Yolanda Cuevas Ayneto

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El semáforo del hambre

Quiero proponerte una imagen muy sencilla para acompañarte en los momentos en los que piensas en comer: la imagen de un semáforo.

Muchas personas que han aprendido a comer por costumbre, por obligación o como refugio emocional, sienten que la comida es automática, como si no hubiera espacio para decidir. Lo que buscamos con esta práctica es crear un instante de pausa. Ese pequeño momento puede cambiarlo todo.

El semáforo nos recuerda tres pasos:
-Rojo: detenernos antes de comer, para observar qué está pasando en el cuerpo.
-Amarillo: escuchar con curiosidad, distinguiendo si lo que aparece es hambre física o hambre emocional.
-Verde: elegir con conciencia qué hacer después.

No se trata de prohibirte ni de juzgarte, sino de darte la oportunidad de elegir en lugar de reaccionar automáticamente. Con práctica, esta imagen del semáforo se vuelve una herramienta que puedes usar en tu día a día, incluso sin meditación formal.

Aquí le audio https://www.ivoox.com/player_ej_157815121_6_1.html?c1=f47b0c

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Escuchando el lenguaje del cuerpo

Muchas veces, cuando venimos de una historia en la que la comida estuvo ligada a normas externas, a emociones difíciles o a costumbres rígidas, dejamos de escuchar lo que realmente dice nuestro cuerpo. Podemos comer por inercia, por horario, por ansiedad o tristeza… y al final nos cuesta mucho identificar cuándo de verdad tenemos hambre.

En esta meditación vamos a entrenar algo muy simple pero poderoso: detenernos un momento para escuchar las sensaciones reales del cuerpo.
No se trata de juzgar si está “bien” o “mal” lo que sentimos, sino de aprender a reconocer:
-cuándo la señal viene del estómago y es hambre física
-cuándo surge más desde las emociones, como una necesidad de calma o de consuelo.

Poco a poco, al hacer este ejercicio, tu cuerpo y tu mente se van a ir familiarizando con un lenguaje nuevo: el lenguaje de tus propias señales internas.

Aquí el audio https://www.ivoox.com/player_ej_157815118_6_1.html?c1=f47b0c

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Cómo entrenar la reflexión en los hijos.

A raíz de la reflexión en RRSS “No fue imprudencia fue adolescencia” que te animo a leer antes de seguir aquí click en la imagen.

Ayudar a los hijos a reflexionar antes de actuar es un proceso que se construye desde la infancia, y no ocurre de la noche a la mañana. Aunque el cerebro adolescente aún esté madurando, sí se puede entrenar la autorregulación, la empatía y la toma de decisiones con práctica, guía y acompañamiento.

¿Cómo pueden los padres ayudar a que sus hijos piensen antes de actuar?

1. Cultivar la reflexión desde pequeños

Preguntarles cosas como: “¿Qué crees que pasaría si…?”, “¿Qué otras opciones había?”, “¿Cómo te sentirías si eso le pasara a ti?”. Como un juego, paseando de excursión, en el parque. En un entorno relajado…no a modo de interrogatorio. Y compartir lo que piensas ahora y como pensabas en tu infancia, adolescencia.

Así no solo se entrena la empatía, también se fortalece la toma de perspectiva y la evaluación de consecuencias.

2. Validar sus emociones, pero enseñar a gestionarlas

En vez de frases como “no llores”, “eso no es nada”, usar “entiendo que te sientas así” y luego enseñarles a actuar desde la calma, no desde el impulso. Vamos a rebobinar y ver cómo lo harías ahora.

El autocontrol emocional se aprende modelando con el ejemplo, nombrando lo que sienten y tener herramientas de acompañamiento emocional. NO se trata de no sentir sino de acompañar lo que se siente.

3. Modelar el pensamiento crítico

Hablar en voz alta sobre decisiones propias: “Hoy estaba tan enfadada que iba a responder mal, pero paré, conecté conmigo, con mi cuerpo y conté hasta 10”.

Mostrar que reflexionar antes de actuar es un proceso, no una orden. Que se entrena y es posible.

