Yolanda Cuevas Ayneto

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¿Gritamos enfurecidos al entrenador de nuestros hijos?

Aquí os dejo en PDF el artículo publicado en el Heraldo de Aragón sección escolar 26.11.2014

Agradecer a todos los que difundis, compartis y valorais este tipo de artículos en redes sociales, webs y grupos de whatsapp de padres, entrenadores y en definitiva donde vive el deporte.

Solo se mejora si uno se lo propone pero juntos somos más fuertes.

Enlace a ¿Eres de los que gritan al entrenador de sus hijos? 10.02.17

Las actividades deportivas escolares no son solo cosa de los hijos, también lo son, y en ocasiones en exceso, de los ‘sufridos’ padres. Y, si no, que se lo pregunten a esos cientos, miles, de progenitores esforzados que, sin rechistar, llevan a sus hijos de aquí para allá, llueva, nieve o truene, a interminables entrenamientos y a agotadores partidos, a lo largo y ancho de nuestra geografía, durante todo el curso. Pero este entorno que, en principio, bien puede parecer idílico, en ocasiones se torna complicado, por no decir abiertamente hostil. Sobre esta espinosa cuestión, la psicóloga Yolanda Cuevas Ayneto opina que “nuestra máxima responsabilidad, como padres, en sentar las bases educativas y en valores a través de esas actividades deportivas que practican nuestros hijos. Porque enseñar las técnicas deportivas es patrimonio exclusivo del entrenador, ¡que para eso se forma!”. Nuestra misión es, pues, animar a los chicos, sí, pero sin anteponer nuestros deseos y, por supuesto, sin insultar al árbitro o pretender saber más que el propio entrenador. La psicóloga Yolanda Cuevas analiza alguna de estas situaciones y nos ofrece pautas de comportamiento para afrontarlas y ayudar a nuestros hijos.

La elección, fundamental. Lo mejor es que nuestros hijos experimenten diferentes deportes hasta que ellos elijan. Si condicionamos sus gustos deportivos, les estamos restando oportunidades. Responsabilidad y compromiso. El deporte educa y transmite valores tan importantes como la responsabilidad y el compromiso: preparar la bolsa con ellos, aunque les cueste, hasta que puedan hacerlo solos; ser puntuales, asistir a los entrenamientos y encuentros -no se puede faltar porque nos surja otro plan el fin de semana-… Tenemos que ser conscientes de que hacer deporte implica esfuerzo y sacrificio de todos. Motivar, sí; presionar, no. En los desplazamientos debemos cuidar nuestras palabras. A veces, creemos que les estamos motivando, cuando, realmente, lo que hacemos es añadir presión a la que ya tienen. Que lo hagamos con buena voluntad, no implica que esté bien hecho. Esos: «Confiamos en ti», «seguro que lo harás genial», «te espero con la medalla», «eres el mejor»… son como piedras para la mochila deportiva de nuestros hijos. Así que, cuidado con lo que les decimos, ya que nuestras palabras se graban y dejan huellas emocionales que pueden conducirles a abandonar el deporte. En los desplazamientos también entrenamos a los hijos en valores, en normas, en objetivos, en resolución de conflictos… Así que no monopolicemos el tema de conversación y busquemos otros asuntos de interés, que desarrollen su capacidad crítica. Hay tiempo para todo. Tenemos que ayudarles a gestionar el tiempo; enseñarles a organizarse para que desarrollen un hábito. Hay que establecer un equilibrio entre estudios, deporte y amigos. Castigarles sin deporte solo generará emociones y sentimientos que nos separen y limiten nuestra relación. Conversaciones positivas con otros padres. Somos sus padres, no ojeadores deportivos; nadie nos va a evaluar después de los entrenamientos y encuentros. Lo mejor que podemos hacer es relajarnos, sentirnos afortunados porque nuestros hijos están rodeados de deporte, creciendo con él y con sus beneficios físicos, psicológicos y educativos. Debemos disfrutar del encuentro, entablar conversaciones positivas con otros padres, es decir, que no todo sea criticar al entrenador, porque esto… no ayuda. Ni gritos ni insultos. ¿Somos de esos padres que gritamos enfurecidos al entrenador, al árbitro o a nuestro propio hijo y les faltamos al respeto? Si lanzamos miradas de esas que bloquean, gestos que les desaniman; si la rabia nos supera cuando pierden, si alentamos ciertas conductas contra el adversario, si contradecimos y criticamos al entrenador… nos estamos saltando las reglas del juego como padres o madres. No estamos siendo coherentes con esa famosa frase que tanto nos gusta y repetimos: «Yo, lo que quiero es que mi hijo disfrute y haga deporte». Con estas actuaciones, en vez de educar, deseducamos. Así que, comencemos a controlar estas situaciones y a entrenar nuestra gestión emocional, por el bien de nuestros propios hijos, a nivel emocional y educativo. Así, evitaremos que nos pidan que no vayamos a verlos jugar o que… se avergüencen de nosotros. Juego limpio y diversión. Nuestra responsabilidad es educar a nuestros hijos en el juego limpio y en el disfrute del deporte como algo natural, honesto y divertido, que, seguramente, les ayudará a que se conviertan en mejores personas, aprendiendo a cumplir el reglamento, sin hacer trampas, respetando a todos; enseñándoles ganar y a perder, a ser humildes y a reconocer, siempre, el buen trabajo de los demás.

AlogoYC4 bis (1)

 

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Los buenos hábitos, los aliados en la prevención de los trastornos de la alimentación.

Nuevo artículo para la Fundación Roger Torné, junto a Patricia Ramírez Loeffler.

Las dietas poco saludables, la obesidad y el sobrepeso, y su posible derivación en  trastornos de la conducta alimentaria (TCA), son males que preocupan a todos los padres. Anorexia, bulimia e ingesta compulsiva pueden aparecer en la edad de la adolescencia y son más frecuentes en las mujeres, especialmente entre los 12 y los 24 años.

 

Los estudios demuestran que la causa es multidimensional  (factores genéticos, socioculturales y psicológicos). A pesar de que algunos factores son de difícil intervención, como  los rasgos de personalidad, sí que hay otros en los que como padres y profesionales podemos intervenir y prevenir: los patrones culturales y estéticos, el propio esquema corporal y la valoración negativa de la figura, o la práctica hábitos poco saludables. Es importante destacar que la detección precoz y las intervenciones multicomponentes mejoran el pronóstico, reduciendo el tiempo de tratamiento. En este sentido, la familia, el colegio y la sociedad son los escenarios donde la educación en patrones de alimentación, un estilo de vida saludable y la imagen corporal tienen que tratarse con máxima delicadeza.

