Yolanda Cuevas Ayneto

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Psicología del Deporte Psicología y Salud

Ciclo: Educar en el deporte es educar para la vida

El lunes 30 de abril 2015 comienza desde el Instituto Aragonés de Psicología Deportiva, junto a Patricia Ramírez Loeffler,  un ciclo de charlas para todos los que participan en el deporte de los más jóvenes. Una iniciativa con mucha ilusión apoyada por el Gobierno de Aragón e Ibercaja Obra Social.

¡Os esperamos!

Aquí Gobiernos Aragón

Aquí Ibercaja Obra Social

Aquí Félix Brocate explica la iniciativa.

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Charlas y formación

Escuela para padres.

Un año más he participado gracias a Fapar en su Escuela de padres.

Acercar la adolescencia antes de que sus hijos lleguen, aprender a resolver conflictos desde la infancia y reflexionar sobre las conductas alimentarias y los trastornos que existen han sido las temáticas de este curso 2014-2015.

Una vez más agradecer la confianza de los centros, los agradecimientos y palabras sinceras que me llegan por mail.

Centros:

Benjamín Jarnés

Hermanos Marx

Eugenio López

Gascón y Marín

Virgen de Rosario

Parque Roma

 

Acompañaros es un gran reto.

Disfrutad de vuestros hijos y focalizaros en lo bueno para sumar energías en este viaje.

La teoría ya la habéis aprobado ahora falta la práctica diaria.

fapar

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Psicología del Deporte

Un día en…

El jueves 18 de febrero tuve el placer de asistir al evento organizado por Chelsea FC Foundation en Reebok Sport Club en España. Una mesa redonda en la que el mundo del periodismo, entrenadores y psicología representados por Juan Castro, Juan Carlos Rivero, Manu Sarabia, Paco Jémez trataron el tema  “El Balón como medio educativo” junto a Andrew Bonich, Director General de Chelsea FC Foundation Soccer Schools y Carmen Arias.

En este evento se presentó la iniciativa de escuela de padres que se iniciará en marzo en la que mi compañera Patricia Ramírez y yo desarrollaremos.

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Balón

 

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Aprender a vivir en la diferencia.

Os dejo el nuevo artículo Aprender a vivir en la diferencia junto a mi compañera Patricia Ramírez.

Muchos padres viven como la mayor de las desgracias los resultados de las pruebas que confirman que su hijo sufre asma, alergia, intolerancia a ciertos alimentos y un largo etc. Comienzan la aventura de vivir, no con un niño que tiene unas características determinadas, de las que se tienen que responsabilizar ambas partes, sino con la idea de…

  • “Es que mi hijo es asmático.”
  • “Es que mi hijo es alérgico.”
  • “Es que mi hijo es intolerante a la lactosa.”
  • “Es que mi hijo lleva gafas.”

 

La sorpresa en muchos casos o la idea de que su hijo se escapa de la “normalidad” les lleva a buscar nuevas opiniones en otros profesionales. Convierten el problema en monotema en los debates familiares y de amigos o buscan información en internet hasta que verifican que ese es el diagnóstico y que son necesarios una serie de cambios en las rutinas. A partir de aquí empieza el proceso de aceptación y la puesta en marcha de un protocolo para cada caso.

 

Dependiendo de la personalidad del niño y su madurez aparecen en escena los padres sobreprotectores, hiperprotectores o padres “helicóptero” que sobrevuelan sobre sus hijos para intervenir en cualquier situación de forma ansiosa y poco conectados emocionalmente. Transforman a sus hijos en niños burbuja favoreciendo el aislamiento, evitando la socialización de sus hijos para evitar los miedos respecto a la enfermedad: les limitan los cumpleaños a los que asistir por miedo a que ingieran algo no permitido, meten miedo al niño que juega a fútbol por miedo a que le den un balonazo en la cara y le rompan las gafas o están todo el rato llamando a los adolescentes por teléfono para comprobar si se han pinchado la insulina

 

Los padres viven con miedo e incertidumbre en su día a día, temen que les pueda ocurrir algo, sobre todo si ellos no están presentes. Y en parte tienen razón. Sus hijos necesitan adaptarse y llevar a cabo una serie de cambios para no poner en riesgo su vida y su salud. Pero, ¿hasta dónde conviene proteger, cuáles es el límite?