4. Fomentar entornos seguros para equivocarse.

Los errores son oportunidades para aprender, no para castigar, humillar, comparar. Si un niño o adolescente se siente juzgado constantemente, dejará de compartir lo que vive. Además de dañar su autoestima y seguridad.

Lo que no se puede hablar, no se puede corregir. Y saber que no se busca ser perfectos.

5. Establecer límites firmes pero con sentido

Los adolescentes necesitan límites claros, pero también entender por qué existen. Involucrarlos en reglas, hablar de consecuencias reales, utilizar noticias para el debate les hace entender, flexibilizarse y ver que no se va en su contra,

6. Ayudarles a reconocer la presión del grupo

Enseñarles a identificar cuándo están actuando para agradar o pertenecer. Frases como: “¿Tú querías hacerlo o fue porque los demás lo hacían?” pueden abrir muchas puertas. Y desterrar para siempre la frase “si se tira tu amigo por un puente tu también lo haces? No hay frase más invalidante y juciosa más repetida que de poco sirve.

7. No decidir siempre por ellos: darles margen para elegir
Si siempre tomamos las decisiones por ellos, no aprenden a hacerlo por sí mismos.
Es mejor darles opciones seguras y guiadas (“Puedes ir en bici por el parque o por la calle tranquila”), y luego conversar sobre cómo se sintieron con la elección. Es importante hacer más preguntas y no dar siempre las respuestas porque se anula el desarrollo de la reflexión.
Así practican la autonomía y aprenden a prever consecuencias con supervisión, no con imposición. Muchas veces propio de los propios miedos.

8. Celebrar el proceso, no solo el resultado
Reconocer cuando han reflexionado, aunque la decisión final no sea perfecta.
Esto refuerza el hábito de pensar antes de actuar, no solo de “acertar”.

9. Exponerlos a decisiones con impacto real (pero seguro)
Por ejemplo: planear juntos un viaje familiar, administrar un pequeño presupuesto, o decidir el menú de una comida.
La práctica en escenarios de bajo riesgo fortalece su confianza y su criterio.

10. Darles espacio para reparar errores
Si se equivocan, en lugar de resolverlo por ellos, acompañar en el proceso de enmendar.
Aprender a reparar les enseña responsabilidad y resiliencia.

No se trata de hacer que los adolescentes no se equivoquen, sino de darles herramientas para pensar, sentir y decidir mejor, paso a paso. Los padres y madres no pueden “prestarles” un cerebro adulto, pero sí pueden ser esa voz interna que con el tiempo ellos aprenderán a activar por sí mismos.

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Cuando el enfado lleva a dormir separados

En la intimidad de la vida en pareja, el conflicto es inevitable. Sin embargo, la forma en la que cada persona reacciona ante el enfado marca la diferencia entre una relación que se fortalece y una que se desgasta. Uno de los comportamientos más comunes, y más dañinos, es que, tras una discusión, uno de los dos se aleje emocional y físicamente: se niega a dormir en la misma cama, deja de hablar o utiliza el silencio como castigo.

Estas conductas no solo no resuelven el conflicto, sino que aumentan la distancia emocional. ¿Qué hay detrás de estos comportamientos? Aquí exploramos sus posibles causas.

1. Modelos aprendidos en la infancia

Desde pequeños aprendemos cómo se gestionan los conflictos en casa. Si una persona ha crecido en un entorno donde el enfado se vivía con gritos, silencios prolongados o retiradas afectivas, es probable que haya interiorizado que esa es la manera “normal” de reaccionar ante una discusión.

Estas experiencias tempranas moldean nuestras respuestas emocionales. Muchas veces, sin darnos cuenta, repetimos en nuestras relaciones de adultos lo que vimos en nuestras figuras de referencia, incluso si eso nos genera malestar.

2. Inmadurez emocional

Saber enfadarse implica reconocer nuestras emociones, entender qué nos pasa y poder expresarlo sin hacer daño. Cuando no se han desarrollado estas capacidades, el enfado se vuelve un impulso difícil de contener: se actúa desde la rabia, el orgullo o la necesidad de tener la razón.