 

¿Qué son los Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Son un grupo de trastornos mentales que se caracterizan por una conducta alterada de la ingesta alimentaria y/o la aparición de determinados comportamientos dirigidos a controlar el peso. Provocan alteraciones físicas y psicosociales. Los más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.

 

En la anorexia nerviosa, la persona muestra un deseo obsesivo por estar delgada y para conseguirlo sigue una dieta restrictiva, realiza conductas purgatorias como vómitos autoinducidos y toma de diuréticos o laxantes. A estos patrones de autocontrol se une la práctica de  gran actividad física, que la ayuda en la pérdida de calorías. El niño o adolescente que presenta una distorsión de la realidad, se ve gordo/a y no tienen conciencia de enfermedad.

 

En cuanto a la personalidad, se caracterizan por tener un alto sentido de la responsabilidad, perfeccionismo, ineficacia personal, baja autoestima y bajo autoconcepto. Este perfil les permite tener mucha capacidad de autocontrol y no caer en la tentación de comer cuando se tiene hambre. Son perfectamente capaces de sufrir para estar delgados.

 

La bulimia nerviosa se caracteriza por episodios de atracones de forma incontrolada, en los que la persona puede llegar a engullir grandes cantidades de alimentos. Esta ingesta le produce sentimientos de culpabilidad y pesadez, por lo que tiende a eliminar todo lo comido a través de la inducción del vómito, realizando ejercicio físico o abusando de laxantes y diuréticos.

 

En este caso no hay alteraciones de peso llamativas, y puede presentar peso bajo, normal o sobrepeso. Por ello, el trastorno pasa muchas veces desapercibido y se pide ayuda cuando se encuentra en un estado muy avanzado.

 

Se sabe que la genética, los factores personales, la familia, acontecimientos vitales y ciertas actividades físicas de alta exigencia en cuanto al peso, contribuyen a tener un mayor grado de vulnerabilidad.

 

Aunque estas enfermedades no han dejado de crecer en las últimas décadas, ni la anorexia ni la bulimia son conceptos nuevos: ya en el Corpus Hipocraticum, conjunto de enseñanzas médicas atribuidas a Hipócrates (años 460-377 aC), se hablaba de ”los efectos de un régimen debilitante y prolongado son difíciles de reparar y lo mismo sucede con los de una repleción extrema y continuada”, y Sorano (93-138 d.C) describía la amenorrea y la anorexia en la mujer, y así hasta nuestros días. La bulimia no se define oficialmente hasta los años 70 pero fue utilizada por Trevisa en 1398.

 

Sí hay que destacar, no obstante, que el incremento actual de estas enfermedades está relacionado con factores sociales. La información que recibimos de los medios de comunicación y la imagen que se proyecta de la mujer en publicidad y desfiles de modelos, provoca que el estándar de la belleza se asocie al bajo peso, y los niños y jóvenes lo relacionan con el éxito social convirtiéndolo en uno de sus objetivos. Los adolescentes y niños de primaria valoran y ven atractivas a las personas con buen tipo, “flacas” y con “tableta de chocolate” en los abdominales. Uno de las mayores motivaciones de la gente joven es la necesidad de aprobación. Y sentirte dentro o fuera del grupo depende de lo atractivo que te vean tus compañeros, la atención de chicos y chicas estará más en cuidar su aspecto físico y su peso que potenciar valores sociales y culturales.

 

¿Cuándo tienen que sospechar los padres? Como padres es aconsejable estar pendientes de estos síntomas:

  • Pérdida de peso brusca e inexplicada. Por ejemplo, no debida a una enfermedad o una dieta por sobrepeso controlada por un médico especialista en nutrición y dietética.
  • En el caso de las adolescentes, la ausencia o pérdida de menstruación con más de tres ciclos, sobre todo si se une a pérdida de peso.
  • Preocupación excesiva por perder peso aun siendo delgada.
  • Sensación de frío sin que sea coherente con el tiempo.
  • Cambio de hábitos en el vestir o en sus horarios.
  • Hiperactividad o excesivo ejercicio físico.
  • Mucho tiempo dedicado a pensar en la comida.
  • Consumo de líquidos en exceso.
  • Poca variedad en la alimentación.
  • Lentitud a la hora de comer.
  • Rituales o conductas poco apropiadas en la forma de comer, como apartar comida en el plato.
  • Cambios de peso.
  • Caries frecuentes.
  • Pertenencia a un grupo de riesgo, como el de los modelos publicitarios o la práctica de algún deporte que exija extrema delgadez, como la gimnasia rítmica.

 

¿Qué hacer si se detecta un trastorno de la alimentación?

Una vez se detecta un trastorno de la alimentación, es importante intervenir en todos los ámbitos, desde controlar los hábitos saludables alimenticios y establecer unos horarios para las comidas regulares, a trabajar la imagen corporal, las habilidades sociales, el autoconcepto, la autoestima y la asertividad, educando en la capacidad de cuestionar y en el poder de decisión sobre lo que la sociedad comercial demanda, es decir, en valores. También es importante cuidar  la comunicación y la relación en el entorno familiar evitando comentarios sobre el peso o las dietas.

 

La persona aquejada por este trastorno, así como la familia, necesitan manejar el problema en todas las áreas que afectan al adolescente: el entorno escolar, social y familiar, y contar con la ayuda externa de médicos y psicólogos.

 

¿Cómo prevenir la anorexia y la bulimia?

A nivel preventivo, es importante que los padres promuevan una alimentación saludable y unos buenos hábitos, y que sean modelo de conducta  para los hijos. En este sentido, os recomendamos:

1-Desayunar sin bollería industrial, es decir, fruta o zumo natural, leche, cereales, tostadas.

2-Educar en el hábito de beber agua, y no zumos artificiales o refrescos azucarados.

3-Fomentar las comidas en familia, relajadas, y sin televisión. Este momento es para dialogar, no para castigar ni recriminar, y, así se evita relacionar las comidas con aspectos negativos.

4-Reducir la ingesta de “comida rápida”.

5-Moderar el consumo de carnes y embutidos.

6-Reducir el consumo de sal y los alimentos salados como snacks.

7-Aumentar el pescado a cuatro raciones semanales y la fruta a cinco raciones diarias, así como reducir los dulces.

