no llores no, pasa nada”
    • Establecer un ambiente seguro: Apagar luces fuertes, poner música suave o ruidos blancos puede ayudar a mitigar los efectos.

    En un cerebro en desarrollo, como el de un bebé, la exposición frecuente a ruidos intensos puede alterar la maduración de estas zonas y generar hipersensibilidad auditiva, problemas de sueño, o incluso asociar ciertos sonidos con una amenaza, provocando respuestas de miedo en el futuro.

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    20 Preguntas para cerrar el curso escolar

    El curso escolar termina, pero no solo se cierran libros.
    También se cierra una etapa llena de aprendizajes, emociones, cambios, retos y pequeñas victorias que a veces pasan desapercibidas.

    Por eso, te comparto estas 20 preguntas para reflexionar a solas o en familia.
    Preguntas que invitan a mirar hacia atrás con gratitud, reconocerse en el presente y visualizar lo que se quiere.
    No importa la edad ni las notas, lo importante es conectar con lo vivido, con uno mismo y con quienes nos rodean.

    ✨ Usa estas preguntas como un juego, una conversación de sobremesa, un diario compartido o un regalo para cerrar el año con sentido.

    A la familia, escuchad con atención y sin interrumpir. No es necesario comentar lo que comparta, a veces solo estar presente es el mejor regalo.

     

     

    🧠Para reflexionar
    1. ¿Qué momentos de este curso te marcaron más? ¿Por qué?
    2. ¿Qué fue lo más difícil que viviste este año escolar? ¿Qué aprendiste de ello?
    3. ¿Hubo algo que cambió tu forma de pensar o ver las cosas?
    4. ¿Qué hiciste este año que te dio orgullo?
    5. Si pudieras revivir un solo día de este curso, ¿cuál sería?

    🧡 Para conectar y agradecer
    6. ¿Quién te ayudó este año cuando lo necesitaste? ¿Se lo agradeciste?
    7. ¿Qué persona nueva conociste que te alegró el curso?
    8. ¿Hubo algún gesto, grande o pequeño, que te hizo sentir querido/a?
    9. ¿A quién te gustaría darle las gracias antes de que termine el curso? ¿Por qué?
    10. ¿Qué hiciste tú por los demás que crees que les hizo bien?

    🌟 Para crecer
    11. ¿Qué habilidades o hábitos nuevos aprendiste este año?
    12. ¿Qué hiciste mejor ahora que al empezar el curso?
    13. ¿En qué área sientes que podrías mejorar?
    14. ¿Qué te gustaría probar el año que viene que aún no te atreviste?
    15. ¿Cómo te enfrentaste a tus miedos o inseguridades?

    🔭 Para mirar hacia adelante
    16. ¿Qué te gustaría llevar contigo del curso que termina?
    17. ¿Qué cosas preferirías dejar atrás?
    18. ¿Qué esperas del próximo curso? (más allá de notas o resultados)
    19. ¿Qué necesitas para sentirte más fuerte o feliz en lo que viene?
    20. ¿Cómo te gustaría contribuir al bienestar de los demás el próximo año?

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