La inmadurez emocional nos lleva a respuestas reactivas: irse de la cama, dejar de hablar, castigar al otro. Son señales de que la emoción nos ha sobrepasado y no contamos aún con recursos internos para gestionarla de forma constructiva.

3. Falta de habilidades comunicativas

No todas las personas han aprendido a expresar lo que sienten de forma clara y serena. Cuando no hay herramientas para comunicar el malestar, es común recurrir a estrategias pasivo-agresivas, como retirarse o generar silencio prolongado.

Estos comportamientos no solo impiden resolver el conflicto, sino que también hacen que el otro se sienta rechazado, confundido o castigado.

4. Deseo inconsciente de castigar

Aunque no siempre es intencional, a veces la retirada tiene una función clara: hacer sentir al otro “lo mal que me siento”. El silencio, la ausencia o el no compartir la cama se convierten en formas de castigo emocional.

Este tipo de respuesta nace muchas veces de un dolor no expresado, pero termina siendo una manera de manipular o generar culpa. Es un patrón destructivo que daña profundamente la conexión emocional de la pareja.

5. Heridas emocionales no resueltas

Cuando en la pareja hay un historial de conflictos mal gestionados, palabras que dolieron o gestos que dejaron huella, es fácil que el enfado actual conecte con viejas heridas. Lo que se expresa no es solo la molestia presente, sino una acumulación de emociones no procesadas.

En estos casos, la retirada puede ser una forma de protección, pero también de cierre emocional. Es una señal de que hay temas pendientes que necesitan ser abordados con honestidad y cuidado.

6. Creencias distorsionadas sobre el amor y el conflicto

Algunas personas arrastran ideas equivocadas como:

    “Si me enfado, tengo derecho a castigar con mi ausencia”.

    “El amor verdadero no discute”.

    “Si cedo, pierdo poder”.

    “Quien ama, tiene que entenderme sin que se lo diga”.

Estas creencias limitan la posibilidad de construir una relación sana. Confunden poder con frialdad, y amor con sufrimiento. Aprender a identificarlas y desmontarlas es un paso clave hacia una relación más madura y consciente.

Dormir juntos no debería ser un privilegio condicionado al estado de ánimo

La cama no es solo un espacio físico, es también un símbolo de intimidad, descanso, cuidado mutuo y conexión. Convertirla en un campo de batalla o en una herramienta de castigo emocional es profundamente dañino para el vínculo.

Incluso en momentos de enfado, es posible preservar el respeto, el cariño y la cercanía. Aprender a discutir sin romper el lazo afectivo es uno de los signos más claros de una relación emocionalmente madura.

Si te identificas con alguno de estos patrones, no es motivo de culpa, sino una invitación al cambio. El primer paso es reconocerlos. El segundo, buscar herramientas para hacerlo diferente y procesar experiencias pasadas en las que he visto estos mismos comportamientos directa o indirectamente.

Las parejas no se rompen porque discutan, sino porque no saben cómo cuidarse en medio del conflicto.

Aquí mi intro en RRSS (CLICK EN LA IMAGEN)

Screenshot
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Conoce el trauma y como limita y condiciona.

Os comparto este nuevo episodio de Seres mortales.

Alex te agradezco que des espacio a la psicología y en concreto al trauma y terapia EMDR en tu podcast Seres mortales.

Alex ha sido premiado al mejor creador de contenido sonoro de Aragón 2025

En este episodio conocerás:

1.¿Qué es el trauma y cómo nos afecta?

2. ¿Por qué no superamos determinadas situaciones?

3. Funcionamiento del cerebro cuando tenemos trauma.

4. ¿Cómo sé si tengo trauma?

5. Qué puedo hacer para superar un trauma.

6. ¿Qué es EMDR y en qué se diferencia de otras terapias?

7. Aplicación de la terapia EMDR.

8. Mensaje universal sobre el trauma.

Deseo que lo disfrutes y te ayude a entender para ayudarte.

Puedes compartir tu impresión, dudas y difundir entre los tuyos.

Click y todo tuyo! https://www.youtube.com/watch?v=PbNZ4g39-W8

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Ruidos, bebés y cerebro.