8-Tener presente qué come en el colegio para así poder organizar un menú diario equilibrado.

9-Habituarlos a 4 ó 5 comidas, cocinar sano y evitar el picoteo.

10-No utilizar los alimentos como premio o castigo.

11- Realizar las dietas siempre bajo control médico.

12-Fomentar la vida activa o la práctica del deporte para beneficiarse a nivel físico, social y psicológico de sus ventajas, no para perder peso.

13-Recordar que todos los miembros de la familia no tiene las mismas necesidades. No son las mismas necesidades nutritivas las que requiere un niño de 7 años, un adolescente, o un hijo deportista.

 

Ten en cuenta que la mayoría de las veces la anorexia se inicia por problemas de insatisfacción con el propio cuerpo, por haber sido criticado/as como “gorditas” o “gorditos”, por sentirse rechazados/as dentro del grupo, o porque en casa se hacen comentarios en los que los adolescentes interceptan que tener buen tipo es ser brillante. Por eso evita cualquier tipo de comentario con el que tus hijos puedan interpretar que se espera de ellos que sean niños delgados, guapos y con una sonrisa espectacular. Tienen que sentirse queridos independientemente de la imagen que tengan. Lo que tú crees que puede ser un comentario banal, para ellos puede ser el piloto que despierte la necesidad de adelgazar.

 

Entrena también a tus hijos para que desarrollen la inteligencia emocional desde pequeñitos y ayúdales a gestionar las emociones. Saber decir que no, sentirse a gusto con uno mismo, conocer las propias fortalezas, les hará sentirse fuertes y con una alta autoestima.

  • Fomenta la buena comunicación.
  • Deja espacio para las emociones.
  • Adáptate a sus edades y a sus momentos.
  • Comparte tu tiempo de tranquilidad con ellos.
  • Permite que se expresen, no des por hecho nada, no les cortes en la conversación.
  • Respeta lo que dicen.
  • Ante las dificultades, promueve su abanico de soluciones y que sean creativos para buscarlas.
  • Valora sus esfuerzos para que se sienta capaces.
  • No hables de problemas: habla de retos, de capacidad, de ganas, de fuerza.
  • Refuerza todo su talento: su creatividad, sus habilidades y competencias, su facilidad para hacer deportes, actitudes como la paciencia. Que aprendan que todas las personas tenemos valor por nuestra forma de ser.

 

 

Recuerda que tus hábitos tienen una gran probabilidad de convertirse en los hábitos de tus hijos. Modifica tus propias conductas: así  estarás promoviendo la salud de tus hijos.

 

Patricia Ramírez

Yolanda Cuevas

AlogoYC4 bis (1)

 

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Artículos Psicología y Salud

Se acaban las vacaciones y comienza el cole: llegó septiembre

Os dejo el nuevo artículo junto a Patricia Ramírez en el que os ofrececemos unas pautas para que la vuelta al cole, a la rutina y los hábitos de todos, sea más fácil y ordenada.Esperamos que os sea de ayuda.

El final del verano termina con despedidas de los amigos del pueblo y la playa, tíos, primos y abuelos. El que más o el que menos ha pasado unos días fuera de la rutina del hogar. Ahora toca cambiar los chapuzones en la piscina, los paseos en bici con la pandilla y las charradas en la plaza de los pueblos, los castillos de arena, los helados y la libertad de horarios por libros y horarios más estrictos… en definitiva septiembre es sinónimo de ir al cole, a guardería o al instituto.

 

Como todo cambio, cuesta. Nuestro cerebro y cuerpo se han acomodado a la rutina del verano y ahora por obligación, y en cuestión de días, necesitas modificar el chip.  Como padres podéis favorecer esta transición.

 

En una misma familia puede darse diferentes realidades por el número de hijos. El primer día de la guardería y el inicio de primaria en otro, o el cambio de ciclo, o de cole a instituto. Es importante que en estos casos no solo sea un cambio, sino una novedad y como tal hay que tratarlo. Con voluntad, cariño y paciencia todo pasa mejor.

 

Para ello te proponemos:

  1. Durante las últimas semanas puedes ir “preparando el terreno de juego” e ir nombrando que se acerca septiembre y se vuelve al cole.

Si es pequeño podéis ir marcando en un calendario caritas alegres y que el calendario esté situado a su altura para que pueda verlo. Días antes pasad por delante de la guardería o el cole, la parada del bus…

Es importante que habléis del tema en términos positivos ¡Harás nuevos amigos!, ¡vas a aprender a leer como tu hermano!,  o ¡Volverás a ver a los amigos!, ¡podrás contarles todo lo que has hecho! y ¡tus amigos te contarán lo que han hecho en verano!, ¡tu amiga te dirá qué deportes nuevos ha practicado en la montaña!,  ¡sabrás qué libros ha leído! Sí, sabemos que a veces según la edad la lectura no es su fuerte pero tenla siempre presente y lee también para que vean que lo que tú predicas lo cumples, porque todo ayuda.

 

  1. Es importante ir con ellos a buscar los libros y que participen en decidir ese estuche o mochila nuevos. Todos hemos pasado por ese momento y por el de heredar la mochila del mayor escrita con corazones y siglas que a unos les hacía sentir importantes y otros la llevaban a regañadientes.

Todos recordamos oler los libros, forrarlos y llenar el borde de tu mesa con recortes de celo para ir más rápido, poner nuestros nombres cuidadosamente…ahora está de moda hacer sellos que valen para poner el nombre en los libros, cuadernos, uniforme y ropa deportiva. Deja que lo hagan ellos. Da igual que quede torcido, lo importante es que se lea y que ellos participen. Esto les hace sentir bien, les refuerza su autoestima. También te ahorrarás hacerlo la víspera a las tantas…

 

  1. Es importante que su cuarto esté ordenado, a punto, que den ganas de entrar, de sentarse, en definitiva de estar. Lo ideal es dejarlo listo antes de iros de vacaciones, limpiando, tirando, archivando lo que ya no se necesite. Ahora a la vuelta puedes introducir algún cambio que motive, que note que es mayor,  un cambio de lámpara de mesa, un  poster, un corcho, cambiáis un cuadro infantil por otro más acorde con su edad, las cortinas… De este modo se sentirá  más a gusto.