 

Ya se sabe que el miedo paraliza, transforma, succiona la mente, no deja decidir con claridad, condiciona la forma de pensar y de actuar. Y ese miedo que se transmite a los hijos les impide desarrollarse con seguridad y confianza. Si traslada el miedo a sus hijos, tendránpoca iniciativa, se sentirán bloqueados, temerosos y serán hijos dependientes, en alerta permanente y con miedo desproporcionado a lo desconocido. Todo esto condiciona su desarrollo y sus relaciones con los demás, se reflejará en su trabajo, en sus relaciones personales, sociales  y sentimentales, en definitiva, en la forma en que se desenvolverán en su vida adulta.

 

Los padres están para proteger pero no para sobreproteger, están para acompañar y no para sustituir. Sobreproteger conlleva una serie de inconvenientes que tenemos que conocer. Los padres construyen día a día la imagen interior de sus hijos con el trato, el apego y lo que con su comportamiento trasladan a sus hijos. Saber cuidar sin sobreproteger forma parte de una futura autoestima, confianza y seguridad.

 

Muchos padres dicen “mientras pueda, lo haré yo, cuando falte ya lo hará él” y la vida nos demuestra que no es así porque lo que no se enseña con naturalidad y desde niño cuesta mucho más aprenderlo de adultos cuando ya tenemos una serie de hábitos y vicios adquiridos. Sobreprotegiendo estamos trampeando la vida de los pequeños.

 

¿Cómo padres os reconocéis si…?

  • Evitáis dejar comer a vuestros hijos en casa de los abuelos, amigos, o asistir a fiestas de cumpleaños si no están ellos.
  • No dejáis que vayan a dormir a casa de sus amigos, realizar intercambios escolares, o ir de campamentos.
  • Evitáis competiciones en las que se tengan que desplazar o incluso limitáis la práctica deportiva.
  • No los dejáis comer en el comedor del colegio, no vais a restaurantes y supervisáis cada movimiento.

 

La solución ante una vida con otras “características” no pasa por estos pasos. Vosotros como padre y madre no estaréis siempre a su lado para decirle lo que tiene que hacer. Tu hijo tiene que aprender a tomar decisiones, a no llevar colgada la etiqueta de “soy un alérgico, soy un celiaco” y llevar solo una vida que pueda vivir con normalidad conforme a los cuidados que necesite su trastorno o enfermedad.

 

Cada niño, según su edad y madurez, y desde el momento en el que es diagnosticado, debe ser educado en:

 

Responsabilidad: si ayudas a conocer qué le pasa, sin alarmas innecesarias, y saber qué pasos tiene que seguir en la alimentación, medicación, uso de gafas en el cole o en su deporte, le aportarás seguridad. Conociendo las consecuencias que implican si las cosas no se hacen bien fomentas la responsabilidad hacia su salud.

 

Autonomía: responsabilidad y autonomía van de la mano. Conseguir vivir con autonomía e independencia es uno de los objetivos en la vida de cualquier persona, al margen de su salud. Conocemos claros ejemplos de niños en silla de ruedas que con gran empeño y el que les transmiten sus padres consiguen vivir una vida plena y con autonomía. Educar en la dependencia no ayuda a crecer en ningún plano y menos en el emocional. No le evites situaciones ni hagas por él lo que él puede resolver solo, aunque le cueste más que a otros niños.

 

Resiliencia: esa capacidad de sobreponerse a las situaciones adversas de la vida saliendo fortalecido no es un valor que se transmita en los genes. Se educa. Transmite a tu hijo que todos tenemos una situaciones dadas, que no depende de nosotros y que la energía tiene que estar en resolverlas en lugar de lamentarnos. Entrénales más en solución de problemas y menos en el arte de las quejas.

 

Respetar: si educas en la diversidad y lo fomentas con tu ejemplo, favoreces que él lo haga con sus iguales. Tu hijo normalizará lo que tú le digas que es normal. Si te comportas desdramatizando y normalizando, él también pensará que un problema como el suyo forma parte de sus “normales”.

 

Comunicación: Ten informado a tu hijo para que sepa el porqué de lo que le dices que haga. Facilita espacios de comunicación para que entienda lo que le ocurre. Ayúdale a conocer sus causas y las consecuencias de un comportamiento no responsable en sus acciones. Que ocultes o disfraces la realidad no le ayudará a responsabilizarse.