💥 ¿Sabías que los petardos pueden afectar gravemente a los bebés?

Aunque para muchos son parte de la fiesta, los ruidos fuertes e inesperados pueden causar miedo, ansiedad, alteraciones del sueño e incluso estrés agudo en los más pequeños. 

Su sistema nervioso aún está en desarrollo y es muy sensible a estímulos intensos.

💔 Lo que para un adulto son segundos o ratos diversión, para ellos pueden ser horas de angustia.

1. Respuestas de miedo y ansiedad

  • Sobresalto intenso: Los ruidos fuertes e inesperados pueden provocar una reacción de sobresalto extremo.
  • Llanto incontrolable: Es una forma en la que expresan su incomodidad o miedo.
  • Inseguridad o temor persistente: A largo plazo, pueden desarrollar un temor hacia ruidos similares (por ejemplo, truenos o sonidos mecánicos fuertes).

2. Estrés agudo

  • Activación del sistema de alerta: El ruido repentino puede activar el sistema nervioso simpático (respuesta de lucha o huida).
  • Aumento del cortisol: Se ha visto que los ruidos fuertes pueden elevar los niveles de esta hormona del estrés en bebés.
  • Dificultades para calmarse: Pueden tardar mucho tiempo en recuperar la sensación de seguridad.

3. Trastornos del sueño

  • Despertares frecuentes o dificultad para dormir: El miedo al ruido puede provocar que se despierten con facilidad.
  • Asociación negativa con la hora de dormir: Si los petardos ocurren por la noche, pueden generar un rechazo al sueño.

4. Efectos en el desarrollo emocional

  • Apego inseguro: Si los episodios de ruido no van acompañados de una respuesta calmante del cuidador, el bebé puede desarrollar una sensación de desprotección.
  • Sensibilidad aumentada a estímulos sensoriales: Algunos bebés pueden volverse más reactivos a sonidos, luces o movimientos bruscos.

5. Riesgo en bebés con condiciones especiales

  • Trastornos del espectro autista (TEA): Bebés con riesgo de TEA pueden presentar una hipersensibilidad aún mayor al ruido.
  • Bebés prematuros: Su sistema nervioso es aún más inmaduro, por lo que los efectos pueden ser más intensos.

Cuando un bebé escucha un ruido fuerte y repentino como el de un petardo, se activan varias zonas de su cerebro, relacionadas con el miedo, el procesamiento sensorial y la respuesta al estrés. Aunque su cerebro aún está en desarrollo, estas áreas ya cumplen funciones clave. Aquí te explico las principales:

🧠 Zonas cerebrales que se activan por ruidos fuertes en bebés

Amígdala

  • Es la principal estructura cerebral relacionada con el miedo y la respuesta emocional.
  • Se activa intensamente ante sonidos amenazantes o inesperados.
  • Genera una respuesta de alarma en el cuerpo (aumento de frecuencia cardíaca, llanto, tensión muscular).

Hipotálamo

  • Coordina la respuesta fisiológica al estrés, activando el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.
  • Libera hormonas como el cortisol, que preparan al cuerpo para defenderse.

Corteza auditiva (lóbulo temporal)

  • Es la encargada de procesar los sonidos.
  • En los bebés, esta zona está en rápido desarrollo y puede sobreestimularse fácilmente con ruidos intensos.

Tálamo

  • Funciona como una “estación de relevo” sensorial.
  • Envía la señal auditiva desde el oído hacia otras regiones del cerebro, incluyendo la corteza auditiva y la amígdala.
  • En bebés, este procesamiento es más lento y puede generar una sensación de “ruido abrumador”.

Tronco encefálico (especialmente el locus coeruleus)

  • Controla funciones automáticas como la respiración, el ritmo cardíaco y los reflejos de sobresalto.
  • Se activa para poner al bebé en estado de hipervigilancia (alerta extrema).

¿Qué pueden hacer los cuidadores?