 

  1. Atentos si como pareja os habéis separado, habéis perdido un familiar recientemente, un hermano mayor ya no vive en el mismo domicilio, o si ha nacido un nuevo miembro. En estos casos se une otro hecho que los pequeños tienen que encajar emocionalmente y todo lleva su proceso. En muchas de estas situaciones los niños buscan excusas de todo tipo para no ir al cole. Desde  inventarse que les duele el estómago, la cabeza, hasta llorar y montar numeritos en público. Ante situaciones de este tipo hay que mantenerse firme y transmitirles que tienen que asistir al colegio. No hacer comparativas ¿ves el resto de los niños?… ¡no lloran!, ¡se van a reír de ti!, ¡la señorita te castigará!, ¡cuando te portas así no te quiero nada!, ¡te voy a dejar solo! Y un sinfín de frases que a la desesperada lanzas con el propósito de tranquilizar y que cese la conducta. Pero lo que consigues es que aumente la rabia, la desesperación, la inseguridad y que los niños se bloqueen. Debe comprobar que no cedes ante sus estrategias, mantén la calma, dile que cuando acabe de llorar se le atenderá, enséñale a respirar… son pautas iniciales. Busca  el momento para hablar de los motivos por los que reacciona así, ayúdale a expresar sus miedos, sus inseguridades y ayúdale a solucionarlo. Tener estrategias en lugar de reproches le hará más fuerte y seguro de sí mismo. No pases de estas situaciones, es preferible educar con Inteligencia emocional. Reconocer y  gestionar estas emociones y situaciones les aporta seguridad y nuevos modelos. El día que veas que accede al cole con normalidad, prémiale con palabras como ¡qué orgulloso estoy de ti! ¡muy bien! ¡te has esforzado! Podéis comunicar al resto de los miembros de la familia sus nuevas reacciones y expresar la alegría que os produce.

 

  1. Cuida tus expresiones. Ellos vuelven al “cole” y tú al “curro”, y si exteriorizas estar mal, triste, y dices ¡qué horror ahora a trabajar!, ¡no puedo, que pereza!, ¡es horrible!… los niños relacionan la vuelta como algo negativo.

 

Hay que educar en el agradecimiento. Trabajar e ir al cole son derechos y motivos por los que sentirse agradecido, pero nunca una desgracia. Hay niños que no pueden ir al cole, en unos casos por la  pobreza  y en otros porque durante el verano mientras ellos han estado en la playa haciendo castillos, otros estaban en guerra. Esto es una realidad a la que no podemos dar la espalda. Es un hecho el que ya llevemos unos años en los que la “depresión postvacacional” ha descendido por sentirse afortunado de una misma realidad que antes era vista negativamente. Así que hay que vivir y educar en lo afortunados que somos a pesar de las circunstancias que nos rodean a cada uno.

 

  1. Hazle saber que cuenta con tu apoyo, que va a aprender cosas nuevas y que va creciendo no solo en altura sino como persona. Es importante que desde pequeños se sepan organizar y se fomenten los hábitos para cuando sean mayores. Planificar un horario de estudio, de ocio y de actividades extraescolares les dará seguridad y aporta sensación de control. El horario de estudio también tiene que estar pormenorizado, sabiendo el tiempo que tiene que dedicar a cada asignatura y así no alargarlo siendo improductivo. Si no pasará toda la tarde atascado con una misma asignatura.

 

  1. La realidad se impone y aunque no es de gusto para muchos padres el móvil es un artículo con el que los niños se relacionan entre sí. El objetivo no es que el niño no tenga móvil, sino que lo sepa utilizar. El móvil tiene que ir junto a un “manual de instrucciones paterno-materno” elaborado según la edad por los tres. Si lo involucras en las normas de uso saludable, hay más posibilidades de que las cumpla.

Esas instrucciones o normas tienen que ser claras y concisas, aseguraros de que las entienden para evitar malentendidos.

Es importante  destacar entre otros:

  • El horario de uso.
  • Si lo lleva al cole para los trayectos o recreo.
  • El uso en casa mientras estudia, no sirve tenerlo silenciado, si resulta que vibra o parpadea esa luz verde intensa que parece a todos que nos mueve el impulso de mirar.
  • La forma de escribir para que no impida luego la ortografía en el papel o pizarra.
  • La información que se envíe a otros, incluidas fotografías, de las que luego puedan arrepentirse.
  • Y las consecuencias que supondrá el incumplimiento de lo pactado. Sed coherentes y firmes. No vale unas veces sí y otras no, o según si es el padre o la madre sea quien observa la violación del pacto. Ir los dos a una os evitará muchos quebraderos de cabeza. Si no es así lo que promovéis es que vuestro hijo tantee, se arriesgue a ver si le castigan o no… él ve que tiene el 50% de posibilidad de salirse con la suya.

 

Como padres no sé cómo os desenvolvéis en las redes sociales (twitter, face, Instagram…) pero igual es un buen momento para darte de alta en algunas y así estar más cerca de tus hijos o prepararte para cuando ellos los hagan.

 

  1. Educa para que tomen conciencia de que todos hacéis esfuerzos a diferentes niveles, unos con el dinero que implica comprar ropa, zapatos, comedor, actividades extraescolares, profesores de apoyo, clubes de deporte etc… otros con horas de estudio, repaso o ayuda en ciertas tareas. Dar valor a lo que tienen les hará vivir en la realidad. Evita que se encuentren con todo lo que necesitan en su cuarto dos días antes de ir al cole.

 

  1. Los primeros días presta especial atención y fomenta la comunicación sobre su profesor para saber qué impresión tiene, de los compañeros, de la materia, de los deberes o si les preocupa algo… y así podrán gestionar mejor las nuevas sensaciones. Puedes preguntarle durante la cena, y empezáis primero vosotros a hablar de vuestra vuelta, así es más fácil entablar el diálogo y no se sentirán interrogados. Respeta que no quiera hablar y no te enfades, pero dile que te encantaría saber algo de sus días en el cole, así que cuando quiera lo puede hacer dejando así vía libre. Recuerda que sobre todo en la adolescencia hay que amoldarse a sus tiempos, así que si te pilla poniendo la lavadora, esta puede esperar pero tú adolescente no.

 

  1. Para que sientan vuestros hijos que es importante el cole y todo lo relacionado con él, es primordial que como padres asistáis a las reuniones del colegio, mantengáis una comunicación para evitar las sorpresas de última hora o poder reforzar en casa situaciones que han valorado en el cole, en definitiva ir a la par en la educación del menor. Por último, ante ciertas situaciones, no desacreditéis al profesor ni habléis a vuestro hijo en términos irrespetuosos que no benefician en la importante tarea de educar. En estos casos se deseduca.