 

Reconocimiento: Cada vez que decida no comer lo que tiene prohibido, usar su inhalador, limpiar y ponerse sus gafas etc… no lo interpretes como algo normal. Transmítele que lo ha hecho bien, que es responsable, que tiene que sentirse orgullosos y que te sientes orgulloso de él. De esta forma se fijan las conductas que queremos de forma amorosa, comunicativa y reflexiva.

 

Lo que no hay que hacer:

 

Victimizarse: “fíjate lo que nos ha pasado”, “ahora qué vamos a hacer”, “menudo plan de por vida” son frases que pueden venir a tu mente pero que no van a solucionar nada. No las uses como forma de presentarle a su nuevo profesor, o a la madre de su nuevo amigo. El victimismo no es buen compañero de vida, te debilita y te resta energía.

 

Etiquetar: supone condicionar su manera de pensar, sentir y actuar. Un niño etiquetado vivirá y se relacionará como tal. Lo usará de pretexto para justificar otros motivos y dirá que le duele la  tripa, que está cansado para recoger la habitación, o que suspende porque no ve bien…activando tu alarma y compasión.

 

Aprovecharse de un error: Si en vez de valorar el intento que hace tu hijo lo traduces como una crisis y verbalizas “es que tengo que estar yo supervisando porque si no…” solo consigues que tu hijo crezca en la inseguridad y no se sienta capaz de asumir sus responsabilidades.

 

No olvides que eres un modelo educativo a seguir y que ellos usarán tus estrategias y tus habilidades para andar por su mundo. Enseñar a vivir con lo que nos toca sin victimismo, elaborar un plan de acción, no acomodarse, ampliar nuestro margen de maniobra y salir de la zona de confort es el reto educativo como padres. Todo padre quiere que su hijo sea feliz pero no olvidemos que para ser feliz hay que superar adversidades y no esconderse.

 

No hay mayor seguridad para un niño que ver como ante la adversidad los suyos le enseñan a crecer y a superarse. Estos son los grandes legados y aprendizajes que les quedan. Educa para que tu hijo se sienta acompañado y no anulado.

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Educando en redes sociales a hijos y padres.

Con motivo de la Charla que he impartido en el Club RSD Santa Isabel sobre las Redes Sociales creo este espacio con información útil para padres y usuarios de las Redes Sociales. Iré incorporando nueva información que encuentre o me facilitéis porque considerías de interés.

Cuando se conoce se actúa mejor, cuando se conoce se educa mejor.

Cartel redes RSD

La familia ante las redes sociales.

Decálogo.

Guías padres tuenti.

Guías educadores tuenti.

Guías para usuarios tuenti.

Guía lucha ciberacoso.

Educar para proteger.

Familia y nuevas tecnologías.

Familia y relación con tv y otras pantallas.

Nuevas tecnologías en familias.

Redes sociales, seguridad WIFI.

Redes sociales, control parental.

Redes sociales, sextorsión.

Redes sociales, ciberbullying.

¿Qué podemos hacer los padres ante las redes sociales?

Guía de actuación sobre el acoso.

Peter y twitter decálogo en historias con imágenes.

Datos de encuestas.

No los dejes solos.

Padres 2.0.

Contrato para los hijos y padres.

Segu Kids juntos en la red.

 

 

Enlace a #redesypadres

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#redesypadres

Aquí os dejo 40 tuits #redesypadres, ¿con cuál te quedas? Compártelo con #redesypadres

a @YolandaCuAy y difundamos la importancia de conocer las redes y poder educar en su uso responsable y seguro.

 