  • Evitar exposición directa: Alejar al bebé de esas zonas.
  • Usar protectores auditivos para bebés: Existen orejeras especiales para reducir el impacto sonoro.
  • Ofrecer consuelo inmediato: Tomarlos en brazos, hablarles suavemente y mantener contacto visual ayuda a calmar su sistema nervioso. Se regulan con el adulto no diciendo “no llores no, pasa nada”
  • Establecer un ambiente seguro: Apagar luces fuertes, poner música suave o ruidos blancos puede ayudar a mitigar los efectos.

En un cerebro en desarrollo, como el de un bebé, la exposición frecuente a ruidos intensos puede alterar la maduración de estas zonas y generar hipersensibilidad auditiva, problemas de sueño, o incluso asociar ciertos sonidos con una amenaza, provocando respuestas de miedo en el futuro.

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20 Preguntas para cerrar el curso escolar

El curso escolar termina, pero no solo se cierran libros.
También se cierra una etapa llena de aprendizajes, emociones, cambios, retos y pequeñas victorias que a veces pasan desapercibidas.

Por eso, te comparto estas 20 preguntas para reflexionar a solas o en familia.
Preguntas que invitan a mirar hacia atrás con gratitud, reconocerse en el presente y visualizar lo que se quiere.
No importa la edad ni las notas, lo importante es conectar con lo vivido, con uno mismo y con quienes nos rodean.

✨ Usa estas preguntas como un juego, una conversación de sobremesa, un diario compartido o un regalo para cerrar el año con sentido.

A la familia, escuchad con atención y sin interrumpir. No es necesario comentar lo que comparta, a veces solo estar presente es el mejor regalo.

 

 

🧠Para reflexionar
1. ¿Qué momentos de este curso te marcaron más? ¿Por qué?
2. ¿Qué fue lo más difícil que viviste este año escolar? ¿Qué aprendiste de ello?
3. ¿Hubo algo que cambió tu forma de pensar o ver las cosas?
4. ¿Qué hiciste este año que te dio orgullo?
5. Si pudieras revivir un solo día de este curso, ¿cuál sería?

🧡 Para conectar y agradecer
6. ¿Quién te ayudó este año cuando lo necesitaste? ¿Se lo agradeciste?
7. ¿Qué persona nueva conociste que te alegró el curso?
8. ¿Hubo algún gesto, grande o pequeño, que te hizo sentir querido/a?
9. ¿A quién te gustaría darle las gracias antes de que termine el curso? ¿Por qué?
10. ¿Qué hiciste tú por los demás que crees que les hizo bien?

🌟 Para crecer
11. ¿Qué habilidades o hábitos nuevos aprendiste este año?
12. ¿Qué hiciste mejor ahora que al empezar el curso?
13. ¿En qué área sientes que podrías mejorar?
14. ¿Qué te gustaría probar el año que viene que aún no te atreviste?
15. ¿Cómo te enfrentaste a tus miedos o inseguridades?

🔭 Para mirar hacia adelante
16. ¿Qué te gustaría llevar contigo del curso que termina?
17. ¿Qué cosas preferirías dejar atrás?
18. ¿Qué esperas del próximo curso? (más allá de notas o resultados)
19. ¿Qué necesitas para sentirte más fuerte o feliz en lo que viene?
20. ¿Cómo te gustaría contribuir al bienestar de los demás el próximo año?

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Menos excusas y más autocuidado

¿Te sientes agotada y aun así te sigues dejando para después?
¿Te cuesta parar sin sentir culpa?
Ha llegado el momento de cambiar esta dinámica.

Patri Psicóloga y yo os invitamos a un espectáculo único donde el humor, el rigor y la práctica se unen para ayudarte a entender lo más importante:
Tienes derecho a cuidarte. A dedicarte tiempo, energía y rente bienestar emocional y físico sin culpa. Tienes derecho a escucharte y a poner límites.
Una experiencia transformadora para empezar a cuidar de ti y elegirte sin excusas.
Os esperamos en 2026


Febrero
1 Salamanca
6 Sevilla
7 Córdoba
8 Granada
13 Pamplona
21 Alicante
23 Valencia
27 Zaragoza


Marzo 7 Madrid
9 Barcelona
Entradas próximamente a la web

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