 

Buen inicio de curso escolar con comunicación, perseverancia, paciencia y coherencia.

 

Os dejamos las siguientes citas:

 

“No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”, Louis Pasteur.

 

“Para educar a un niños hace falta la tribu entera”, Proverbio africano.

 

“Una de las peores cosas que se le puede hacer a un niño es no atenderlo”, Javier Urra.

 

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Mi hijo no me come nada

Os dejo el último artículo escrito junto a Patricia Ramírez Loeffler para la Fundació Roger Torné.

En el se ofercen pautas para que la hora de la comida no sea un «martirio»

Padres ¿os suena esta frase? “este niño no me come nada”. En esta frase se esconde contenidos como:

  • Exageración y preocupación por vuestra parte. A veces pensáis que no es suficiente o que pasará hambre, cuando la realidad es que vivimos en una sociedad con exceso de recursos.
  • Problemas con vuestras expectativas. En ocasiones queréis cumplir ofreciendo un rato más en el parque si acaba el bocata, o una chuche si además se come el plátano entero.

 

La mayoría de las veces sois los padres con vuestro estilo de vida, costumbres y educación, los que organizáis la alimentación de los niños. Pero falta atender a los cambios evolutivos en su desarrollo, emocionales como puede ser la vuelta al cole, final de curso o la llegada de un hermano al hogar y necesidades físicas como realizar determinados deportes que exigen diferentes esfuerzos físicos.

 

Una cosa es  hacer menús por antojo de los niños y otra, saber adaptarse a las necesidades de ellos. La comida puede ser la misma para los hermanos pero no la cantidad, y eso no significa que el que menos coma “no come nada”. Durante el año los niños pasan por etapas de desarrollo físico y emocional que condicionan su alimentación y hay que saber detectarlos.

 

Es importante que como padres sepáis sobre pautas de alimentación según las edades de los niños y chavales. Y que reflexionéis sobre la importancia que tiene lo que hagáis en los hábitos que van a adquirir desde niños para su futura vida adulta e independiente. Sois modelos de conducta y los hábitos alimentarios se adquieren en la infancia y principalmente en vuestra casa. La alimentación es un acto voluntario y consciente que se puede educar y modificar y aquí los padres sois los protagonistas.

Nuestro reto es conseguir no vivir con amargura las horas de las comidas de los hijos.

 

Si ciertos comportamientos no se producen en el comedor del colegio ¿Por qué ocurren en casa? Para facilitaros la tarea aquí van unas pautas que pueden daros un orden y esquema de qué hacer:

 

Antes de comer:

  • Establece unas rutinas: organizan la mente del niño. Le aportarán orden y seguridad. Llega a casa, se cambia, se lava las manos, ayuda a poner la mesa, se sienta en la mesa, nos sirven o servimos dependiendo de la edad, y comenzamos a comer.

No vale que un día se coma en la cocina, otro en el salón, hoy de excursión por el pasillo, y mañana en el sofá viendo dibujos animados.

  • No dejes que pique antes de comer porque eso ya es comer, llena su estómago y no comerá lo que tengas preparado.

 

Durante la comida:

  • La comida es un acto social en el que la familia sienta las bases de la comunicación. Es el momento perfecto para hablar de las cosas buenas que nos han ocurrido e incluso de las no tan buenas, pero no utilizar ese rato para sermonear, discutir o castigar. Se corre el peligro de relacionar comida con “ambiente tenso”. Nadie quiere comer de forma relajada en un ambiente tenso.
  • En un principio todos comeréis lo mismo pero en diferentes cantidades, exceptuando si lo prescribe un médico como pueden ser intolerancias, alergias, períodos de crecimiento, controles de dieta, o alimentaciones especiales por determinadas circunstancias deportivas.
  • Sirve en pequeñas cantidades porque siempre es posible repetir. Si llenas el plato y además no es de lo que más le apetece el cerebro empieza a mandar señales de “horror, con esto no puedo”.
  • Tenemos la gran ventaja de poder disfrutar de la alimentación mediterránea, que es muy variada. Puede que una verdura, un pescado, una carne no guste pero tienes otras que ofrecer. Así que no te empeñes en que coma esa en concreto, la aborrecerá y será peor.
  • Si es estrictamente necesario que coma algo que no es de su agrado, habla con él y explícale las razones, siempre adaptadas a su edad. Investiga con él buscando información, hazle partícipe en su elaboración según su edad, y no le sirvas la cantidad que tú quieres. Proponle que se sirva él y que vas a respetar la cantidad que se eche pero tiene que saber que no se le va a cambiar el plato. Valora finalmente su esfuerzo y lo contentos que estáis. Pero no digas nunca que lo queréis más por lo que come. Esto es una manera de acercarse poco a poco a tu propósito, sin presión, sin “porque yo lo digo que para eso hago la comida”.
  • Piensa que cuando coméis, no lo haríais a gusto si os miraran constantemente, si a cada grano de arroz que se os cayera, se acercara alguien corriendo a recogerlo, a resoplar y a suspirar en los intentos de llevarse la sopa a la boca. Una cosa es ir enseñando a coger el tenedor, la cuchara, el cuchillo y otra pretender que no se ensucien como si fuera un adulto. Recuerda que a ciertas edades comen a la vez que aprenden o aprenden a la vez que comen, darles
  • Es importante pautar el tiempo que se está con la comida según la edad. Nada de “se le junta la comida con la merienda”. Los niños tienen que aprender que tienen un tiempo para comer. Una vez pasado el tiempo pautado, se les retira el plato. Y no os asustéis, no les va a pasar nada, tarde o temprano comerán.
  • Hasta la hora de la merienda no se picotea ni se comen chucherías. Así aprenden que hay unos horarios y que tienen que comer más si no quieren luego pasar hambre. Eso sí, todos a una. No vale que lo haga la madre y no el padre o al revés… ¡o los abuelos! Si actuáis de manera distinta, ellos se comportan de forma diferente. Los abuelos son expertos en hacer su comida favorita el fin de semana, pero no puede ser todos los días de la semana u ofrecer tres platos para ver que quieren sus nietos.
  • Nada de comer a la carta. Vuestra casa no es un restaurante. El fin de semana podéis hacer partícipes a vuestros hijos del menú de la semana. Os dará orden en vuestra vida. A los más peques puedes hacerles un calendario y que dibujen la comida y pegarlo en la cocina. Así interiorizan lo que van a comer y no les pilla de sorpresa. Si los niños participan en el menú, evitas el ¿qué hay para comer? y a la respuesta “Joooo, eso no me gusta”,  “¿otra vez?”.
  • No obligues a comer, ni castigues por ello, ni ridiculices, ni dejes de hablar con tu hijo porque no ha comido como tú quisieras. No fomentes sentimientos de culpabilidad que no llevan a nada positivo.
  • Si tu hijo decide no comer más, se respeta, se le deja el plato hasta que terminéis el resto de la familia y proceda el segundo plato.
  • No les deis bebidas con gas que dan la sensación de estar llenos por lo que se sacian antes.
  • Decir “si no comes no verás los dibujos”, son amenazas que solo sirven a corto plazo. Además, en la mayoría de los casos no se cumplen y los pequeños, tres horas después, están viendo dibujos. Si amenazas o chantajeas, estás enseñándoles a ellos a hacerlo y tarde o temprano serán los niños quienes os hagan el chantaje a vosotros.
  • No se come con televisión. Hay que fomentar la hora de la comida como la hora de comunicación. En realidad tardas 30 minutos aproximadamente en comer dependiendo de la edad. Minutos muy valiosos para compartir en familia. La televisión prolonga el tiempo de la comida. Los niños quieren convenceros de que mastican mientras ven la televisión, pero lo cierto es que lo hacen cuando los miráis. Su objetivo es ver la televisión no comer. Finalmente el apetito desaparece.
  • ¡Arriba la creatividad! Tú ya sabes lo buena que está la sandía, las fresas o la manzana pero no puedes darlo por hecho para tu hijos. Permite que desde pequeños prueben contigo un trocito de tu comida para probar algo nuevo, haz brochetas de fruta, o permite que decoren ellos el plato o la fuente…
  • Importante, comer bien no es comer cualquier cosa. Vivimos en una sociedad que oferta productos de todo tipo: llamativos colores y más apetecibles a nuestro cerebro, nos referimos a bollería, chuches, refrescos con gran cantidad de azúcar, pizzas, hamburguesas la llamada “comida rápida”. Nos ahorran tiempo, pero nos perjudican la salud. Se puede estar muy bien alimentado pero malnutrido. Cuando se toman estos alimentos el problema es que no nos aportan los nutrientes necesarios como lo hace la verdura, carne o pescado. No decimos que haya que esperar al cumpleaños para comer ganchitos y refrescos como ocurría hace 30 años, pero los niños no pueden merendar la mayor parte de la semana bollería o comer y merendar con refrescos. Esto está relacionado con el sobrepeso y colesterol infantil.