1. Las redes sociales tienen importantes beneficios pero también otros peligros que hay que conocer para saber educar. #redesypadres
2. Los hijos por primera vez en la historia saben de “algo”, más que sus padres. #redesypadres
3. Hay padres desconectados de hijos muy conectados. #redesypadres
4. Los niños, no vienen solo con el pan bajo el brazo sino con las redes de la mano. #redesypadres
5. Como padre hay que querer y saber adaptarse a la nueva realidad. #redesypadres
6. Las cartas y el teléfono fijo han cambiado su envoltorio, ahora son virtuales. #redesypadres
7. Que no conozcas como padres las redes favorece su uso, sin control. #redesypadres
8. No hay nada peor y mejor para un chaval que sus padres no sepan de redes. #redesypadres
9. Si no los dejarías solos en el parque, no los dejes solos en las redes. #redesypadres
10. Educar en el uso de las redes necesita de padres informados. #redesypadres
11. No se puede educar en algo que se desconoce. #redesypadres
12. Las redes cambian la forma de actuar, sentir y pensar de los adolescentes. #redesypadres
13. Las redes facilitan la comunicación con las personas lejanas pero la dificulta de las personas cercanas. #redesypadres
14. Las redes tienen doble cara, acercan a unos y alejan a otros. #redesypadres
15. El amigo, del amigo, del amigo, ¿es tu amigo? Hay que educar en el concepto real de la amistad.#redesypadres
16. No hay que hacer en las redes lo que no se haría cara a cara. Privacidad e intimidad. #redesypadres
17. El mal uso deforma valores como la intimidad, la empatía o la veracidad. #redesypadres
18. Cuidar el público de las redes sociales es el primer paso. #redesypadres
19. Las redes son hoy lo que tu diario de papel en tu adolescencia. #redesypadres
20. Expiar las redes de tus hijos no es la solución. #redesypadres
21. Ciberbullying y grooming, la “cruz” de las redes sociales. #redesypadres
22. Sexting , sextorsión tienen consecuencias amargas en los jóvenes. #redesypadres
23. Hay que diferenciar cuando se usan para estudiar, para jugar o para interactuar. #redesypadres
24. Educa en que nadie está oculto en internet. Todo sale, todo se descubre. #redesypadres
25. El ciberbullying no son chiquilladas de las redes sociales. #padresyredes
26. En las redes como en la vida si uno sufre, hay otro en este caso tras la pantalla, haciendo sufrir. #redesypadres
27. Los valores de empatía y responsabilidad hay que viralizarlos en las las redes sociales. #redesypadres
28. Los valores también hay que educarlos en las redes. #redesypadres
29. Hay que estar al tanto de los adultos “amigos” de tus hijos. #redesypadres
30. Las peleas de patio se ven en los moratones. Las peleas en las redes se sienten. Producen daño emocional silenciado. #redesypadres
31. Lo que muestra la red social es un “curriculum en la sombra” que influye a la hora de buscar trabajo #redesypadres
32. Hay que educar en el uso SRS seguro, responsable y saludable. #redesypadres
33. La “brecha digital” se puede disminuir con ganas de conocer y practicar. #redesypadres
34. Cuanto más pequeños, más inocencia y curiosidad sobre las redes. #redesypadres
35. Los amigos físicos pueden hacer daño pero los amigos virtuales, también. #redesypadres
36. La distancia física no garantiza la seguridad de tu hijo. #redesypadres
37. Los menores se exponen a peligros desde su cuarto que en la calle puede que no tuvieran. #redesypadres
38. La idea de que el peligro para tus hijos está en la calle ha cambiado, también está en las redes. #redesypadres
39. Acercarse a los hijos es la misión de los padres. Su mundo también son las redes. #redesypadres
40. Conectarse para no desconectarse de los hijos. #redesypadres

 

Educando en redes a hijos y padres.

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Los buenos hábitos, los aliados en la prevención de los trastornos de la alimentación.

Nuevo artículo para la Fundación Roger Torné, junto a Patricia Ramírez Loeffler.

Las dietas poco saludables, la obesidad y el sobrepeso, y su posible derivación en  trastornos de la conducta alimentaria (TCA), son males que preocupan a todos los padres. Anorexia, bulimia e ingesta compulsiva pueden aparecer en la edad de la adolescencia y son más frecuentes en las mujeres, especialmente entre los 12 y los 24 años.

 

Los estudios demuestran que la causa es multidimensional  (factores genéticos, socioculturales y psicológicos). A pesar de que algunos factores son de difícil intervención, como  los rasgos de personalidad, sí que hay otros en los que como padres y profesionales podemos intervenir y prevenir: los patrones culturales y estéticos, el propio esquema corporal y la valoración negativa de la figura, o la práctica hábitos poco saludables. Es importante destacar que la detección precoz y las intervenciones multicomponentes mejoran el pronóstico, reduciendo el tiempo de tratamiento. En este sentido, la familia, el colegio y la sociedad son los escenarios donde la educación en patrones de alimentación, un estilo de vida saludable y la imagen corporal tienen que tratarse con máxima delicadeza.

 

¿Qué son los Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Son un grupo de trastornos mentales que se caracterizan por una conducta alterada de la ingesta alimentaria y/o la aparición de determinados comportamientos dirigidos a controlar el peso. Provocan alteraciones físicas y psicosociales. Los más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.