 

Todas estas pautas hay que seguirlas cada día, con paciencia. Sabemos que a veces es difícil pero es la clave y tus hijos lo necesitan. Te tienen que ver convencido y ser perseverante, que no cedes, y al final su cerebro lo asimila. No todos los niños son igual de constantes, así que si el tuyo insiste, alégrate porque esa misma perseverancia la utilizará para otras actividades de su vida. No es bueno que los niños sean obedientes a la primera, es bueno luchar por lo que uno quiere. El “hazme caso a la primera” no tiene que estar en vuestro repertorio de frases. Ni los adultos las cumplen así que ¿por qué lo iban a  hacer los niños?  Recuerda inculcar el hábito  de las 5 comidas: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena.

 

Finalmente, ten en cuenta que estas pautas de hábitos saludables contribuyen a promover la salud de los tuyos y prevenir enfermedades.

  • La alimentación equilibrada contribuye a que el crecimiento y desarrollo de tu hijo sea el correcto. Evitando anemias, sobrepeso, trastornos de nutrición y alimentación, caries, problemas de conducta, aprendizaje, etc.
  • Que eduques a los tuyos en estos hábitos favorece que se mantengan cuando sean adultos. Es durante la infancia cuando se establecen los hábitos alimentarios. Ahora estas trabajando en la prevención de posibles enfermedades cardiovasculares, obesidad, hipertensión, diabetes…de tus futuros hijos adultos.
  • La buena alimentación y realizar ejercicio favorece que el rendimiento en el cole y en la vida sea mejor.

 

Como veis es un tema serio de gran trascendencia, papás ¿comenzamos una dieta variada, saludable, equilibrada, con paciencia y amor?

 

Patricia Ramírez Loeffler

Yolanda Cuevas Ayneto

 

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Los límites y la obediencia influyen de forma positiva en el bienestar de los hijos.

Les dejo enlazado el artículo escrito junto a Patricia Ramirez para la Fundación Roger Torné, en Inspira Online Magazine

 

Es la hora, recoge los juguetes, no te has hecho la cama, el baño así no se deja, los platos no salen solos del lavavajillas, deja las cosas como te las encuentras, los zapatos no van al zapatero si tú no los metes… “uffff el día menos pensado me cojo la maleta y no vuelvo”.

Si tienes hijos te resultarán familiares estas frases y si no puede que las hayas escuchado en tu infancia o adolescencia.

La convivencia entre personas no es fácil y por ser padres e hijos no  tiene que surgir de forma natural. Una de las responsabilidades que tenéis  como padres es la disciplina relacionada con las tareas en casa. Se trata de que entiendan los beneficios de colaborar sobre todo en la adolescencia, moldear acciones desde pequeños y que el incumplimiento tiene consecuencias, independientemente de la edad. Así que vuestro objetivo es que desde pequeños fomentéis unos hábitos que ayuden a:

  1. Favorecer la convivencia entre los miembros de la familia.
  2. Educar en los límites con cariño, porque los límites ofrecen seguridad a tus hijos, y fomentan la autonomía.
  3. Tener una mayor organización en vuestro día a día que permitirá una mayor gestión del tiempo y disfrutar de otras actividades.
  4. Educar en valores como la responsabilidad, el respeto, el sacrificio, válidos y necesarios dentro y fuera de casa. Valores que pondrán en práctica cuando vayan al parque a jugar con otros niños estén en el colegio.
  5. Aprender en el seno familiar qué es la empatía, es decir, ponerse en el lugar de la otra persona, y la asertividad, comunicar sin dañar fomentando de este modo la Inteligencia Emocional.
  6. Ofrecerles un modelo de comportamiento, una habilidad para responder de los actos que uno realiza, conociendo que existen unas reglas en la convivencia.

 

Pasos a seguir para fomentar la disciplina en casa:

 

  1. Alíate, dialoga con tu pareja antes de proponer una actuación. Recordar siempre que la unión hace la fuerza. Si no estáis unidos y firmes en el objetivo, vuestro hijo acudirá al más permisivo de los dos hasta que ceda uno.
  2. Detecta la conducta más importante que queráis modificar. No es cuestión de recuperar de golpe el tiempo perdido y sobrecargaros de cambios. Es mejor el efecto dominó, unos llevan a otros.
  3. Ofrece margen de maniobra. No todo tiene que ser YA. Ten presente siempre que la paciencia tiene que estar contigo. Las cosas no se harán siempre como las haces tú, ni en el tiempo que tú quieres. ¡Están aprendiendo! Recuérdaselo a tu pareja.
  4. Piensa y adapta a la edad de tus hijos lo que pretendes que hagan.

A cualquier edad pueden llevar la ropa al cesto de la ropa pero no tenderla. Eso sí, fomenta el trabajo en equipo entre hermanos y en la igualdad. ¡Nada de tareas de chicas y de chicos! El pequeño saca la ropa y da las pinzas para que el mayor tienda. Adapta también las tareas a sus características, iniciándoles en las más llevaderas. Así se favorece la colaboración y ya llegará el momento de aprender las tareas menos agradables. Pon sobre la mesa diferentes tareas como sacar al perro, o rellenar su bebedero y comedero, regar las macetas, poner y quitar la mesa, sacar la basura, hacer la cama…y entre hermanos también pueden pactarlo, así educas en la resolución de posibles conflictos.

  1. Reconoce y valora los intentos de tus hijos: Si se cae una prenda y se ensucia de nuevo o hay que bajar al vecino puedes hacerlo con él la primera vez. No te alarmes, es cuestión de que la lavadora vuelva a limpiar. Diles que no pasa nada y que lo importante es intentar las cosas. Y así llegará un día que lo hagan bien. Si de repente entras en cólera y empiezas a reñir y a decir que es preferible que lo hagas tú porque ganas tiempo… tiras por tierra la oportunidad de que aprendan.
  2. Tienes que aprender a transmitir las normas, se claro para que tu hijo entienda lo que le pides y cómo tiene que hacerlo. Buscar el momento y las palabras adecuadas es tener media “batalla” ganada. Ser asertivo implica hablar sin herir. No se puede implantar una norma en medio de una discusión o como consecuencia del incumplimiento de otra, o interrumpir un juego. Recuerda que  hablar con firmeza no es chillar.

Asegúrate de que habláis en el mismo idioma, la “habitación recogida” para vosotros tiene un significado y para los hijos otro. Hay que ajustar posturas y definir qué supone tener el cuarto recogido, que significa portarse bien, que es ayudar en casa, que implica ser responsable.

  1. Saber cuándo se pueden razonar, pactar y decidir las normas. Hay normas negociables y normas que no se negocian, y hay que educar en ello desde pequeños.

Las negociables dan sensación de control a los hijos, generan un mayor compromiso  y fomentan su cumplimiento porque han colaborado en su diseño.

No tengas miedo al “conflicto”: es necesario y os permite crecer como familia y como persona. Aprender a negociar es una de las asignaturas en familia que más enriquecen.

  1. Elogiar cada buena actuación de diferentes formas y en el momento. No olvides deben tomar conciencia de las ventajas que ha supuesto su colaboración. Un “gracias hijo”, un guiño, un “gracias a que tú has hecho esto ahora podemos irnos en bici”, “al haber organizado el armario caben estos juguetes”. Elogiar sinceramente, con cariño llega al corazón, fomenta el autoconcepto, el sentirse capaz y los niños sienten que sus padres valoran lo que hacen. A través del refuerzo transmites un valor muy importante en la vida, el agradecimiento. Y eso lo copian.
  2. Predicar con el ejemplo, lo que esperes de tus hijos, hazlo tú primero. Implicarse y esforzarse no depende del estado de ánimo. Tú tienes que ser el que inicie, proponga, se implique, para que ellos copien lo que vean. No se les puede pedir que ordenen si tú no tienes ordenadas tus cosas.
  3. En caso de incumplimiento pregunta antes qué le ocurrió para no cumplir con lo que se pactó y no te adelantes con suposiciones. Para evitar olvidos tras la organización semanal y los acuerdos, es recomendable elaborar un cuadro en el que quede plasmado qué hace cada miembro de la familia.
  4. No castigues en un momento de enfado. Seguramente será desmesurado, te arrepentirás, y levantarás el castigo. Ni tampoco le digas que ya verás a ver qué medida tomas y luego dejes de hacerlo.

 

 

No ayudan:

 

  1. Los sermones, que lo único que motivan es a desconectar.
  2. Los insultos, que minan la autoestima y los promueven en su grupo de iguales.

3.”La ley del hielo”, es decir dejarles de hablar. Fomenta la distancia por falta de comunicación y los sentimientos de culpa.

  1. Castigos físicos, que fomentan la agresividad y sentimientos de venganza. Se les educa en un modelo de resolución de problemas basado en la agresividad.
  2. Sanciones desmesuradas que fomentan la rabia y la baja motivación al cambio.
  3. Perder la calma o transmitir sentimientos de venganza: “te acordarás de esta…”
  4. Ridiculizarlo delante de sus amigos, vecinos y familiares: “Hay que hacerle la cama como a los niños pequeños…”
  5. Compararlo con conductas positivas de sus hermanos. “Se te podía pegar algo de tú hermano”.
  6. Amenazarle, porque se sabe que son pocas las amenazas que se cumplen. “A este paso olvídate de tú regalo de comunión”, “te quedarás sin salir dos meses como sigas así”.
  7. Premios materiales, porque no ayudan a interiorizar el por qué tiene la responsabilidad de hacerlo, solo lo hacen por conseguir ese juguete, esa propina…

 

 

Esperamos que esta lectura os ayude en vuestra labor de padres y sobre todo a disfrutar de los hijos.

 

 

 

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Carta de cualquier hijo a cualquier padre

Quiero compartir esta  llamada “carta”,  anónima con mis aportaciones entre paréntesis.

Una carta que cualquier niño podría escribir a sus padres. Y que yo la hago comenzar….

Papá o mamá,

1. No me grites.Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo. (Luego me castigas porque te grito).

2. Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos. Que seamos familia no significa que no pueda recibir el mismo trato. (No hay que abusar de la confianza).

3. Si hago algo mal, no me preguntes el porqué. A veces ni yo mismo lo sé. (Entonces es cuando necesito ayuda).

4. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti.Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal. (Luego no me castigues porque mienta por algo).