 

En la anorexia nerviosa, la persona muestra un deseo obsesivo por estar delgada y para conseguirlo sigue una dieta restrictiva, realiza conductas purgatorias como vómitos autoinducidos y toma de diuréticos o laxantes. A estos patrones de autocontrol se une la práctica de  gran actividad física, que la ayuda en la pérdida de calorías. El niño o adolescente que presenta una distorsión de la realidad, se ve gordo/a y no tienen conciencia de enfermedad.

 

En cuanto a la personalidad, se caracterizan por tener un alto sentido de la responsabilidad, perfeccionismo, ineficacia personal, baja autoestima y bajo autoconcepto. Este perfil les permite tener mucha capacidad de autocontrol y no caer en la tentación de comer cuando se tiene hambre. Son perfectamente capaces de sufrir para estar delgados.

 

La bulimia nerviosa se caracteriza por episodios de atracones de forma incontrolada, en los que la persona puede llegar a engullir grandes cantidades de alimentos. Esta ingesta le produce sentimientos de culpabilidad y pesadez, por lo que tiende a eliminar todo lo comido a través de la inducción del vómito, realizando ejercicio físico o abusando de laxantes y diuréticos.

 

En este caso no hay alteraciones de peso llamativas, y puede presentar peso bajo, normal o sobrepeso. Por ello, el trastorno pasa muchas veces desapercibido y se pide ayuda cuando se encuentra en un estado muy avanzado.

 

Se sabe que la genética, los factores personales, la familia, acontecimientos vitales y ciertas actividades físicas de alta exigencia en cuanto al peso, contribuyen a tener un mayor grado de vulnerabilidad.

 

Aunque estas enfermedades no han dejado de crecer en las últimas décadas, ni la anorexia ni la bulimia son conceptos nuevos: ya en el Corpus Hipocraticum, conjunto de enseñanzas médicas atribuidas a Hipócrates (años 460-377 aC), se hablaba de ”los efectos de un régimen debilitante y prolongado son difíciles de reparar y lo mismo sucede con los de una repleción extrema y continuada”, y Sorano (93-138 d.C) describía la amenorrea y la anorexia en la mujer, y así hasta nuestros días. La bulimia no se define oficialmente hasta los años 70 pero fue utilizada por Trevisa en 1398.

 

Sí hay que destacar, no obstante, que el incremento actual de estas enfermedades está relacionado con factores sociales. La información que recibimos de los medios de comunicación y la imagen que se proyecta de la mujer en publicidad y desfiles de modelos, provoca que el estándar de la belleza se asocie al bajo peso, y los niños y jóvenes lo relacionan con el éxito social convirtiéndolo en uno de sus objetivos. Los adolescentes y niños de primaria valoran y ven atractivas a las personas con buen tipo, “flacas” y con “tableta de chocolate” en los abdominales. Uno de las mayores motivaciones de la gente joven es la necesidad de aprobación. Y sentirte dentro o fuera del grupo depende de lo atractivo que te vean tus compañeros, la atención de chicos y chicas estará más en cuidar su aspecto físico y su peso que potenciar valores sociales y culturales.

 

¿Cuándo tienen que sospechar los padres? Como padres es aconsejable estar pendientes de estos síntomas:

  • Pérdida de peso brusca e inexplicada. Por ejemplo, no debida a una enfermedad o una dieta por sobrepeso controlada por un médico especialista en nutrición y dietética.
  • En el caso de las adolescentes, la ausencia o pérdida de menstruación con más de tres ciclos, sobre todo si se une a pérdida de peso.
  • Preocupación excesiva por perder peso aun siendo delgada.
  • Sensación de frío sin que sea coherente con el tiempo.
  • Cambio de hábitos en el vestir o en sus horarios.
  • Hiperactividad o excesivo ejercicio físico.
  • Mucho tiempo dedicado a pensar en la comida.
  • Consumo de líquidos en exceso.
  • Poca variedad en la alimentación.
  • Lentitud a la hora de comer.
  • Rituales o conductas poco apropiadas en la forma de comer, como apartar comida en el plato.
  • Cambios de peso.
  • Caries frecuentes.
  • Pertenencia a un grupo de riesgo, como el de los modelos publicitarios o la práctica de algún deporte que exija extrema delgadez, como la gimnasia rítmica.