5. Cuando te equivoques en algo admítelo.Mejora mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores. (Ser padre no significa saber hacerlo todo bien).

6. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces parecer peor seré yo quien sufra. (No soy ni mejor ni peor que mi hermano, primo, amigo o vecino, yo soy yo, único. Valórame, cree en mí y házmelo saber. Me sentiré más capaz.)

7. Déjame valerme por mí mismo.Si tú lo haces por mí, yo no podré aprender. (Luego no me digas que no se hacerlo o que no soy autónomo y que estás cansado de hacérmelo todo, yo no te lo pedí).

8. No me des siempre órdenes.Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto. (A ti tampoco te gusta que te ordenen).

9. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.Decide y mantén esa posición. (A veces me mareas y ya no sé qué hacer).

10. Cumple las promesas, buenas o malas.Sea un premio o un castigo. (Si no cumples no te creeré y seré muy pesado para intentar conseguir lo que quiera, o apuraré al máximo pensando que igual esta vez toca que no me castigas).

11. Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuento un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene. (No sé si no te acuerdas o no quieres acordarte pero seguramente  tú tuviste los mismos problemas que yo a mi edad).

12. No me digas que haga algo que tú no haces.Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas. (Si quieres que haga deporte no te quedes en el sofá, si quieres que lea no pases la tarde viendo la televisión, si quieres que aprenda a cocinar no pidas comida por encargo).

13. No me des todo lo que pido. A veces, solo pido para ver cuánto puedo recibir. (No seré más feliz por más cosas materiales que yo tenga, aunque sean esas que tú querías de pequeño. Yo no soy tu).

14. Quiéreme y dímelo.A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú  no lo creas necesario dímelo.  (No hay nada mejor que decir te quiero de forma sentida para el que lo dice y para el que lo recibe, a ti también te gusta que te lo diga).

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Y los padres ¿estamos haciendo bien los deberes?

y los padres...
Artículo escrito junto a  Óliver Pérez Sempere Pedagogo Licenciado Director del Centro Persem (Alicante) publicado en el Heraldo de Aragón sección escolar el día 13.11.2013 PDF

Y en COPOE

 

Y LOS PADRES…¿ ESTAMOS HACIENDO BIEN LOS DEBERES?

El verano lo recordamos como algo ya lejano y aunque el frío se resiste a llegar los refriados hacen acto de presencia. Ya llevamos unas semanas de cole, de horarios, de tareas, de exámenes y  actividades extraescolares temas que en Septiembre producían suspiros en muchos padres. El inicio de un curso escolar no lo viven todos igual. Unos padres se estrenan en esta novedosa tarea,  recordando su infancia y otros dependiendo de los hijos y de sus edades intentan adaptarse a las nuevas necesidades que cada año se exige. Pero por encima de todo tiene que estar presente  la reflexión, saber si se cumplen con las que son las responsabilidades como padres. Por ello aquí se muestran unos puntos que ayudarán a que los hijos tengan un buen año escolar y a que los padres tengan claros los puntos sobre los que tienen que trabajar. El reto, valorar si en alguno puedes mejorar.

 

  1. Cuidados médicos: Una vez que conocemos al médico no hay que acudir a él por un estornudo o “automedicarle” con en el extremo contrario. Con los segundos hijos la experiencia aumenta pero no hace médicos a los padres. Cumple con los calendarios de vacunas y revisiones pactadas. Lleva a tu hijo al dentista dos veces al año, prevenir es lo importante y crear un hábito para su edad adulta.
  2. Dieta saludable y ejercicio:Los niños necesitan comer una dieta saludable que incluya varias frutas y verduras fomenta la creatividad, el juego y la participación en su elaboración. También necesitan hacer ejercicio a diario. ¡Pueden correr, saltar, jugar en el parque y bailar! aunque no hagan actividades extraescolares.
  3. Sueño reparador: Cada noche los niños necesitan dormir las horas suficientes para reponerse. Eso le ayudará a estar listos para emprender un día completo de aprendizaje y a su correcto crecimiento. El médico te orientará de las horas de sueño según la edad.
  4. Llegar a la escuela a tiempo todos los días: Ayuda a tu hijo a llegar a tiempo a la escuela todos los días fomentando así la responsabilidad. Por pequeño que sea no fomentes las faltas y así alargar los fines de semana. Y si un día no acude al colegio comunícalo.
  5. Tareas:Tu hijo necesita disponer de una hora fija y un lugar específico para hacer las tareas así fomentas la organización y el hábito. Elige un lugar que sea tranquilo. Asegúrate de que tu hijo dispone del material que necesita. Pídele que cada noche os muestre su tarea terminada valora lo conseguido fomentando de este modo la autoestima y nuevos compromisos. Trabajar poco a poco la autonomía de tu hijo le hará crecer. Transmítele que es capaz de hacer sus deberes sin que estés a su lado.
  6. Televisión, videojuegos y ordenador:Limita el tiempo que tu hijo pasa haciendo estas actividades. Busca programas y juegos educativos. Ayuda a que tu hijo entienda que NUNCA debe hablar con extraños en Internet. 
  7. Hablar acerca de la escuela:Pídele a tu hijo que os cuente cómo ha pasado el día en la escuela. Pregúntale sobre lo que aprendió, y cómo se sintió durante el día trabajando la parte emocional de tu hijo. Pero busca su momento, no tiene que ser nada más salir del cole muchos lo que quieren es desconectar y su atención está en la merienda o en el juego. Cuéntale como te ha ido el día adáptalo a su edad y así se fomentarás la comunicación.
  8. Lectura: Si te ven leer se aumenta la probabilidad de que ellos lean. Lee con tu hijo todos los días busca el momento que más le gusta. Ten disponibles libros, revistas y periódicos en casa para practicar una lectura variada y la que le guste a tu hijo.
  9. La biblioteca: Visita la biblioteca con tu hijo que no la vea como un edificio de “mayores”. Fomenta que busque libros en las estanterías,  que se familiarice con el lugar.
  10. Aprendizaje en casa:Ayuda a tu hijo a aprender en casa realizando actividades, cantando, conversando y contando historias juntos. Visitad lugares educativos como los museos, el zoológico o el parque con fines de diversión pero también educativos.

Disfrutar de todo lo positivo que este año escolar ofrezca a vuestros hijos y a vosotros.

AlogoYC4 bis (1)

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