 

¿Qué hacer si se detecta un trastorno de la alimentación?

Una vez se detecta un trastorno de la alimentación, es importante intervenir en todos los ámbitos, desde controlar los hábitos saludables alimenticios y establecer unos horarios para las comidas regulares, a trabajar la imagen corporal, las habilidades sociales, el autoconcepto, la autoestima y la asertividad, educando en la capacidad de cuestionar y en el poder de decisión sobre lo que la sociedad comercial demanda, es decir, en valores. También es importante cuidar  la comunicación y la relación en el entorno familiar evitando comentarios sobre el peso o las dietas.

 

La persona aquejada por este trastorno, así como la familia, necesitan manejar el problema en todas las áreas que afectan al adolescente: el entorno escolar, social y familiar, y contar con la ayuda externa de médicos y psicólogos.

 

¿Cómo prevenir la anorexia y la bulimia?

A nivel preventivo, es importante que los padres promuevan una alimentación saludable y unos buenos hábitos, y que sean modelo de conducta  para los hijos. En este sentido, os recomendamos:

1-Desayunar sin bollería industrial, es decir, fruta o zumo natural, leche, cereales, tostadas.

2-Educar en el hábito de beber agua, y no zumos artificiales o refrescos azucarados.

3-Fomentar las comidas en familia, relajadas, y sin televisión. Este momento es para dialogar, no para castigar ni recriminar, y, así se evita relacionar las comidas con aspectos negativos.

4-Reducir la ingesta de “comida rápida”.

5-Moderar el consumo de carnes y embutidos.

6-Reducir el consumo de sal y los alimentos salados como snacks.

7-Aumentar el pescado a cuatro raciones semanales y la fruta a cinco raciones diarias, así como reducir los dulces.

8-Tener presente qué come en el colegio para así poder organizar un menú diario equilibrado.

9-Habituarlos a 4 ó 5 comidas, cocinar sano y evitar el picoteo.

10-No utilizar los alimentos como premio o castigo.

11- Realizar las dietas siempre bajo control médico.

12-Fomentar la vida activa o la práctica del deporte para beneficiarse a nivel físico, social y psicológico de sus ventajas, no para perder peso.

13-Recordar que todos los miembros de la familia no tiene las mismas necesidades. No son las mismas necesidades nutritivas las que requiere un niño de 7 años, un adolescente, o un hijo deportista.

 

Ten en cuenta que la mayoría de las veces la anorexia se inicia por problemas de insatisfacción con el propio cuerpo, por haber sido criticado/as como “gorditas” o “gorditos”, por sentirse rechazados/as dentro del grupo, o porque en casa se hacen comentarios en los que los adolescentes interceptan que tener buen tipo es ser brillante. Por eso evita cualquier tipo de comentario con el que tus hijos puedan interpretar que se espera de ellos que sean niños delgados, guapos y con una sonrisa espectacular. Tienen que sentirse queridos independientemente de la imagen que tengan. Lo que tú crees que puede ser un comentario banal, para ellos puede ser el piloto que despierte la necesidad de adelgazar.

 

Entrena también a tus hijos para que desarrollen la inteligencia emocional desde pequeñitos y ayúdales a gestionar las emociones. Saber decir que no, sentirse a gusto con uno mismo, conocer las propias fortalezas, les hará sentirse fuertes y con una alta autoestima.

  • Fomenta la buena comunicación.
  • Deja espacio para las emociones.
  • Adáptate a sus edades y a sus momentos.
  • Comparte tu tiempo de tranquilidad con ellos.
  • Permite que se expresen, no des por hecho nada, no les cortes en la conversación.
  • Respeta lo que dicen.
  • Ante las dificultades, promueve su abanico de soluciones y que sean creativos para buscarlas.
  • Valora sus esfuerzos para que se sienta capaces.
  • No hables de problemas: habla de retos, de capacidad, de ganas, de fuerza.
  • Refuerza todo su talento: su creatividad, sus habilidades y competencias, su facilidad para hacer deportes, actitudes como la paciencia. Que aprendan que todas las personas tenemos valor por nuestra forma de ser.

 

 

Recuerda que tus hábitos tienen una gran probabilidad de convertirse en los hábitos de tus hijos. Modifica tus propias conductas: así  estarás promoviendo la salud de tus hijos.

 

Patricia Ramírez

Yolanda Cuevas

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